 105a Conferencia de la Unión Interparlamentaria
Nos corresponden enormes
responsabilidades
y deberes si queremos ganar
la batalla por la supervivencia
de nuestra especie
Discurso pronunciado por
el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido
Comunista de Cuba y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en la
inauguración de la 105ª Conferencia de la Unión Interparlamentaria, efectuada en el
Palacio de las Convenciones, el 1º de abril del 2001, "Año de la Revolución
victoriosa en el nuevo milenio".
(Versiones Taquigráficas -
Consejo de Estado)
Muy estimada Presidenta del Consejo de la Unión
Interparlamentaria;
Señor Secretario General de la Unión
Interparlamentaria;
Señor representante del Secretario General de las
Naciones Unidas;
Distinguidos parlamentarios e invitados:
Hace casi 20 años, el 15 de septiembre de 1981, tuvo
lugar en esta misma sala la 68ª Conferencia de la Unión Interparlamentaria. Muchas cosas
han ocurrido desde entonces, aunque nada ha cambiado y más bien la situación ha
empeorado en cuestiones vitales para la humanidad.
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AHMED VELAZQUEZ |
Tal vez entonces ninguno de ustedes trajo consigo un
teléfono celular. Apenas existían, y no había instalaciones en nuestro país para
utilizarlos. Tampoco podían comunicarse a través de Internet. Esa proeza de la ciencia
no estaba todavía al alcance de los parlamentarios. El petróleo estaba caro, pero eso no
es nuevo. Un montón de conflictos se acumulaban. Ahora, sencillamente, hay más.
Existían dos superpotencias; hoy hay una sola, y más poderosa que las dos juntas en
aquellos tiempos. Veo muchas caras jóvenes, y eso es importante. Yo, en cambio, les hablo
desde aquí con 20 años más. Soy posiblemente más ecuánime, pero a la vez más radical
por conocer mejor el mundo en que vivimos y el mundo que nos puede esperar a todos.
En este acto inicial me asignaron el honor de hablar 20
minutos, debido quizás a mi fama no siempre justa de pronunciar largos
discursos, pero eso no debe ser motivo de temor. No pienso hacerlos víctimas de tal
tortura. Me sobrará por lo menos la mitad del tiempo.
Tal vez me permitan ocupar un turno en días venideros,
ya no como Presidente del Consejo de Estado al que según normas de esta
institución se le trata con amable cortesía, sino en mi condición de Presidente
del Gobierno, quien según me han dicho puede ser interrumpido y sometido a
interpelaciones y preguntas. ¡Pobre de mí! Pero me gusta más esa aventura. Así podré
hablarles con entera libertad y franqueza de los temas que cualquiera de ustedes prefiera.
A la anterior Conferencia vinieron parlamentarios
norteamericanos; a ésta no; y no pagan (Aplausos). Han pasado dos décadas, como ya dije,
pero al igual que esta prestigiosa institución, hemos sobrevivido al terrible golpe de la
nostalgia que nos trae la ausencia de nuestros queridos y vecinos colegas del Norte. En el
Congreso de ese poderoso país hay legisladores sinceros, inteligentes y realistas, pero
desgraciadamente están hoy en evidente minoría. Parodiando la histórica frase de
Lincoln, podría afirmarse que una parte de ellos pueden ser tontos todo el tiempo; todos
pueden ser tontos una parte del tiempo; pero todos no pueden ser tontos todo el tiempo.
Pienso que tal vez escuchando a parlamentarios de más de 120 países, gran parte de los
cuales proceden de nuestro sufrido, pobre y saqueado Tercer Mundo, el Parlamento
norteamericano habría tenido al menos la oportunidad de informarse sobre lo que piensan
otros.
A todos nos corresponden enormes responsabilidades y
deberes si queremos ganar la batalla por la supervivencia de nuestra especie, hoy
amenazada por riesgos globales jamás imaginados. De nuevo se avizoran en el horizonte las
posibilidades de una guerra fría y el inicio de una desesperada carrera armamentista, ya
que ninguna gran nación o grupo de naciones, con los medios científicos y técnicos
necesarios, se resignarán a quedar desarmadas frente a un temible, agresivo e insaciable
adversario. Estamos siendo testigos del desprecio y la arrogancia con que la superpotencia
dominante rompe acuerdos y tratados que son vitales no sólo para la paz y seguridad de
todos los pueblos del mundo, sino también para la esperanza de un desarrollo sostenible y
la preservación del equilibrio ecológico, los recursos y las condiciones naturales sin
los cuales todos sabemos que sería imposible la vida en nuestro planeta.
Les expreso en nombre de nuestro pueblo la más sincera
y profunda gratitud por el honor que significa para nuestro país haber sido escogido como
sede de la 105ª Conferencia de la Unión Interparlamentaria, que tan felizmente, como
símbolo de esperanza, coincide con el inicio de un nuevo siglo y un nuevo milenio.
Con nuestra hospitalidad y total cooperación haremos
lo posible y lo imposible por merecer esa confianza.
Muchas gracias.
(Ovación)
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