En Argel los jóvenes confirmaron su disposición a globalizar la lucha antimperialista

En la Patria el último grupo de nuestra delegación multinacional al XV Festival

María Julia Mayoral

    JUVENAL BALAN

Con la certeza de que el XV Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes sirvió para aglutinar fuerzas contra el imperialismo y por mejores causas de la humanidad, regresó  en la tarde del viernes el último grupo de nuestra delegación multinacional al histórico foro en la capital argelina, el cual reunió durante casi diez días a representantes de todos los continentes.

Poco antes de las 3:00 p.m., el DC-10 de Cubana de Aviación apagó sus motores sobre la losa del Aeropuerto Internacional José Martí para dejar escuchar con nitidez un mar de consignas, compartidas por los cientos de personas que acudieron al recibimiento y los recién llegados, unos 300, encabezados por Otto Rivero Torres, primer secretario de la UJC, quienes se apresuraban en bajar las escalerillas de la aeronave, portando incontables banderas cubanas y de otros países.

Los miembros del Buró Político del Partido, José Ramón Machado Ventura y José Ramón Balaguer; Orlando Lugo Fonte, presidente de la ANAP, y los integrantes del Buró Nacional de la UJC, Julio Martínez y Carmen Rosa Báez saludaron a los jóvenes —entre ellos los periodistas acreditados al evento— para luego reunirse todos en breve y emotivo acto.

Carmen Rosa ponderó el simbolismo de haber realizado este Festival en el continente africano, el más sufrido y olvidado, cuando cada debate, taller, tribuna o encuentro cultural, se convirtió en espacio de reflexión y denuncia sobre cuestiones tales como la pobreza extrema en esa región del mundo, la gigantesca amenaza que se cierne sobre América Latina con el ALCA, el genocidio a cuenta de los bloqueos y las injusticias cometidas con los pueblos del Tercer Mundo, en particular el saharauí y el palestino.

En el `89 —según recordó— tras la cita en Pyongyang, se decía que ese iba a constituir el último festival. Para algunos, tales encuentros habían perdido sentido, otros buscaban pretextos para desactivar el movimiento. Todo ello sería el preludio de lo que vendría después: el retroceso, la desmovilización. Pero, como dijera Fidel este jueves, los festivales se han salvado. Si el XIV, celebrado en La Habana, lo recordamos como el retomar de la conciencia, el de Argel es la confirmación de que sí se puede, de que seguimos siendo muchos los dispuestos a globalizar la lucha contra el imperialismo.

Para los delegados, el XV Festival fue un alto compromiso, recalcó una de nuestras representantes en Argel, Miriam Yanet Martín, presidenta de la Organización de Pioneros José Martí. No hubo encuentro, centro de discusión, taller, foro de solidaridad, en el cual no participara la delegación multinacional cubana, caracterizada por su disciplina, organización y sólidas denuncias.

Estuvimos imbuidos de la invencible convicción de lucha existente en nuestro pueblo y en los cinco compatriotas injustamente encarcelados en el sur de la Florida; su espíritu nos acompañó en cada momento. La juventud del mundo ya conoce a esos cinco patriotas — enfatizó—, ya nadie podrá seguir ocultando la verdad.

Miriam Yanet refirió el gran orgullo experimentado en el Festival por el amor y respeto que profesan los jóvenes del mundo hacia Fidel, el Che y la Revolución cubana. Elogió además el protagonismo de nuestros pioneros en la cita mundial y el papel desarrollado allí por la prensa cubana, cuyos representantes trabajaron de manera incansable. Finalmente recalcó que estos diez días en Argelia dieron sobradas pruebas del carácter irreversible del movimiento de los festivales.

Todo lo que se quiere, se logra

"El Festival nos dio confianza en que podemos hallar un futuro mejor para los jóvenes. Será difícil, pero todo lo que se quiere, se logra; eso dependerá de nosotros, de la unidad, pues ahí está nuestra gran fortaleza"; así piensa la congolesa Chimene Dark Balakoua, quien asistió a la cita mundial como integrante de la delegación multinacional conformada en Cuba.

Chimene Dark —estudia Agronomía en la Universidad de Pinar del Río— asegura que el encuentro en Argel le permitió conocer otras culturas, realidades sociales y problemas políticos desconocidos o poco divulgados. "Fue muy importante reunirnos, nos vimos defendiendo las mismas causas, denunciando las políticas imperialistas y sus efectos, juntos para buscar soluciones".

Hablar de Cuba —según cuenta— fue una constante, más allá de las jornadas oficiales de debate. "Muchos venían a preguntarnos cómo es este país, si eran verdad las tantas cosas malas que se dicen en la prensa internacional y en sus países. Cuando les explicaba la realidad, se quedaban así, asombrados, y mucho más al contarles sobre los cientos de estudiantes de distintas partes del mundo, quienes —como yo— nos preparamos en la Isla y viajamos gracias a la Revolución que nos pagó el pasaje y a su juventud que nos hizo parte de una fraternal delegación.

Mi doble orgullo

JUVENAL BALAN      

En las calles de Argel —explica el argentino Andrés Trota— me reconocían como a un delegado cubano; era increíble ver cómo una Isla tan pequeña del Caribe suscita tanto cariño entre personas de los distintos continentes; así me sentía doblemente orgulloso, pues a Cuba me une también su amor por el Che.

"Con el Festival comprendí que la idea de globalizar la solidaridad no es una utopía. Todos tomamos el evento como un tribunal de denuncia; nos paramos a decir con palabras claras las felonías del imperialismo en sus diversas manifestaciones. Hubo intervenciones muy dignas y claridad sobre las atrocidades del capitalismo en Africa, Asia, América Latina, en los países ex socialistas, en todas partes.

"Se demostró que el imperialismo no solo está fracasado en sus conceptos, sino que en lo inmediato deberá enfrentar una resistencia popular cada vez más fuerte, y ese espíritu está arraigado entre los jóvenes", atestigua Andrés, quien cursa estudios de Medicina en La Habana, enamorado de la vocación humanista y solidaria de nuestras concepciones de salud.

Golpe duro y el escudo de ideas

Para el ecuatoriano Lenin Beltrán Freire, estudiante de Medicina en Cuba, el XV Festival fue "un golpe duro al imperialismo, pues nos levantamos como una sola voz contra todas las injusticias y patrañas que a diario se cometen contra los pueblos tercermundistas".

Lenin (a la derecha) comenzará en septiembre el tercer año de la carrera de Medicina. Agustín se incorporará al primer año tras los estudios de nivelación.

"Mientras el gobierno norteamericano crea escudos antimisiles y sofisticados armamentos, nuestra sola voz representó un gran escudo de ideas, más poderoso, con armas indetenibles: la verdad, la dignidad, el coraje y el espíritu combativo de toda la juventud. En Argel dimos un fuerte paso para globalizar esos principios."

Su compatriota y futuro compañero de estudios en la Escuela Latinoamericana de Ciencias Médicas, en Ciudad de La Habana, Agustín Zambrano, califica lo ocurrido en la capital de Argelia como "una experiencia extremadamente maravillosa; aunque en un principio la comunicación fue muy difícil debido a que hablamos idiomas distintos. Pero al final la unidad y el consenso se impusieron por encima de las diferencias idiomáticas, de razas, religiones, culturas..., y logramos lo que queríamos.

"Estoy seguro, el próximo Festival también será un éxito, pues cada vez se hace más evidente la conciencia política de los jóvenes, su espíritu batallador."

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