 A Tomás le sobra valor VENTURA DE JESUS MATANZAS.—Tomás Valor oyó contar muchas veces, siendo muy niño, la historia de un director de pelota que solía ganar con un equipo en el que no abundaban las estrellas. "La salvación de un team son la disciplina y la entrega", le gusta repetir hoy cada vez que se habla de la angustia de los equipos matanceros en las últimas series nacionales.
Valor (izquierda) junto al astro Jorge Luis Valdés.
Este moreno de 37 años de edad tiene el singular mérito de haberse desempeñado en nuestros clásicos en tres "posiciones" distintas: como atleta, cargabates y fisioterapeuta.
Oriundo del antiguo central Tinguaro (hoy Sergio González), Tomás procuró desde pequeño seguir los pasos de peloteros de la talla de Orestes Baró, Otto Justin, Angel Hernández e Isidro Borrego, hombres de esa zona del centro de Matanzas que hicieron historia en la pelota en distintas épocas.
Con más perseverancia que talento, Tomás Valor logró integrar los equipos de esta provincia en el año 1973. Su debut fue como lanzador. "Jugué muy poco. Tenía en la bola pero era muy wild, y finalmente afronté problemas con mi brazo de lanzar", confiesa con cierta nostalgia.
Tanto es su amor por el deporte de las bolas y los strikes, que decide quedarse entonces como cargabates mientras continúa sus estudios. "Aprendí mucho en esa función que muchos subestiman pero que, como cualquier otra, requiere de dedicación y seriedad. Desde ese puesto también se aporta a la victoria de un conjunto."
Una vez concluidos sus estudios, apostó a quedarse con los equipos yumurinos, pero entonces como fisioterapeuta. Comienza así una carrera que ya se extiende a 17 años, período durante el cual Tomás Valor ha acumulado méritos suficientes que le han valido para ser elegido Vanguardia Nacional en tres ocasiones. Actualmente ostenta la medalla Mártires de Barbados.
Refiere que el fisioterapeuta debe estar siempre atento al desarrollo del juego e incluso prever el percance de determinado atleta. "El pelotero agradece nuestro servicio, sobre todo los lanzadores. Eso reconforta a uno, pues ve la utilidad de lo que hace. He tenido que ver con la rehabilitación de serpentineros como Jorge Luis Espinosa, Iván González y Jorge Endri Castellanos, por citar a algunos".
Valor acompañó al equipo cubano que en 1991 se tituló en el torneo de Clubes Campeones, pero sus mayores alegrías están asociadas al título que se agenció Citricultores y los dos años en que ganó Henequeneros. El mayor infortunio, reconoce, fue aquel año en que Matanzas estaba a punto de saborear la victoria en su única Selectiva y ocurrió la debacle en la recta final. "Con solo ganarle un juego a Ciego de Avila éramos los campeones, pero no pudimos y luego Pinar del Río nos despachó en tres ocasiones... Se nos fue el campeonato de las manos".
Aunque admite que no le gusta hablar sobre el tema, los resultados del béisbol en la provincia en los últimos años le mortifican sobremanera. "Yo soy de los que se les quitan los deseos de comer y luego ni duermen cuando el equipo pierde...
Y últimamente no hacemos más que salir a perder".
Valor confía, sin embargo, en el trabajo que se viene realizando en el territorio para mejorar el béisbol, y tiene las esperanzas cifradas en Sile Junco, quien llevará las riendas del conjunto matancero. "Además de la disciplina y el rigor que impone en el juego, a uno le queda la impresión de que con Sile el atleta se entrega de manera completa, como si jugaran para él."
No es sorprendente entonces la aseveración del fisioterapeuta Tomás Valor. "En ese propósito de darle un vuelco a la pelota en el territorio no me queda más remedio que echar el resto, tal y como lo harán los peloteros. Valor es lo que nos sobra".
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