 abrecartas
A cargo de GUILLERMO CABRERA ALVAREZ
Fui sometida a una operación de rodilla en
el Instituto de Reumatología donde recibí una atención esmerada. Estuve ingresada 56
días y luego, dos semanas más. Los médicos sugirieron completar el tratamiento con
balneoterapia. Mi esposo y yo fuimos al Balneario Ciego Montero, en Cienfuegos. Amor,
empeño no lo expresan todo, pero tienen en el vestíbulo su bien ganada bandera de
Vanguardia Nacional del Sindicato de Trabajadores de la Salud. Diez días maravillosos e
inolvidables.
Mi cuento de hadas no tuvo un final feliz.
Para regresar a La Habana optamos por la Asociación de Transporte por Omnibus (ASTRO). Lo
abordamos en la terminal de Cienfuegos el 4 de marzo del 2001, en el turno de las diez de
la mañana, en el carro 2914.
Al chequear los boletines un vigilante de la
AGESP, luego de comprobar las identidades, le dijo a mi esposo de forma brusca que el
maletín debía ser expedido. El le explicó que debido a mi operación nos bajaríamos en
las Ocho Vías, pues vivimos en Guanabacoa. De forma inadecuada ratificó que el equipaje
iría al maletero, y agregó que el chofer estaba en la obligación según una
ley de darnos el equipaje al bajar.
Fuimos testigos, en el salón de espera, de
situaciones desagradables. Los miembros de la AGESP avasallaban a los pasajeros,
exigiéndoles incluso despachar hasta los maletines de mano. Nadie intervino.
A la hora de abordar el ómnibus me dirijo al
encargado de los equipajes, que en ese momento colocaba los bultos, para explicarle los
motivos por los cuales necesitaba que mi maletín quedara cerca de la puerta. No me dejó
hablar, gritó y se retiró. Al verlo tan malhumorado y descompuesto, y estando allí dos
miembros de la AGESP, dos trabajadores de la terminal y un policía, me dirijo, en el tono
más bajo posible al custodio (casi siempre logro comportarme así ante tales maltratos),
y este, con una buena dosis de mala educación, ratificó la obligación de darme el
maletín cuando bajara. El otro le ordena: "No hables más con ella, tú no estás
aquí para hablar con nadie, si viene el inspector te sanciona".
Ya en el ómnibus quedamos sorprendidos cuando
nos asomamos al pasillo y vimos ¡cuatro maletines! junto al chofer, obstaculizando la
salida. Las reglas tienen excepción, pero no sabía que las "leyes", también.
Al llegar al "Conejito" le hablo al
chofer para que nos sacara el maletín, pues nos quedábamos en las Ocho Vías. La
respuesta fue: "Hay una ley en la terminal que no permite sacar equipajes del
maletero hasta llegar a La Habana". Recibí un nocaut. Respiré, me controlé y con
educación le expliqué lo que me habían informado los agentes. Inflexible. Le cuento mi
problema, le muestro mi cicatriz. Respuesta: "Los `garangaos' tienen sus leyes allá,
nosotros tenemos las de aquí.''
Me bajé en las Ocho Vías y mi esposo
continuó viaje para recoger el equipaje y perder, como consecuencia, dos horas para
regresar.
Hechos como este empañan el esfuerzo de
millones de trabajadores que día a día luchamos por construir una sociedad justa,
solidaria y humana. (Elisa Yanes Rodríguez, Reparto Mañana, Guanabacoa)
La carta es de marzo, y
lamentablemente la leí hoy. ¿Pasó el tiempo y debo dar por sobreseída la causa? No,
una persona ha sido duramente maltratada y la vejación no debe quedar impune.
Nadie tiene derecho a pisotear a un semejante,
¡nadie! Los cuerpos de protección destacados en las terminales de trenes, aeropuertos o
de ómnibus, están en primer lugar para proteger al ciudadano que viaja. El primero que
tiene que sentirse seguro y atendido en un salón de espera es el pasajero. Todo dentro de
la terminal tiene que estar en función de él. Para los trabajadores de esos lugares nada
es más importante que un pasajero.
Kenia, amiga y viajera permanente, me comentó
al conocer el tema: "La compañera falló porque no dio propina. Hay que dar propina.
Esos maletines que vio en el pasillo segurito `pagaron' su boletín aparte. En esos
lugares, desgraciadamente, la educación no tiene `peso' ".
Lo único cierto es que un ser humano ha sido
maltratado en la terminal de ómnibus de Cienfuegos y que unos culpables
"ruedan" y otros "vigilan".
Dicen que los malos duermen bien. ¿Será
verdad?
Escríbanos:
Sección Abrecartas
Periódico Granma
CP 10699 Habana 6
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