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Lo primordial: ¡jugar a la pelota!

SIGFREDO BARROS

Si los más de dos millones de alumnos de primaria, niñas incluidas, practicaran béisbol como uno de los deportes motivo de la clase de educación física (oficial a partir de septiembre), nuestro país contaría con una cantera más sólida para el imprescindible relevo de generaciones en todas las categorías. Lo importante, por tanto, es jugar a la pelota.

Esa, a mi modo de ver, fue la conclusión más importante de las aproximadamente tres horas de reunión dedicadas a la estrategia del béisbol cubano en el ciclo olímpico 2001-2004, durante las cuales se analizaron y debatieron múltiples aspectos con amplio espíritu crítico y, sobre todo, imbuidos todos los participantes —directores provinciales de deportes, comisionados, entrenadores, atletas retirados y activos, prensa especializada—, de que la necesaria masividad no es maná que cae del cielo, sino fruto del esfuerzo mancomunado de todos.

El béisbol no es en Cuba un deporte más. Humberto Rodríguez, titular del INDER, enfatizaba la importancia política e ideológica de la pelota, como parte de nuestra identidad cultural, y son nuestros niños los principales receptores. Por eso hay que aprender jugando, sin absurdos campeonismos, con un sentido eminentemente práctico, sin importar si existe o no un terreno con todas las de la ley, con la escuela como célula principal de todo este movimiento.

El primer paso está dado: el abastecimiento de pelotas. Como siempre, los trabajadores de la Industria Deportiva respondieron positivamente y ya en el mes de septiembre el país contará con 100 mil, de distintos pesos, y se continuará la producción en lo que resta de año, así como la de los módulos (bate, pelotas y nueve guantes) para su utilización en las escuelas primarias y secundarias y los concentrados municipales de las categorías 11-12 y 13-14.

El béisbol cubano cuenta en estos momentos con una reserva de alto rendimiento de 301 jugadores, divididos en 83 mayores, 83 juveniles, 90 en 15-16 y 45 en 13-14. Esta última cifra es alarmantemente baja y convierte a esa categoría en la más débil competitivamente.

En un amplio informe rendido por el director nacional de béisbol, Carlos Rodríguez, se hizo hincapié en la necesidad de confección de textos y videos de índole técnica, con especial atención a la divulgación de nuestra escuela cubana de béisbol, un concepto que, a todas luces, necesita de una mayor profundidad teórica.

También hubo un llamado urgente al mejoramiento de los terrenos, muchos de ellos —incluso cabeceras de provincias—, en pésimo estado, lo cual acarrea nefastas consecuencias, entre ellas lesiones a los jugadores y un empobrecimiento de la defensa, el talón de Aquiles del béisbol cubano. En la venidera XLI Serie Nacional el estadio que no reúna las condiciones óptimas no será autorizado a ser sede.

La Dirección Nacional de Béisbol tiene entre sus objetivos inmediatos la ayuda a provincias de menor desarrollo, como Las Tunas, Cienfuegos, Matanzas, la Isla de la Juventud (en categorías inferiores) y Ciudad Habana, esta última necesitada de un entrenador de pitcheo (ya Julio Romero está a cargo de esa función en la capital) y de asesoramiento en la dirección de equipos. Y fue objeto de una larga discusión el tema del traslado o préstamo de jugadores de una provincia que no los utiliza a otras necesitadas. Para unos, esta práctica pone en peligro el desarrollo. Para otros resulta necesaria, pues de lo contrario veremos año tras año a los mismos equipos clasificados para los play off. Sin duda, aquí hay mucha tela por donde cortar y se necesitaría un comentario aparte para tratarlo con toda profundidad, como también el de la necesidad de resucitar la eliminada Liga de Desarrollo. Pero, a largo plazo, la solución es solo una: miles de peloteros jugando todo el año, desde las primeras edades, en la escuela primaria, pues lo que no se hace en las categorías inferiores, después resulta imposible conseguirlo en las de mayores.

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