Globalización y Socialismo

FIDEL VASCOS GONZALEZ

La globalización, también llamada mundialización por la ONU, es un término actualmente utilizado que refleja el proceso objetivo de desarrollo de las fuerzas productivas a nivel de todo el orbe, las cuales adquieren cada vez más un carácter social. Los avances científico-técnicos alcanzados en la etapa contemporánea por la industria, la electrónica, la computación, las comunicaciones, la aeronáutica, el comercio y demás ramas de la economía, han impulsado la expansión internacional de las actividades económicas, comerciales, financieras y de inversión, así como la rapidez en la transmisión de información, de ideas, noticias, conceptos y teorías sobre los más disímiles campos del saber. Muchos conciben el fenómeno de la globalización como algo enteramente nuevo surgido recientemente; sin embargo, las raíces de esta expansión mundial de la economía y el pensamiento se encuentran ya en los orígenes del capitalismo.

     REUTERS

El neoliberalismo ha condenado al mundo a un incremento de la pobreza y de la miseria para los más y a una concentración de la riqueza para los menos.

La idea que domina la marcha de la actual globalización es la del neoliberalismo. Sus partidarios sostienen que el libre juego de las reglas del mercado, sin la intervención administrativa del Estado, garantiza el equilibrio en la actuación de los factores económicos, un crecimiento sostenido y la solución al desempleo. A pesar de lo que han proclamado, lo cierto es que el neoliberalismo ha condenado al mundo a un incremento de la pobreza y la miseria para los más y a una concentración de la riqueza para los menos, aumentando con ello la desigualdad entre países y también entre la población de un mismo país.

El gran beneficiario de la globalización neoliberal es el capital internacional, lo que refleja una vez más el descubrimiento de Carlos Marx acerca de la contradicción antagónica "capital-trabajo".

Por otra parte, durante el siglo XX se fueron instaurando regímenes socialistas en un número creciente de países a partir de la Revolución de Octubre de 1917, en Rusia, que devino el primer país socialista del mundo: la Unión Soviética. Durante más de setenta años se fue testigo de la lucha entre un campo de países capitalistas y otro de países socialistas. Las relaciones entre ellos se caracterizaron por el enfrentamiento, unas veces en forma de "guerra caliente" y otras de "guerra fría". Durante este tiempo, el capitalismo continuó transformándose y agudizando sus contradicciones internas, y el socialismo acumuló sus primeras experiencias prácticas.

Por causas aún no totalmente estudiadas y que demandan una investigación a fondo, la Unión Soviética se desintegró a fines de 1991 y los países socialistas de Europa del Este desaparecieron de forma casi simultánea, iniciándose en todos ellos un tránsito regresivo hacia el capitalismo. Ello constituyó un durísimo golpe al movimiento revolucionario y socialista mundial. A partir de ese momento, se abre un nuevo período histórico en el que los EE.UU. de América pugnan por convertirse en la única superpotencia mundial, en lucha, en especial, con otros poderosos centros capitalistas, como la Unión Europea y Japón. En estas condiciones, solo cuatro países proclaman conscientemente la continuación en su territorio de la construcción del socialismo: Cuba, China, Viet Nam y Corea del Norte. Aunque la fuerza demográfica de la suma de estos países es considerable, su potencia económica y militar no les permite enfrentarse con éxito, en estos terrenos, a los países capitalistas más desarrollados.

Se ha creado así, a fines del siglo XX y principios del XXI, una peculiar situación económica y política internacional, diferente a la que vivieron los clásicos del marxismo-leninismo. Y todo ello sobre la base de un acelerado desarrollo de las fuerzas productivas, las cuales continúan avanzando en su proceso de socialización.

A más de ciento cincuenta años del Manifiesto Comunista, elaborado por Marx y Engels, y a casi ochenta de la muerte de Lenin, el pensamiento revolucionario demanda una gran dosis de creación para interpretar correctamente el mundo actual y determinar los derroteros del porvenir.

Ante el fracaso del experimento socialista que se estaba llevando a cabo en la Unión Soviética y los países de la Europa del Este, los ideólogos más extremistas del capitalismo han proclamado la inconsistencia del socialismo, en general, y la imposibilidad de que una nueva sociedad sustituya al régimen caracterizado por el dominio económico y político de la libre empresa privada. Ello plantea una lucha de ideas para esclarecer las verdades del socialismo y las entrañas del capitalismo contemporáneo. En esta guerra ideológica, entre las armas fundamentales para alcanzar la victoria revolucionaria se destacan la educación, la cultura y la formación ética y política de las masas.

No hay duda que la desaparición del socialismo en la URSS y demás países de la Europa Oriental modifica la teoría de la construcción del socialismo en la etapa contemporánea. Sin embargo, ello no constituye el fracaso de esta teoría en general. La comprensión dialéctica de la historia y del pensamiento social nos revela esta realidad. La concepción del socialismo no ha sido homogénea a lo largo de su existencia. Los socialistas utópicos de los siglos XIX y anteriores habían descrito las bondades de un régimen social que no dependiera de la propiedad privada sobre los medios de producción; pero no pudieron determinar las fuerzas sociales que producirían el cambio ni las vías para lograrlo. Fueron Marx y Engels quienes formularon la concepción materialista de la historia y descubrieron la base material del desarrollo social y la clase llamada a conducir la transformación revolucionaria hacia la nueva sociedad que sustituiría al capitalismo: la clase obrera.

Marx y Engels concebían que este proceso para sustituir el capitalismo por el socialismo ocurriría más o menos simultáneamente en los países capitalistas más desarrollados, que en su época eran, principalmente, Inglaterra, Francia y Alemania, sin excluir a los EE.UU. de América. Una vez tomado el poder político y económico como resultado de la revolución proletaria en estos países, se iniciaría un período de transición al socialismo en el cual las demás naciones del planeta irían transitando hacia el nuevo régimen social, apoyadas en los países más avanzados que ya serían socialistas.

En otras palabras, Marx y Engels concebían que los primeros países socialistas del mundo serían Inglaterra, Francia, Alemania y, eventualmente, los EE.UU. de América. La lucha principal entre el capitalismo y el socialismo a escala mundial no era concebida por los fundadores del marxismo como un enfrentamiento entre Estados de países capitalistas y socialistas, sino como el antagonismo interno entre explotadores y explotados en las naciones atrasadas que aún no habían instaurado el modo socialista de producción.

Marx y Engels no fijaron fechas para el tránsito al socialismo, pero algunas de sus afirmaciones apuntan a que ellos consideraban que el inicio de este tránsito ocurriría dentro del siglo XIX y, seguramente, no después del siglo XX.

El devenir histórico posterior, con el surgimiento del imperialismo como fase monopolista del capitalismo, modificó las condiciones prevalecientes en el régimen burgués analizado por Marx. Fue Lenin quien interpretó creadoramente estas nuevas condiciones y concluyó que en la época del imperialismo es posible que la revolución socialista triunfe en uno o varios países primero y no simultáneamente en todos los más adelantados. Esta formulación de Lenin modificó de manera importante las consideraciones originales de Marx y Engels sobre el proceso de la construcción del socialismo a escala mundial.

La teoría leninista de la construcción del socialismo fue plenamente justificada en la práctica con la creación de la Unión Soviética como el primer país socialista del mundo y el establecimiento de regímenes socialistas en varios países europeos, en China y otros países asiáticos y en Cuba, primer país socialista de América.

La desaparición de la URSS y los países socialistas europeos han alterado el proceso de avances que el socialismo venía registrando durante el siglo XX. No obstante, ello no significa la imposibilidad de continuar la edificación del socialismo en las nuevas condiciones. No es primera vez que la teoría del socialismo tiene que ser parcialmente modificada a tenor de los cambios históricos. Marx y Engels introdujeron un primer cambio trascendental en las concepciones del socialismo al transformar su carácter utópico en científico; Lenin produjo un segundo cambio en las nociones de la teoría socialista expuesta por Marx y Engels; el momento actual exige un tercer cambio de los conceptos socialistas. No obstante, el objetivo esencial del socialismo se mantiene inalterable desde sus inicios: una sociedad donde impere la justicia social y donde el hombre no sea el lobo del hombre.

¿Cómo interpretar el momento actual en el mundo? ¿Qué características tiene? ¿Cómo continuará la marcha del género humano hacia el futuro? ¿Qué vías y concepciones deben elaborar las fuerzas revolucionarias, progresistas, democráticas y populares para transformarlo?

A estas y otras interrogantes sobre el tema dio respuesta el Comandante en Jefe Fidel Castro en su intervención final en el Encuentro Internacional de Economistas celebrado en La Habana el 22 de enero de 1999, al expresar textualmente:

¿Qué tipo de globalización tenemos hoy? Una globalización neoliberal; así la llamamos muchos de nosotros. ¿Es sostenible? No. ¿Podrá subsistir mucho tiempo? Absolutamente no. ¿Cuestión de siglos? Categóricamente no. ¿Durará solo décadas? Sí, solo décadas. Pero más temprano que tarde tendrá que dejar de existir.

Ante la certeza de la superación de la actual globalización neoliberal, surge la interrogante de qué la sustituiría. El propio Fidel la responde ratificando que el proceso de globalización tiene carácter objetivo e inevitable, por lo que sobrevendría otro tipo de globalización.

¿Qué tipo de globalización será? No podrá ser otra que solidaria, socialista, comunista, o como ustedes quieran llamarla.

La "globalización de la solidaridad" fue respaldada por el Papa Juan Pablo II durante su visita a Cuba en enero de 1998.

Si Marx y Engels plantearon que la construcción del socialismo se iniciaría a partir de los países capitalistas más desarrollados y Lenin concibió la posibilidad de que el socialismo se iniciara primero en un solo país y no de los más avanzados, las condiciones históricas actuales crean las bases para que la transformación hacia el socialismo sea el resultado de los avances que se logren a escala mundial en el proceso para alcanzar la globalización de la solidaridad.

Las fuerzas sociales que provocarán el cambio, con su lucha, abarcan la inmensa mayoría de la población del planeta, en la que se destacan los habitantes de los países subdesarrollados y explotados por el capital internacional, que suman miles de millones de personas. A ellos se unen los trabajadores manuales e intelectuales de los países capitalistas desarrollados, así como otros sectores revolucionarios y progresistas de estos países, y los pueblos de los cuatro países socialistas arriba mencionados.

Es previsible que el resultado de la lucha por una nueva sociedad no sería un cambio inmediato ni brusco a escala mundial, sino un proceso de victorias revolucionarias parciales y acumulativas, no necesariamente violentas, que irán transformando en forma relativamente paulatina la situación actual. En esta lucha, que se desarrollará también dentro de cada estado nacional, se priorizará la arena mundial, el enfrentamiento al poder imperialista de las empresas transnacionales y la transformación democrática de los organismos internacionales. A su vez, no se excluye el estallido de una explosión social como resultado de una crisis económica y financiera generalizada a nivel internacional.

La globalización de la solidaridad es la consigna para enfrentar a la globalización neoliberal, aglutinando en la lucha por este objetivo a la más amplia participación de las fuerzas revolucionarias, democráticas, patrióticas y populares de toda la Humanidad.

Subirtop.gif (129 bytes)