Como un edificio en medio del mar, el buque
San Pascual echó su ancla en 1933, a 16 millas del puerto de Caibarién y
allí transcurrió la mayor parte de su existencia que incluye ahora su
utilización para el disfrute turístico.
Sin
dudas, una rareza naval, el San Pascual, construido todo de hormigón en
1920 en California, Estados Unidos, junto a otros tres similares, hizo a
Cuba su primera travesía, para transportar petróleo.
Con 132 metros de eslora y un peso muerto
de 6 770 toneladas, este barco resultó un cuerpo muy pesado para la
navegación y después de algunas ubicaciones temporales, desde hace 65
años, comparte las aguas cercanas al puerto de Caibarién, con la fauna
marina, barcos mercantes y pescadores.
Base militar de Estados Unidos, prisión
ocasional de soldados y oficiales del ejército de Batista en 1959 y
albergue de deportistas en algunas competencias de pesca deportiva, no
cambiaron su función principal de almacén de mieles.
Marinos
de diferentes latitudes, en su paso por el puerto, muestran curiosidad
ante la figura de hormigón y su larga historia de inmovilidad.
Ser toda una atracción de la náutica se
une a su privilegiada ubicación cerca de Las Brujas, Ensenachos y Santa
María, trío de la cayería nordeste de Villa Clara enlazados con tierra
firme por un pedraplén de 48 kilómetros, el más largo de Cuba, y se
convierte el San Pascual en interés de los visitantes.
Por
eso ahora hermosamente remodelado, cuenta con ocho camarotes,
restaurantes, bar y tienda y exhibe entre sus ofertas una pequeña base
náutica y condiciones para el buceo y la pesca, así como también y a
pocos minutos de traslado en barco, 17 kilómetros de hermosas playas
vírgenes.
El San Pascual, convertido en instalación
turística continúa como curiosidad de la navegación, donde un día se
silenciaron sus inmensas máquinas y ni ciclones o huracanes lograron
moverlo de su firme posición. (AIN)