BOGOTA, 1 de agosto (PL).— La decisión
del gobierno colombiano de acatar el fallo judicial a favor de suspender
las fumigaciones aéreas en el sur del país motivó hoy el respaldo de
quienes se oponen a esas prácticas, que dañan a la población y al
ecosistema.
Una Corte federal de Colombia ordenó la
víspera detener de manera temporal las fumigaciones a los plantíos de
coca en los departamentos de Putumayo, Caquet y Guaviare, habitados
mayormente por indígenas.
El dictamen respondió a un recurso
interpuesto la semana pasada por las comunidades autóctonas que pedían
el cese de la aspersión aérea en sus territorios debido a los prejuicios
para la salud de sus habitantes y al medio ambiente.
Líderes indígenas, ecologistas y
organizaciones no gubernamentales locales denunciaron el uso del glifosato,
un herbicida producido en Estados Unidos que provoca serias afecciones
respiratorias e infecciones en la piel.
El presidente colombiano, Andrés Pastrana,
por su parte, advirtió que las fumigaciones aéreas continuarán en el
resto del país, en las grandes extensiones controladas por el
narcotráfico, a fin de cumplir con el polémico antidrogas y
antinsurgente Plan Colombia, que prevé la reducción al máximo de los
cultivos de coca y amapola.
Parlamentarios colombianos saludaron desde
Washington la postura del Gobierno, al alegar que esas zonas son sometidas
a las fumigaciones desde diciembre pasado tras lo cual se registraron
enfermedades intestinales e infecciones en la piel, daño ambiental y
destrucción de los cultivos legales.
El senador Rafael Orduz calificó esa
política de locura por ser improductiva, generar daños a las personas y
al medio ambiente, así como afectar los derechos humanos de los
ciudadanos.