El señor Ashcroft aprendió la lección

NIDIA DIAZ

La modorra del mediodía se había apoderado de todos aquel 28 de septiembre de 1999. Los trabajos y las polémicas habían sido arduos desde que días antes el entonces senador republicano por Missouri, John Ashcroft, presentara en la Cámara Alta una enmienda a ser considerada en la discusión de la Ley de Asignaciones a la Agricultura.

El objetivo de la también conocida como "percha" en la jerga legislativa, era beneficiar al sector agrícola con vistas a que estos pudieran ampliar sus mercados de ventas.

No hacía falta mencionar el santo si estaban dando la seña cuando en una parte del texto se afirmaba: "A partir del momento en que entre en vigor esta ley, se pone fin a todas las sanciones actualmente existentes en materia de alimentos y medicinas".

La enmienda recibió el apoyo de otros senadores como Cristopher Dodd, quien anteriormente había presentado proyectos similares y encontró, por supuesto, el rechazo del sector anticubano vinculado a la mafia miamense dentro del Capitolio.

Fue Jesse Helms quien se levantó para detener a Ashcroft en aquella pretensión de "flexibilizar" el bloqueo contra Cuba en medicinas y alimentos, lo cual beneficiaría, en primer lugar, a los productores agrícolas norteamericanos que contarían, de ser aprobada, con un mercado seguro y que hasta hacía 40 años constituyó un destinatario tradicional.

Los debates fueron muchos y profundos hasta que la votación inclinó la balanza por 70 votos a favor de Ashcroft contra 28 otorgados a Helms. La cifra fue el resultado de ciertas concesiones hechas por el padre de la enmienda quien entre los párrafos que debió añadir para calmar los ánimos de la ultraderecha legislativa se encontraba aquel mediante el cual, "para ciertos países las ventas se realizarían por un sistema de licencias anuales y estos no podrían recibir financiamiento con fondos federales".

Por el carácter bicameral del Congreso norteamericano, para aprobar definitivamente un ley se hacía necesario conciliar los textos de ambas cámaras y para ello se crea el llamado Comité de Conferencia, integrado por senadores y representantes.

El 21 de septiembre, cuando el referido Comité se reúne se constata que la dirección de ambas cámaras, presentan a los legisladores un texto que no tenía en cuenta la famosa Enmienda Ashcroft a la cual ni se le menciona, como si nunca hubiera existido.

Fue tan burda la maniobra que los senadores se oponen y vuelven a aprobarla pero esta vez tal y como era originalmente, obviando los párrafos conciliatorios que se le habían adicionado posteriormente.

A la sazón se había recibido una carta del Presidente de la Federación de Agricultores norteamericanos en la que se advertía a Ashcroft no aceptar ninguna ley salvo que esta incluya entre otros puntos "una redacción que elimine las sanciones agrícolas contra Cuba".

Sin explicaciones, el Comité de Conferencia suspendió sus sesiones y solo en el amodorrado mediodía del 28 de septiembre de 1999, al revisar su correo electrónico el conservador senador por Missouri, lee un mensaje en el que los presidentes de la Cámara y del Senado le comunican que habían decidido suprimir la Enmienda y por tanto "el Comité de Conferencia ha terminado y no volverá a reunirse".

Aquello había sido un golpe tan demoledor que el propio Ashcroft, afirmó en un discurso de denuncia ante el resto de los legisladores: "El proceso democrático ha colapsado y se inició el proceso autocrático".

"Lo hecho por los dirigentes republicanos al suspender el proceso democrático —agregó—, es una injuria, que hace perder la confianza en el sistema".

Y henos aquí, casi tres años después de haber visto al principal denunciante del colapso del sistema democrático norteamericano a manos de la ultraderecha anticubana en el Congreso de los Estados Unidos, almorzando ahora tranquilamente con siete connotados terroristas gusano-americanos en un restaurante de Miami.

El mismísimo que en horas de la noche del mismo día, cena en la propia madriguera de la ultraderecha anticubana con el principal cabecilla de la Fundación Cubano-Americana, cuyos millones sirvieron para hacer desaparecer en horas su sonada Enmienda con la que casi tres años atrás, refrendaría el compromiso con sus electores.

Cierto es que hoy John Ashcroft representa algo más que a los agricultores de Missouri. Es nada menos que el hombre que debe impartir la "justicia" bajo el reinado del emperador George W. Bush y tiene bajo su égida al FBI, el servicio de inmigración, los fiscales y las cárceles federales.

No obstante, al conocer su exhibicionismo público con la mafia anexionista habría que pensar que Ashcroft aquel 28 de septiembre de 1999, sufrió un derechazo tan grande que tras hacerle temblar las piernas lo arrojó a la lona.

O que finalmente comprendió que la mafia anticubana, anexionista y terrorista, fue creada como un Frankenstein para servir a los intereses ideológicos, políticos y económicos de Washington.

Subirtop.gif (129 bytes)