 La irresponsabilidad coquetea con la muerte Alberto Núñez Betancourt
Solo Omar logra a duras penas relatar los amargos momentos que en el mar pasó junto a Ramón, Josué, René e Ismael. En realidad ninguno se ha logrado reponer de su coqueteo con la muerte. Sin embargo, estar de vuelta en Cuba, aunque sus intenciones de tocar tierra estadounidense se hayan frustrado, significa el mayor alivio y seguridad
Creo que nos salvó el azar —plantea Omar Francisco González—, porque parecía que aquel barco mercante nos tragaba de un bocado. El mar es tan violento que allí uno tiene la vida en un hilo.
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JORGE LUIS GONZALEZ |
Omar relata a los reporteros cuán cerca sintió la muerte.
Los contratiempos anteriores se quedaron chiquitos ante los apuros que vivió este quinteto cuando pasado el tercer día de navegación, justamente en la noche cerrada del 20 de junio, su frágil embarcación, compuesta por cuatro cámaras unidas por sogas y sacos, era nada ante un gran buque de alto calado al que ellos le calcularon unos 200 metros de eslora.
Tuvimos que maniobrar fuertemente con los remos plásticos, también rústicos hechos a la carrera antes de la partida
—prosigue—, mientras muestra a los reporteros las manos ampolladas. No nos vieron o no quisieron vernos, pues hasta una bengala les lanzamos. Pudimos evitar la colisión que hubiese sido fatal, pero siempre nos golpeó el lógico oleaje que provoca su paso.
Fue ese el sofocón mayor vivido por este grupo de viajeros ilegales que salió en las últimas horas del domingo 17 de junio por playa Baracoa, provincia de La Habana. Pero luego vinieron otros. Próximos a la meta que establece la Ley de Ajuste Cubano, se quedaron sin agua para beber, trance que lograron salvar gracias al auxilio de una lancha de pescadores.
Mas cuando la sed se presentó de nuevo insoportable y probaron suerte con otro pesquero que pasaba, recibieron por respuesta la indiferencia y a pesar de los muchos ruegos, los tripulantes decidieron llamar al servicio de Guardacostas.
Con el regreso a Cuba de estas cinco personas suman 3 037 los devueltos por vía marítima desde la firma de los acuerdos migratorios en 1994.
El diálogo con algunos de los inmigrantes ilegales repatriados a Cuba en todos estos años revela a las claras la doble moral de las autoridades estadounidenses; por un lado en su Sección de Intereses en La Habana niegan visas a personas que
si en cambio se someten a los muchos peligros que entraña una travesía de casi un centenar de millas náuticas, y tocan tierra de la Florida o sus cayos adyacentes, son recibidos como héroes. Ello forma parte del show propagandístico contrarrevolucionario.
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