 Cumbre
de las Américas
Lista
la policía para reprimir a manifestantes
QUEBEC, 17 de
abril."Nuestra policía está lista, la
amenaza es real", sentenció con tono grave el
director general de la policía provincial de Quebec,
Florent Gagn ante la mirada seria de sus colegas de
la Real Policía Montada y otras fuerzas del orden.
No se
refería a una invasión extraterrestre ni a un remanente
de la Guerra Fría, sino a la esperada llegada de un
ejército de 25 000 manifestantes a esta ciudad
canadiense para protestar durante la III Cumbre de las
Américas, del 20 al 22 de abril.
Gagn y
sus colegas están a cargo del mayor operativo de
seguridad del que tenga memoria Canadá, en el cual 6 000
efectivos de fuerzas combinadas buscarán impedir que los
activistas antiglobalización obstaculicen el encuentro
de 34 jefes de Estado y de Gobierno de las Américas.
Policía y
manifestantes llegan a Quebec con cursos de posgrado,
después de las experiencias de Seattle, Davos,
Washington o Praga, las primeras batallas callejeras de
esta nueva era de rebelión globalizada contra organismos
o foros neoliberales.
En Quebec se
reunirán todos los mandatarios del continente, a
excepción de Cuba, para discutir como tema central la
proyectada creación de un Area de Libre Comercio de las
Américas (ALCA), que habrá de entrar en vigor el
31 de diciembre de 2005.
En vísperas
del encuentro los activistas canadienses asistieron a
talleres de especialización en desobediencia civil, con
consejos como llevar varias capas de ropa para amortiguar
los golpes o quedarse blandos como gelatina si los
quieren detener.
Sin embargo,
no todos los manifestantes que llegarán a Quebec son
partidarios de la vía violenta. Las fuerzas de
seguridad, que tienen listos los escudos, los bastones y
los gases lacrimógenos, consideran que sólo entre unos
500 y mil activistas forman parte de ese grupo, cifra
suficiente para causar problemas.
En noviembre
de 1999, la policía de Seattle (Estados Unidos) quedó
descolocada ante el debut violento en el escenario
internacional de los "globalifóbicos", como
los bautizó el ex presidente de México Ernesto Zedillo,
pero esta vez será distinto, dicen los
canadienses.
Los
habitantes de Quebec, acostumbrados a una vida pacífica,
miran con recelo el operativo que se ha montado para
mantener bajo control a los manifestantes e incluso han
presentado quejas ante la Justicia por violación de su
propio derecho a la libre circulación.
Una muralla
de cemento y acero de tres metros de altura y 3,8
kilómetros de largo, capaz de resistir la embestida de
un automóvil a gran velocidad, impedirá el paso hacia
la zona donde se desarrollarán las reuniones.
Como parte de
las medidas, que ascienden a un total de 22 millones de
dólares, fueron trasladados provisionalmente a otros
penales 624 presos de la cárcel de Orsainville, al norte
de Quebec, por si hace falta lugar para albergar a
eventuales detenidos.
Para el 21 de
abril, día en que comenzarán formalmente las reuniones
de alto nivel, está prevista una gran manifestación de
cierre de la Cumbre del Pueblo, un encuentro paralelo que
organizaron los grupos sociales, sindicales y de derechos
humanos.
Según el
activista canadiense Jaggi Singh, uno de los
manifestantes de línea dura, el movimiento
antiglobalización "no comenzó en Seattle y no va a
terminar en la ciudad de Quebec".
El granjero
francés José Bov que se hizo famoso por atentar contra
un local de McDonald's y a quien las autoridades
canadienses piensan impedir la entrada, fue más allá:
las protestas de la Cumbre de las Américas, dijo, harán
palidecer a Seattle. (DPA)
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