 Artilleros antiaéreos
¡Aquellos Muchachos!
Recuerdos de Pedro Enrique Oropesa,
segundo al mando de la AA por los días de Girón
EMILIO DEL BARRIO MENENDEZ
"Después de los bombardeos y
ametrallamientos de los aeropuertos de San Antonio de los Baños, Ciudad Libertad y
Santiago de Cuba, aquel 15 de abril de 1961, movilizamos a la reserva recién formada de
la incipiente aún artillería antiaérea. Medida imprescindible; pero en verdad no
hubiera sido necesaria.
"Los muchachos, con edad promedio de 17
años, ninguno superaba los 20, llegaban como en oleadas, espontáneamente, sin haber
recibido aún la citación. ¡Qué muchachos aquellos!
Pedro Enrique Oropesa, entonces con 21 años,
era capitán del Ejército Rebelde y segundo al mando de la Artillería Antiaérea (AA)
que se formaba en aquellos momentos en la base Granma con la preparación de artilleros.
Ellos, junto al también capitán José Manuel Alvarez Bravo, jefe de la AA, cumplieron un
importante papel en los combates de Playa Girón.
Cuando conversamos con Oropesa, que así es
como lo conocen todos los artilleros antiaéreos cubanos, me dijo: "De los combates,
de los hechos concretos mucho se ha publicado, sobre todo en estos días y tal vez no
tenga que aportar nada nuevo en ese sentido. Prefiero hablar de aquellos muchachos,
verdaderos gigantes en coraje y patriotismo".
Y así fue. Salvo alguna que otra anécdota de
los combates, Oropesa no dejó de hablar de los muchachos de 14,15... hasta 20 años,
quienes acabados de formar como artilleros antiaéreos, con sus cuatrobocas y cañones de
37 mm protegieron a nuestras tropas en Girón, e impidieron la pérdida de muchas y
valiosas vidas de combatientes.
"Te voy a hacer una anécdota y te ruego
no publiques el nombre del compañero. Cuando nos dirigíamos hacia Girón, revisaba una
de las caravanas con nuestras piezas, hombres y proyectiles. A la altura de Guanabo, por
la Vía Blanca, veo, de pronto, sobre un camión a un rostro muy conocido y me extrañó
su presencia.
"A aquel muchacho se había sacado del
segundo curso el que se impartía en aquellos momentos, por lo que pudiera
considerarse hoy una nimiedad: se había comido unos dulces que no le pertenecían. Le
dije: `y tú qué haces aquí, bájate del camión inmediatamente'.
"Aquel joven, de unos 16 ó 17 años, me
miró duro y con enérgico sentimiento me contestó desde el camión: `A mí, por robarme
unos dulces, ni usted ni nadie me puede quitar el derecho de defender a mi Patria'.
Combatió como un león".
Mientras Oropesa ordena sus recuerdos, medito
a partir de actitudes como esta y llego a la conclusión de que para formar parte de la
historia es necesario mucho más que estar presente en el lugar donde se producen los
acontecimientos, la comparto con mi interlocutor, concuerda y agrega:
"Cada uno de aquellos muchachos no solo
participaron en la historia, sino que lo hicieron a puro coraje, con toda la decisión del
mundo y con un solo fin: defender a la Patria Socialista, pues ya se había proclamado ese
carácter oficialmente, aunque en la práctica, Cuba estaba hacía rato dando ejemplos de
verdadera justicia social para todos. Por eso yo digo que también Girón fue una batalla
de ideas, las del socialismo.
"Cómo sin esa convicción se pudiera
haber cumplido una orden que di en las Perdices, a unos seis kilómetros de Girón. La
cosa fue así: sentimos un fuerte ruido de motores y pensé que eran tanques enemigos.
Estábamos sobre la carretera. Les dije a los muchachos que prepararan las piezas con
proyectiles perforantes, pues pensaba que se aproximaban tanques enemigos. Nuestras armas
eran de 12,7 mm, prácticamente ineficaces contra carros de fuerte blindaje.
"No teníamos trincheras ni protección
alguna, estábamos como se dice a pecho descubierto; sin embargo la decisión consciente
era la de combatir, de luchar con todo para impedir que los tanques avanzaran.
"Estábamos listos esperando al invasor,
cuando aparece un cañón autopropulsado Sau-100 nuestro. Le comento la situación al
compañero que lo tripulaba y este me señaló: ` No dejes que los muchachos enfrenten a
los tanques. Yo me ocupo de ellos. Al que aparezca lo viro boca arriba, no te preocupes'.
Inmediatamente se posicionó para enfrentar al invasor.
"En ese momento, del aeropuerto de
Girón, aún en poder del enemigo, despega un C-47 el ruido de sus motores previo al
despegue era lo que habíamos escuchado y confundido con el sonido de tanques
avanzando, que después supimos había venido a buscar a un tripulante sobreviviente
de un B-26 derribado por Alberto Fernández, uno de nuestros heroicos pilotos.
"Entonces mandé a cambiar el tipo de
proyectil. Al rato aparece un B-26 invasor. Los muchachos con el ánimo muy arriba,
desesperados por tirarles a los aviones y derribarlos. Con energía tuve que imponer la
orden de esperar a que estuviera bien, pero bien cerquita... La nave enfiló el centro de
la carretera en busca de nuestras tropas para masacrarlas. Venía ya como a unos 300
metros de altura. Di la orden de fuego... miles de trazadoras en el aire... lo
acribillamos... el avión giró y se estrelló en el mar. Era el 18 de abril como a las
siete de la mañana.
"La moral combativa creció aún más.
Fueron días inolvidables, cómo no serlos; pero, además, lo que más tengo marcado en el
corazón de manera indeleble por siempre, es la actitud de aquellos muchachos cinco
de ellos cayeron heroicamente, su patriotismo, su coraje, su decisión de defender
la Patria y al Socialismo hasta las últimas consecuencias. Así eran nuestros muchachos.
"Recuerdo a los caídos, cómo no, hasta
puedo ver sus rostros, me enorgullezco de haber combatido junto a ellos y por supuesto,
con los sobrevivientes, pues como otros muchísimos jóvenes más, incluso de generaciones
anteriores, dejaron un hermoso legado que han asumido sus seguidores, la juventud de hoy,
la cual está librando victoriosos combates en nuestra inclaudicable batalla de ideas.
Estos de hoy, son como aquellos muchachos, no le quepa dudas a nadie."
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