Aniversario 25 de la FELAP

La verdad sobre la libertad de prensa

ERNESTO VERA

Más de medio siglo ha transcurrido desde el día que fue secuestrada por el capital imperial y sus lacayos una de las libertades nacidas de la independencia de los países de nuestra América, la libertad de prensa.

Desde entonces, los dueños de las más ricas publicaciones estadounidenses, canadienses y de las naciones de América Latina y el Caribe, determinan absolutamente en qué consiste su ejercicio, quiénes son los capacitados para ejercerla y cómo se realiza en la práctica en cada país de nuestra región. Por supuesto, son los medios privados, especialmente los más poderosos, los únicos con todas las condiciones para considerarse aptos y contar con el aval de la institución que se arrogó todos los derechos consagrados en las constituciones de los países que les dan vigencia. Su nombre es la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y fue fundada en Nueva York en 1950 mediante lo que se llamó el golpe de la Agencia Central de Inteligencia (CIA).

Ella enarbola la bandera de libre flujo informativo, mientras desarrolla la acción unilateral de Una sola voz para varios mundos. ¿De cuánta infamia es cómplice esa voz dominante que pretende ser única? Bastarían las más de cuatro décadas de campañas de propaganda insidiosa contra Cuba para conocerla en sus verdaderos intereses y, sobre todo, en la ausencia total del más elemental sentido ético que la ha caracterizado siempre.

No obstante, ese largo tiempo de dominio ha sido también de un combate sostenido de los verdaderos periodistas que surgieron en las propias filas de la SIP y se han mantenido en la denuncia consecuente de ese instrumento regional del engaño. Desde 1951, fecha del primer llamamiento por la unidad de los profesionales de la prensa, se fue muy preciso en reclamar para las auténticas representaciones de las organizaciones de periodistas, sin intereses comerciales que lo impidan, el derecho de "realizar un primer congreso que reúna las instituciones referidas de todo el periodismo latinoamericano a fin de estudiar y garantizar el ejercicio de la libertad de información y de prensa y solucionar los múltiples problemas gremiales que les son comunes para la jerarquización profesional".

Un cuarto de siglo después, en febrero de 1976 en la ciudad de México, era reiterada la idea de rescate de la libertad de prensa en la convocatoria para el Congreso que fundaría a la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP) en junio de ese año: "Se ha evidenciado así el anhelo que anima a los periodistas latinoamericanos, que consiste en un profundo deseo de superar el aislamiento en que hemos permanecido durante décadas, y que ha permitido que los empresarios de la prensa asociados a la corporación denominada SIP, usurparan la representación y se permitieran emitir juicios respecto a la libertad de prensa".

Esas bases condujeron al Congreso fundador de la FELAP y a su proclamación de principios bien contundentes sobre los objetivos y acciones de los periodistas de la región al expresar que "reconoce el carácter continental de la lucha de los pueblos contra la opresión y sostiene que solo de ella surgirá la gran patria latinoamericana" y "enarbola las banderas de la liberación de América Latina y estrecha filas en la lucha contra las corporaciones transnacionales y la dominación del imperialismo norteamericano".

La definición sobre la libertad de prensa que hicieron los fundadores de la FELAP tendrá vigencia creciente y encuentra en Cuba su única forma de ejercicio pleno en la práctica: "La libertad de prensa la concibe como el derecho de nuestros pueblos a ser oportuna y verazmente informados y a expresar sus opiniones sin otras restricciones que las impuestas por los mismos intereses de los pueblos".

Este resumen de la manifestación del fenómeno en nuestra región está unido al combate por el Nuevo Orden Internacional de la Información y la Comunicación (NOIIC) proclamado por los Países No Alineados desde 1973 y convertido hace alrededor de dos décadas en la UNESCO, mediante los estudios de la Comisión McBride, en Un mundo, voces múltiples. Aquel movimiento —más justo en nuestros días de megafusiones— era en esencia una lucha por rescatar la libertad de prensa usurpada por el poder colonial e imperial.

Muestra elocuente de la coincidencia internacional en la demanda de justicia en el campo de la información son los derechos proclamados por la UNESCO en 1980. En ellos están presentes dos aspectos centrales que serían garantía suprema para el ejercicio pleno de la profesión periodística: "la libertad de los periodistas y de todos los profesionales de los medios de comunicación, una libertad inseparable de la responsabilidad". Así como que "Este nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación debe basarse en los principios fundamentales del derecho internacional, de acuerdo a la Carta de las Naciones Unidas". Es comprensible la actitud de rechazo del imperio porque se trata del rescate de la libertad de prensa para los periodistas responsables ante sus pueblos y también el establecimiento de bases que impidan la desinformación sistemática, al tener que responder a los acuerdos y leyes de la comunidad internacional. Las transnacionales proclaman Voces de la libertad con un pensamiento único y la mejor de las leyes, la que no existe.

El apretado recordatorio contenido en estas líneas se hace muy actual al iniciarse en La Habana la reunión del Comité Ejecutivo de la FELAP y celebrarse también el primer cuarto de siglo de su fundación.

Para nosotros, los periodistas cubanos, es un aliento adicional en el combate de las ideas y en la lucha por llevar a la ofensiva una verdadera concepción de la libertad de prensa que fue proclamada por los delegados que crearon la FELAP. Ellos juraron luchar por Un periodismo libre en patrias libres y nosotros les respondemos que estaban en lo cierto. También contestaron con sus vidas seiscientos periodistas desaparecidos y asesinados en estos veinticinco años. Son los mártires de la libertad de prensa usurpada, distorsionada y envilecida, que pretende tener y mantener al mundo al revés.

La FELAP, ejemplo de firmeza y dignidad profesional, sintetizó ciertamente el camino a seguir, cuando en su último Congreso acordó el Manifiesto por un Nuevo Periodismo, que en uno de sus párrafos dice: "En este llamamiento rechazamos el rol que nos pretende asignar el `Manual' de la deontología neoliberal. Y, a la vez, nos sumamos a todos los periodistas del mundo que resisten y desde la reflexión y la acción intentan nuevas experiencias por la construcción de un periodismo que no quede condenado a ser polea de transmisión del modelo informativo y comunicacional impuesto por los dueños del dinero. Queremos compartir, pues, sin exclusiones, el desafío de recuperar enteramente el lugar de las utopías negadas por quienes procuran hegemonizar para siempre el campo de las ideas".

De todas las mentiras organizadas, la libertad de prensa representa la que más ha llegado a confundir a no pocas personas, incluidos algunos colegas. Se convirtió en lo opuesto de la censura de los regímenes militares que, mediante golpes de Estado inducidos por el imperio, limita mediante decreto la información. Esta censura abierta y oficial ha ayudado a dar una imagen de libertad a la que es la censura mayor aplicada permanentemente por el poder del dinero. Una y otra tienen igual paternidad con la diferencia del carácter transitorio de la más visible. Las dos, sin embargo, representan el daño del engaño orientado contra la honra y los intereses de la humanidad. Es la libertad ilegítima a la que se refirió Simón Bolívar.

Por nuestra parte, a la ofensiva con el poder de la verdad de los pueblos, nuestra libertad de prensa verdadera.

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