El martirologio del joven miliciano Eduardo García —víctima del artero bombardeo del 15 de abril a Ciudad Libertad por parte de la aviación mercenaria—, quien antes de morir escribiera con su propia sangre el nombre de Fidel, fue motivo de la mayor conmoción del pueblo, que ya en esos momentos se ponía en pie de guerra para rechazar la probable invasión imperialista.
A Nicolás Guillén, nuestro Poeta Nacional, le llegó también muy hondo el gesto inmortal de quien, de esta manera, ingresó en la nómina sagrada de los héroes eternos de la Patria. Y fue así como en la edición del periódico Hoy del día 18 de abril aparecieron estos versos surgidos al calor de los dramáticos y decisivos momentos que se vivían y que, junto a la Elegía a Jesús Menéndez y el Poema al Che, forman parte de lo más elevado de la poesía épica cubana.

La sangre numerosa

  Para  Eduardo García,  miliciano  que

antes de morir, escribió con su sangre

el nombre de Fidel.

Cuando con sangre escribe

Fidel este soldado que por la Patria muere,

no digáis miserere,

esa sangre es el símbolo de la Patria que vive.

Cuando su voz en pena

lengua para expresarse parece que no halla,

no digáis que se calla,

pues en la pura lengua de la Patria resuena.

Cuando su cuerpo baja

exánime a la tierra que lo cubre ambiciosa,

no digáis que reposa,

pues por la Patria en pie resplandece y trabaja.

Ya nadie habrá que pueda

parar su corazón unido y repartido.

No digáis que se ha ido,

su sangre luminosa junto a la Patria queda.

NICOLÁS GUILLÉN

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