Iraq resiste a la furia del imperio

Elson Concepción Pérez

Debiera ser este 17 de julio, aniversario 33 de la Revolución iraquí, fecha de celebraciones festivas y de recuentos victoriosos.

Sin embargo, agresiones militares continuas y sanciones económicas por más de diez años, hacen de la fecha, un recuento de los miles de niños, mujeres y ancianos fallecidos a causa de un bloqueo cruel impuesto por el Consejo de Seguridad de la ONU bajo la batuta de Estados Unidos y Gran Bretaña.

Ante esa realidad, se levanta por días el sentimiento patriótico para un pueblo digno que ha sabido resistir las garras del imperio.

A Iraq, tanto Washington como Londres, intentan ahora imponer una nueva manera de estrangularlo, y para ello han elaborado el borrador de un proyecto de resolución que, de aprobarse, bajo una supuesta "flexibilización al bloqueo", traería nuevas formas de castigo contra el pueblo.

En fecha como la de hoy, no puede obviarse la tristeza de familias enteras que han perdido sus hijos entre los 2 037 que murieron solo en el mes de abril del presente año, 30 veces más de los que fallecieron en igual mes de 1989, antes de que entraran en vigor las sanciones impuestas por el Consejo de Seguridad de la ONU.

Hay que decir, que ese propio Consejo de Seguridad aprobó hace cinco años, el plan conocido como "petróleo por alimentos", que suponía y así se hizo creer al mundo, que ayudaría a resolver las penurias de la población iraquí.

Sin embargo, ese plan, que posibilitó la exportación de crudo por valor de 35 000 millones de dólares, solo ha aportado al país 9 000 millones, mientras que 10 000 millones son usados por la ONU para pagar millonarios salarios a sus funcionarios en Bagdad, los que viven en los mejores hoteles, ruedan los últimos modelos de autos, y tienen presupuestos para la comida de sus perros, muy superiores al de los salarios de un trabajador medio iraquí, como denunciara en La Habana el embajador Mohammed Al Amili.

Otros 16 000 millones de dólares, están congelados en bancos franceses, sin que Iraq pueda disponer de ellos.

El Consejo de Seguridad, que conoce más que nadie que Iraq no tiene armas de exterminio masivo, pretende hacer creer al mundo que las sanciones no se levantan porque Bagdad no acepta nuevos inspectores.

Sobre esta nueva patraña, el mundo debe recordar que, según reconoció la propia ONU, el cuerpo de inspectores enviado a Iraq, estaba encabezado por agentes al servicio de la inteligencia norteamericana.

O es que se pretende, además del castigo de los ataques aéreos reiterados, de las sanciones que han causado 
decenas de miles de muertos, castigar aún más moralmente 
a un pueblo que ha sabido resistir y se ha comprometido a seguir haciéndolo.

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