Cubanos
en Paraguay
Peregrinaje argentino de
urgencia
ORLANDO ORAMAS
Enviado especial de Granma
Solo la llegada de la prensa cubana le alegró el día
al doctor Luis Emilio Rodríguez Avila. Las lluvias continuas habían hecho clausurar los
caminos de tierra arenosa que conducen a la comunidad de Esteban Martínez, en el Chaco
paraguayo, donde su presencia es más que necesaria.
Cuando llueve ocurren accidentes como este en la ruta a Esteban Martínez.
Como cada fin de mes, salió para hacer su
llamada a la familia, allá en Banes, Holguín, donde su esposa e hijo viven en la casita
del consultorio que atendía antes de su misión en la nación sudamericana.
Su único consuelo es que el puesto de salud de Esteban
Martínez está en manos de auxiliares que él se ha encargado de preparar y con quienes
se comunica por radio. "Lo otro es ver un poco de televisión, porque allá no
tenemos electricidad".
Conversamos en Villa Hayes, cabecera del departamento
de Presidente Hayes, donde prestan servicio otros cuatro galenos antillanos, para quienes
el fin de mes resulta cita de reunión, junto a los dos médicos ubicados en Mariscal
Estigarribia, más de 500 kilómetros al norte, con la ventaja de que está sobre la ruta
asfaltada.
El doctor Luis Emilio Rodríguez presta servicios en el Chaco
paraguayo.
Y aunque Esteban Martínez está un poco más cerca
(320 kilómetros), el estado de los caminos lo aleja en la práctica, en particular cuando
las lluvias los convierten en verdadero cenagal solo apto para vehículos de doble
tracción.
Muchos de esos terraplenes son privados y sus dueños
los cierran con portones cuando llueve. La razón es simple, pues el paso de los
vehículos sobre el barro forma profundas zanjas, verdaderos verdugones que se endurecen
cuando el tiempo mejora.
Así, en condiciones parecidas, le tocó al doctor Luis
responder a una emergencia en la zona de Roja Silva. Un joven había resultado herido el
día anterior por arma blanca y tenía afuera buena parte de las vísceras. No habían
podido traerlo por el estado de los caminos ni comunicarse por la radio.
Con Rodolfo, el chofer de la ambulancia, partió el
cubano en busca del paciente. Pronto le aplicó los primeros auxilios, incluido suero
hidratante, con antibióticos y analgésicos. La evisceración, sin embargo, demanda
intervención quirúrgica y cuidados intensivos. Los caminos hacia hospitales paraguayos
estaban cerrados. A 35 kilómetros está la frontera. "Lléveselo a Argentina",
le pidieron al médico los miembros de la Comisión de Salud de Esteban Martínez.
PEREGRINAR ARGENTINO
"Sin mucho contratiempo los oficiales
argentinos nos autorizaron transitar hasta San Martín II, a 26 kilómetros, donde indican
que hay cirujano. Pero al llegar a aquella localidad encontramos que hace mucho tiempo no
tienen ese servicio. El médico de guardia indicó ir a Ibarreta, 120 kilómetros más
hacia dentro", relata Luis.
Pero el peregrinar argentino no culminaría allí.
Mientras corren en la ambulancia van vertiendo en las vísceras del herido suero
fisiológico, pues deben mantenerse húmedas. Llegan sobre las cuatro de la tarde, pero en
aquel hospital tampoco operan casos tan complicados.
"Nos remitieron a Formosa, donde está el hospital
departamental, 200 kilómetros adicionales. Decidimos continuar en nuestro vehículo, pues
en Ibarreta no hay ambulancia. Llegamos a Formosa a las nueve de la noche. En el cuerpo de
guardia los médicos argentinos fueron muy solidarios. Entramos al quirófano y solo
cuando vimos que el paciente había salido bien de la operación fue que decidimos el
regreso, ya cerca de medianoche, cansados pero contentos de ayudar a salvar una vida
humana".
En Villa Hayes sigue lloviendo y el frío aprieta. Cae
la noche, la hora en que allá en Esteban Martínez el médico cubano conecta el
bombillito a la batería de 12 voltios para releer algunos de los libros de medicina que
se trajo de Cuba. En esas mismas condiciones, armado de una linterna, atiende las
urgencias nocturnas. "Me llevo el Granma,
periodista", me dice después de tomar mi ejemplar, y vuelve a mirar a la ventana con
la esperanza de que pronto deje de llover.
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