PARIS, 24 de junio (PL).— Algo que por habitual y establecido ya no
suele ser noticia, lo fue nuevamente este fin de semana en París: Europa
está cautivada con la música cubana, ante la cual se rinde con placer.
Enmarcada en el Festival Latino, cita que desde hace cinco años se
celebra en las afueras de esta ciudad, en el parque Disneylandia, la
presentación de la jornada de Cuba logró acercar a la Isla a varios
miles de europeos, principalmente franceses, mediante la magia de los
ritmos cubanos, unos de los más contagiosos del mundo.
Primero de una manera indirecta los participantes en el Festival, que
cuenta, entre otros, con el auspicio de Cubana de Aviación y la agencia
de viajes Sol y Son, tuvieron un primer contacto con los acordes criollos
cuando estos movieron a varias parejas en un concurso de baile.
Estimulados por un viaje a la isla, premio a los mejores, los
bailadores combinaron técnica y ritmo y derrocharon imaginación, pues la
recompensa es el sueño de muchos habitantes del Viejo Continente, y ahora
estaba ahí, al alcance de la mano, o de todo el cuerpo, empezando por los
pies.
Pero el plato fuerte del Festival Latino resultó la presentación de
destacadas orquestas cubanas, entre ellas Manolito Simonet y su Trabuco,
encargado de abrir la celebración.
En su segunda actuación en estas citas, en la que participan artistas
de Colombia, Venezuela, República Dominicana y Puerto Rico, Simonet
manejó a su antojo a un público ávido de buena música bailable.
El encuentro, declaró más tarde el artista cubano a Prensa Latina,
demuestra una vez más que nuestra cultura musical-danzaria está
insertada en casi todo el mundo, sobre todo aquí en Europa, a pesar de
las barreras idiomáticas.
Añadió que el festival da la posibilidad de difundir lo que la nueva
generación de músicos cubanos está haciendo. En medio de una
aceptación creciente, el joven músico reconoce tener influencias de los
Van Van o Enrique Jorrín, al tiempo que rehuye encasillar sus