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 BALLET DE CAMAGÜEY,
una compañía siempre inspirada
TONI PIÑERA
Cuatro gratificantes jornadas en el teatro
Mella (este año cumple su aniversario 40), con dos programas concierto diferentes que
acercaron 10 obras, algunas de estreno, fueron suficientes para reconocer el soplo de
juventud revitalizadora que corre por las filas del Ballet de Camagüey, una compañía
renovada, que en su larga historia se ha impuesto retos y siempre los sobrepasa. En este
2001 no fue una excepción.
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| ALBERTO BORREGO |
Es que el BC ha sido en el tiempo una
agrupación que no se ha rendido nunca " porque está en juego su vigencia, una
tradición, una historia de desvelos y experiencia, en una palabra de cultura que no
podemos perder", al decir de su joven pero experimentada directora, la maitre y
bailarina Regina Balaguer.
En ballet no valen los mensajes a medias,
porque el movimiento/gesto debe lograr magnificarse dentro de un estilo determinado para
suscitar la emoción colectiva. La balanza, el pasado fin de semana, estuvo del lado
positivo. En esas funciones, reverdecieron laureles los muy jóvenes bailarines del BC,
quienes ya van marcando pauta. Eso lo confirmó el publico habanero con sus ovaciones.
De blanco y negro, coreografía de Osvaldo
Beiro, conjuga el verbo del ballet clásico en tiempos contemporáneos a partir de
hermosas partituras de Vivaldi (Las estaciones) y de J.S.Bach, que toda la compañía
baila con una fluidez y armonía extraordinarias, aunque particularmente debemos mencionar
la labor de los solistas: una joven bailarina (Siuchien Avila) que ofreció un despliegue
de técnica de altos quilates habrá que seguir de cerca ese nombre en el BC y
un bailarín (Ernesto Alvarez) que se crece ante nueva salida, con una elegante expresión
del cuerpo, más seguro y, sobre todo, con muchos deseos de bailar. Una dinámica actual
en los planos, el diseño de grupos y la expresión corporal, emergen de esta coreografía
que fue uno de los momentos más altos de la función.
A Beiro se debieron también otras piezas:
Cuando el tiempo se hace alas, con música de Amado del Rosario, lírica entrega donde
sobresale el rigor compositivo del creador, que encontró en las tres parejas de
bailarines, intérpretes casi ideales. Mientras que en el solo Entre poemas y canciones se
puso de manifiesto el encanto y la extrema facilidad a la hora de ejecutar los complicados
movimientos, de otra joven promesa de la agrupación: Yulia Vidal.
Guaguancó, inspiración de José A. Chávez,
quien sin otra finalidad que poner a bailar a los artistas, trajo factores de esos que son
tan deseables para la creación: el manejo de signos capaces de identificarnos por su
entraña folclórica; mientras que Virtus inspirativa, de Jorge Rizzardi, es expresión
corporal y danza, sin muchas pretensiones. El pas de trois El hada de las muñecas , una
simpática coreografía de Joseph Hassreiter, no llegó con el esplendor de otras
presentaciones vistas antes. Pues, aunque Adiene García realizó un gran esfuerzo y una
fresca actuación, poco pudo sacar técnicamente del difícil personaje, mientras que sus
compañeros de elenco Luis Rubén Perex y Jordan Benítez pasaron bastante bien la prueba
de fuego de sus variaciones.
Corsica, Efímero, el pas de deux Satanella,
de Petipá, y el segundo acto de Giselle, dejaron también un grato recuerdo en la memoria
de los espectadores.
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