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No solo de pizza caliente vive el humor

Andrés D. Abréu

Homenaje fue la obra que abrió la jornada del ya finalizado Aquelarre 2001 correspondiente al pasado sábado en la sala Covarrubias del Teatro Nacional. En ella, el actor y director Rigoberto Ferrera, con su personaje Manolo, más que un tributo al ficticio doctor Leovigildo, rindió, sobre el guión de Carlos Fundora, un homenaje a los subgéneros humorísticos. Rigoberto se enfrentó al público con un unipersonal de cuarenta y cinco minutos, como para demostrar que su humor no consiste solo en vender pizzas calientes, desdichadamente enfriadas los fines de semana.

Rigoberto tuvo que asumir en su actuación el canto y el baile (este último poco aportó a la risa) y transitar por la sátira, la parodia, el humor negro (siempre un riesgo al asumir temas), la pantomima y la fonomímica. Todo lo anterior fue dosificado en las diferentes escenas y salteadas por chistes cortos que se integraron de un modo bastante coherente con la historia central. Su gestualidad debió ser más cuidada —funcionó muy bien en la escena de la fonomímica pero estropeó su proyección en la pantomima— y aunque este recurso lo caracteriza, es también un arma de doble filo que puede amenazar su desempeño.

La obra, como espectáculo, no tuvo el mejor comienzo, desequilibrado además por la exageración del suspenso de parte del presentador Kike Quiñones, pero la historia se fue acrecentando aunque con declinaciones y algunos evitables espacios de silencio.

El texto escrito por Carlos Fundora utiliza el tema del ascenso profesional situado en el medio artístico, tema que facilitó el bien aprovechado teatro dentro del teatro como recurso general de la puesta. Otra apelación asumida sin abuso y que ayudó a los giros dramáticos fue el teatro de participación, así como la utilización del diseño de luces y el trabajo de sonido, no como apoyatura, sino como asunto de humor. Vale esto destacarse como instrumento expresivo muy poco utilizado en otras obras que olvidan que estos son elementos constitutivos de toda manifestación escénica.

Homenaje no mata de la risa, pero es una buena propuesta. Al margen de los premios, merece otras funciones después de este Aquelarre.

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