 Los problemas del mundo y... La solución de los
"G" JOAQUIN RIVERY EL G-7 (el grupo de las siete naciones más ricas) se reúne en Génova y trata de llegar a acuerdos económicos sin contar con los demás países del planeta. Pero el G-7 no puede ignorar a Rusia y se convierte a veces en G-8.
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AP |
Policías argentinos reprimen a manifestantes en Buenos Aires, que protestan por la política económica neoliberal del gobierno. Por allá por París, Klaus Schwab, fundador del Foro de Davos (donde también se reúnen mayoritariamente ricos), proclama que el G-8 debería ser sustituido por el G-20 para discutir sobre la globalización y los grandes escuchen también a países subdesarrollados.
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REUTERS |
El neoliberalismo ha convertido
a los sin techo en escenas cotidianas de cualquier ciudad
del mundo. El grupo en el poder en Estados Unidos, con Bush como figura de presentación, preferiría el predominio del G-1, donde todas las decisiones se tomen en Washington, como intenta hacer pisoteando criterios e intereses internacionales.
El señor Schwab se une a la prensa occidental, también mayoritariamente en manos de ricos, para poner a la globalización en el centro del debate. Todos desean ignorar
—quizás para dormir conciencias— que el problema no radica en la globalización, sino en la imposición de las políticas neoliberales a una globalización que podría ser distinta.
Algunos, empleando la frase despectiva de algún personaje no muy limpio, han acuñado despectivamente el término
"globalifóbicos", como si las protestas y estallidos sociales se dirigieran contra la globalización y no contra su variante neoliberal, como es en realidad.
Los que pregonan las ventajas de la globalización, realmente están tratando de dibujar con colores alegres la aplicación de las líneas propugnadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI, leer Estados Unidos) e ignorar la gran tragedia social que se vive en el orbe, incluso en las naciones desarrolladas.
Sin embargo, ningún "G" propugnador del absolutismo del mercado puede esconder lo que, por ejemplo, sucede hoy en América Latina, donde las recetas fondomonetaristas han sido aplicadas a rajatabla una y otra vez con resultados que se pueden ver hoy por todas partes.
Miren hacia Argentina, en medio de una recesión de tres años, donde un nuevo
"ajuste" acaba de disminuir salarios y pensiones mientras el desempleo llega casi al 17 por ciento (el oficial) y el corte de carreteras en todas las latitudes se ha convertido en forma de lucha de los desocupados y hambrientos.
Ahí tienen en toda su amplitud el cuadro del neoliberalismo con sus matices reales, mientras los famosos paquetes no dan seguridades a nadie de que la situación va a mejorar, los inversionistas no aparecen, la reactivación económica se esconde y todo el mundo espera una devaluación que las autoridades niegan y la necesidad reclama.
Ecuador, con toda la dolarización a la que se le creían propiedades mágicas, se debate en medio de una crisis enorme, con decenas de miles de trabajadores en huelga y nuevos sectores amenazando con incorporarse a los paros que mantiene hace tiempo el personal de la Salud y el estatal.
Los educadores, un sindicato de muchísima fuerza, se apresta a complicar todavía más una situación sumamente explosiva, en un país que no tiene un gobierno estable desde hace varios años... gracias a la aplicación de las medidas neoliberales en la economía.
En Colombia el desempleo está al borde del 20 por ciento (eso significa hambre en expansión), las grandes masas del país se oponen a las líneas fondomonetaristas y todo se complica con la aplicación de un Plan Colombia, cuyas fumigaciones arbitrarias están dejando sin cultivos a miles de campesinos indígenas que se suman al combate social. También se cortan carreteras (igual que en Bolivia).
La meta de crear 400 000 empleos anuales en Perú, como ha proclamado el nuevo gobierno, se ve dudosa debido a las raíces neoliberales que han acortado la ocupación general y ampliado sin límite las huestes de los indigentes.
Una sequía brutal golpea a Centroamérica y ninguna economía de mercado, aplicada disciplinadamente, puede evitar la hambruna desatada, los campos devastados y los peligros de las explosiones sociales, porque el neoliberalismo no deja a los estados la posibilidad de ampliar los gastos sociales ni siquiera para evitar que medio millón de personas padezcan de hambre, como en Nicaragua.
En Génova, Davos, Seattle, Praga, Washington o cualquier lugar donde se reúnan los
"G" ricos o sus entrañables FMI y Banco Mundial se pasan la vida hablando de luchar contra la pobreza y actuando para aumentarla, diciendo que es necesario elevar la educación y exigiendo a los gobiernos disminuir los presupuestos para ella.
El problema es de decisiones políticas y éticas y del futuro de la Tierra, de reconocer los derechos de todos y no de minorías.
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