Los tiempos y las opiniones cambian

MIGUEL ANGEL UNTORIA

Si al finalizar la Segunda Guerra Mundial la presencia militar estadounidense y sus entrenamientos militares se consideraron en algunos países aliados de Estados Unidos como elementos benéficos, principalmente desde el punto de vista económico, con el decursar de los años esta situación ha cambiado.

No son tiempos de la guerra fría, cuando algunos gobiernos engañaban a sus pueblos o ni les consultaban sobre la supuesta necesidad de defensa y los posibles beneficios económicos de la presencia militar y los entrenamientos de las tropas de Estados Unidos en sus territorios.

Como resultado directo de chantajes políticos o económicos, Washington extendió su presencia militar en ultramar y la realización de ejercicios y maniobras en las más diferentes regiones geográficas del mundo.

Las acciones depredadoras de miles y miles de efectivos militares estadounidenses desplegados en Europa, en Asia y en América Latina, promoviendo las drogas y la prostitución, disparando, haciendo explosiones, con ruidos ensordecedores, con sustancias contaminantes, acompañadas de disturbios y borracheras fueron causa de repudio a esa presencia indeseable.

Hoy crece la oposición a esas bases y a las maniobras militares de Estados Unidos en todo el mundo. Grupos ecológicos, cívicos, pacifistas o sencillamente pueblos enteros cansados de tolerar, rechazan las maniobras militares o presionan a sus gobiernos para lograr que los militares norteamericanos abandonen definitivamente sus países.

Se producen manifestaciones en Vieques, donde se ha luchado contra la presencia de la Marina de Guerra estadounidense durante años y en especial desde abril de 1999, cuando durante ejercicios de bombardeo resultó muerto un guardia de seguridad puertorriqueño.

Hoy los residentes de Vieques exigen el cese incondicional y definitivo de los entrenamientos en la pequeña isla, según ratificaron abrumadoramente en el reciente plebiscito.

En Hawai, los habitantes protestan por la realización de ejercicios por fuerzas del ejército estadounidense en el Valle de Makua, en la isla de Oahu, donde en 1998 los disparos de mortero de la infantería causaron incendios que destruyeron cerca de 800 acres en el citado valle.

En Japón, los vecinos de las bases de Estados Unidos en Yokota y Atsugi, se quejan del ruido que causan los aviones militares.

En Okinawa, donde están desplegados más de 25 000 efectivos militares de Estados Unidos, la alcaldía estudia la posibilidad de decretar el toque de queda para los militares norteamericanos ante los desmanes que ocurren periódicamente y que desencadenan nuevos sentimientos antiestadounidenses entre los pobladores.

Unas 85 000 personas de esa región manifestaron su descontento por una serie de hechos violentos perpetrados por los soldados norteamericanos, que incluyen crímenes, y ataques sexuales incluso a menores de edad.

Solo en Okinawa se han producido 4 700 denuncias, incluidos 12 asesinatos y 110 violaciones entre 1972 y 1996. El último ocurrió a finales de junio, cuando un sargento estadounidense violó a una mujer de unos 20 años.

En el Pacífico, los grupos ecologistas demandan el cese de los ejercicios bélicos en la isla Farallón de Medinilla, perteneciente a las islas Marianas, porque afectan la vida de la aves migratorias.

En el territorio continental de los Estados Unidos, diversos grupos también hacen campañas contra la realización de ejercicios bélicos. Así ocurre en los estados de California, Virginia y Maryland.

En la costa sur de California, las protestas de los grupos ecologistas se hicieron sentir contra la realización de entrenamientos en la isla San Clemente, una zona que la Marina considera como el Vieques de la Flota del Pacífico, y grupos ecológicos y de indios también tratan de evitar los bombardeos en la zona costera conocida como Big Fur.

Igualmente por razones ecológicas y otras afectaciones al medio ambiente, se producen manifestaciones contra las maniobras militares en la zona de Oceana, en Virginia, y en Chesapeake, Maryland.

Es obvio que, para la humanidad, los tiempos y las opiniones cambian, y ahora lo generalizado es la protesta contra la presencia militar yanki en muchas partes del mundo.

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