Hipocresía y chantaje en el mundo unipolar

ELSON CONCEPCION PEREZ

Todo parece indicar que utilizando al dios dinero como elemento de presión, Estados Unidos impuso su condición de que Yugoslavia solo sería ayudada económicamente, si entregaba al ex presidente, Slobodan Milosevic, al Tribunal de La Haya.

AP   

Múltiples son las manifestaciones en Belgrado y otras ciudades yugoslavas en rechazo a la extradición de Milosevic.

En marzo pasado hizo algo similar. Esa vez, la condición de entrega de una ayuda de algo más de 50 millones de dólares, establecía la obligación de que Milosevic fuera puesto en prisión, y así se hizo.

Ahora, un día después de la extradición de Milosevic a una cárcel en La Haya, la llamada conferencia de donantes, celebrada ayer en Bruselas, alcanzó el compromiso de entregar 1 250 millones de dólares a Yugoslavia, de los cuales Estados Unidos divulgó su decisión de aportar 181,6 millones. 

A Washington le estorba ahora Milosevic, y para ello no recuerda al hombre que siendo presidente de la Federación Yugoslava, firmara en Dayton, Estados Unidos, el acuerdo que, auspiciado por el gobierno norteamericano, permitía la entrada de fuerzas armadas de la OTAN en Bosnia-Herzegovina con el pretexto de poner fin a la guerra interétnica que allí se libraba.

Milosevic, esta vez utilizado como moneda de cambio por la administración estadounidense, fue el mismo que firmara otro acuerdo, también exigido por Washington, de permitir la entrada en Kosovo de las fuerzas de la OTAN que, junto con el retiro de las tropas serbias de aquella provincia yugoslava, puso fin a los más bárbaros bombardeos a que fuera sometido el país balcánico, y causaran más de mil muertos entre los civiles, entre ellos 80 niños, y la destrucción de escuelas, hospitales, fábricas, embajadas, estaciones de televisión, viviendas, centros religiosos y otros.

Mucho antes, cuando el campo socialista europeo se vino abajo, también los gobiernos instalados en la Casa Blanca apoyaron las que llamaron entonces "reformas" al estilo occidental, al referirse al proceso socioeconómico y al auge de la economía de mercado, así como al multipartidismo también introducido en Yugoslavia.

Estados Unidos en particular, como Occidente en su conjunto, aceptaron a Milosevic como "un factor de paz y estabilidad en los Balcanes", según declararan los gobernantes de Washington en 1995, a raíz de los graves conflictos étnicos y religiosos que ya se avizoraban en Yugoslavia.

Luego de los bombardeos de la OTAN y Estados Unidos a Yugoslavia en 1999, ese engendro judicial creado por el Consejo de Seguridad de la ONU, el llamado Tribunal Penal Internacional contra los crímenes en Yugoslavia, ha dedicado todas sus fuerzas en la cacería de Slobodan Milosevic.

Es oportuno recordar que cuando el actual gobierno de Belgrado quiso exigir que se condenara también a los responsables de la OTAN que ordenaron los bombardeos contra su país, este Tribunal de La Haya se opuso enérgicamente, asegurando que "la actuación de la OTAN no constituye un crimen".

Para que se tenga una idea de la magnitud de este funesto precedente que se crea con la entrega de un ex presidente a un Tribunal internacional y no ser llevado ante los tribunales en su propio país, baste citar un despacho de AFP que se refiere a un comunicado emitido por el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, donde "aplaude el traslado de Milosevic al Tribunal Penal Internacional, de La Haya".

Y, en Bruselas, Javier Solana, el mismo hombre que siendo secretario general de la OTAN dio la orden de bombardear a Yugoslavia, declaró hipócritamente que "hoy es un día histórico para la justicia", y se refiere al "valiente paso dado por el gobierno serbio hacia Europa".

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