 Trampas geográficas ¿De
qué color son los continentes? ALEXIS SCHLACHTER
Cualquier persona puede señalar sin equivocarse los colores de dos continentes: Africa es negra, mientras la Antártida tiene una coloración blanca innegable e inobjetable.
En este último caso, ese gigantesco territorio de más
de 13 millones de
km² que acumula el 90 por ciento de todo el hielo terráqueo, tiene bien puesto el sobrenombre, desde el momento en que, físicamente, el color blanco domina toda la geografía del lejano paraje sureño. El blanco para ese continente es asumido desde el punto de vista físico como el color dominante. Y así lo prueban, sin duda alguna, las fotos tomadas por satélites.
Si aplicamos igual parámetro a Africa... ¿el color negro se deberá acaso a que un portentoso manto de petróleo cubre a todo el continente? Por supuesto que no. Africa, vista desde las alturas, tiene coloración predominantemente verde y amarilla debido a sus selvas y a las arenas del mayor desierto de la Tierra, el Sahara, con algo más de 9 millones de
km², área solo inferior a la de las cuatro naciones más grandes, en extensión, del planeta (Rusia, Canadá, Estados Unidos y China).
El lector conoce que el continente africano es denominado negro en los medios de comunicación internacionales por el pigmento de la piel de sus habitantes y no debido al color físico de sus 30 millones de
km² de áreas boscosas y desérticas.
Justamente aquí, se abre una interrogante que no será tan fácil contestar: ¿por qué en el caso de la Antártida lo de continente blanco tiene que ver con la coloración predominante en su territorio mientras al mencionar Africa negra no se sigue igual patrón, sino otro bien diferente, el étnico?
La respuesta no está dada por congreso internacional alguno de la ciencia geográfica, ni siquiera podemos buscarla en la Real Academia Española. Esa sutil diferencia para determinar el color predominante en dos continentes se relaciona con los poderosos medios informativos de este mundo globalizado. Los mismos que, curiosamente, no ofrecen color alguno para denominar, de manera alternativa, ni a Eurasia, ni a América, ni a Australia. ¿Por qué?
CONTINENTES SIN COLOR
Si Africa es el continente negro debido al color de la piel de sus habitantes y a la Antártida se le conoce como el continente blanco por ser un gigantesco reservorio de hielo, los medios de prensa internacionales tienen no uno, sino dos puntos de partida diferentes para escoger a gusto y sobrenombrar al resto de las grandes masas terrestres. Africa es el continente negro..., la Antártida tiene color blanco. ¿Por qué el resto de los continentes carece de tinte alguno?
Sin embargo, desde el ángulo étnico, invitamos al lector a que busque —infructuosamente se los
adelanto— un solo párrafo dedicado a un "continente blanqui-amarillo" (Eurasia); América, donde tiene su asiento el país más poderoso de la Tierra
—Estados Unidos de América— carece de sinónimo.
La Europa blanca que se jacta de ser continente independiente de Asia cuando es solo un apéndice geográfico (península) de esta, tampoco lo tiene. Más aún, ni siquiera lo reivindica un solo medio de prensa de la zona. Pensándolo bien... ¿quién se atrevería a quitarle ese sinónimo primigenio a la América, donde se encuentran ubicados geográficamente los poderosos Estados Unidos de América, racialmente blancos? Ni pensarlo....
¿Y por cuál motivo la prensa norteamericana no lanza campaña alguna para reivindicar la blancura del continente donde se halla enclavado? Tarea espinosa y controvertida endilgarle el sobrenombre de continente blanco a toda América, desde el ángulo étnico, simplemente por tener mayoría blanca el coloso norteño pasando por alto a naciones donde hay fuerte presencia
—mayoritaria— de descendientes de indios como México, Guatemala, Perú y Bolivia. O echar por la borda la realidad negra y mestiza del Caribe.
Y aun aceptando la forzada división geográfica de Eurasia en Europa y Asia como continentes independientes, a este último sería difícil, también políticamente, endosarle lo de
"continente amarillo".
Porque 20 naciones asiáticas, de 47 estados independientes en esa parte del mundo, son étnicamente blancos. ¿Acaso son de piel amarilla, baja estatura y ojos rasgados los iraníes, israelíes, sirios, indios, chipriotas, turcos, sauditas, iraquíes, etc.? Mencionar en los medios de prensa internacionales a Asia como el continente amarillo podría traer consecuencias desagradables particularmente en el caso de los israelíes, asiáticos amigos cercanos de los Estados Unidos de América. Pero también con Rusia. Los ciudadanos rusos, sea Europa o Eurasia el punto de referencia, ¿qué serían?... ¿asiáticos?... ¿europeos?...
Entonces, ni continente blanco para Europa ni amarillo dando color a la otra parte de Eurasia. Con Australia sería igualmente delicado el asunto ¿Compitiendo por el nombre con la América de Estados Unidos y olvidando, de paso, la realidad étnica cobriza de una parte de los pequeños estados de la zona
de Oceanía donde se encuentra este continente de más
de 7 millones y medio de
km²? ¿Enfrentar Australia simultáneamente al coloso norteamericano y a la poderosa Europa para reivindicar el color blanco por el pigmento mayoritario de la piel de su actual población? ¿Olvidar el color oscuro de sus aborígenes?
DESPEJANDO UNA INCOGNITA
Quienes diseñan las estrategias informativas de las grandes transnacionales de la información conocen perfectamente los inconvenientes de colorear a todos los continentes por motivos étnicos. De paso, saben de la similitud colorística en los extensos territorios de América, Eurasia y Australia. Demasiado parecidos desde ese ángulo para establecer diferencias. Y han decidido pigmentar solo a dos, partiendo de puntos de vista diferentes y sin tener en cuenta más que intereses políticos.
¿Y no puede traer graves complicaciones el colorear de negro a Africa conociendo, como se sabe, que étnicamente hay naciones enteras con piel blanca? ¿Que hay alrededor
de 160 millones de habitantes autóctonos del norte africano con la piel blanca?
Esa cuenta la han sacado muy bien los monopolios de la información mundial. ¿Qué pueden hacer naciones del Tercer Mundo en la zona por impedir esto? ¿Ninguno de ellos tiene a su disposición grandes cadenas informativas propias o editoriales de amplia demanda que lleguen con su verdad a todo el planeta? ¿O un poderío económico mancomunado a tener en cuenta? En cada caso, respuesta negativa.
Colorear de negro a un continente donde coexisten naciones étnicamente oscuras y blancas, recuerda sutilmente la esclavitud, el poderío de los colonialistas, la sumisión a sangre y fuego de pueblos enteros. La supremacía del señor poderoso, inteligente, superior, de piel muy clara. Y olvidar, de paso, que una nación étnicamente blanca como Egipto, a orillas de un río africano, el Nilo, aportó avances a la Humanidad. O que Africa ha sido la cuna del hombre.
Si no hubiera malas intenciones... ¿por qué ni una sola cadena informativa del llamado
"mundo occidental" ha intentado, siquiera por un día, darle a Africa el color de sus tierras y no el de la piel de una parte de sus habitantes?
He ahí, al desnudo, lo que podemos denominar manipulación política de un término geográfico como lo es el de los continentes y su presencia en la prensa.
O dicho de manera más simple y directa: una trampa geográfica.
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