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El bloqueo está moralmente
quebrado, está derrotado moralmente (III)
Se está luchando mucho. Yo, que he vivido estos años de Revolución, nunca había visto en los cuadros en general, del Partido o del Estado, el espíritu con que están luchando hoy, la seriedad con que lo están haciendo.
Recientemente nos invitaron a una cena con un grupo de empresarios europeos en la residencia de una embajada, estábamos conversando muy amistosamente allí -nos estaban atendiendo distintos trabajadores, que a veces ellos los llevan cuando hacen una cena con 50 ó 60 personas, o los que habitualmente trabajan en una residencia diplomática-, y yo les decía: Posiblemente lo que ustedes les obsequian como estímulo en divisas a los que trabajan aquí sea cuatro o cinco veces más que lo que gana un ministro en nuestro país. Se puede añadir que muchos de los que trabajan en un hotel o en un taxi, ganan cuatro o cinco veces más. No tienen más que ir a una casa de cambio. Quien recibe del exterior una pequeña remesa gana también más.
A esos "demócratas" que hablan de la ausencia de democracia en Cuba, pregúntenles cuánto gana un ministro en su país y compárenlo luego con lo que gana un ministro aquí. A esos "demócratas" hay que preguntarles cuánto gana un diputado en Cuba, que puede ser un maestro, puede ser un médico, un técnico, un profesor, un científico, un obrero, un estudiante, un combatiente que no tiene sueldo como diputado, recibe sueldo como trabajador, ¿y cuánto puede ser? Doscientos pesos, 250 ó 300, tal vez un poco más. ¿Cuánto le pagan en muchos de estos países, donde faltan hospitales, faltan escuelas, falta de todo? Seis mil, 8 000, 10 000 dólares es el sueldo de esa gente.
Yo pregunto: ¿Cuántos políticos millonarios conocen aquí en este país? ¿Cuánto dinero tienen? ¿Cuántos dólares tienen los principales dirigentes del Partido o del Estado? ¿Conocen a alguno? Viajen por ahí por el mundo preguntando eso: cuánto gana este y cuánto gana el otro, cuántos se han hecho millonarios en unos meses, qué pasó con esas privatizaciones que convirtieron en empresas privadas las empresas del pueblo, regaladas, muchas veces, a los amigos. Ese es el neoliberalismo, esa es la democracia neoliberal del imperialismo: han regalado las empresas, las regalan. Y cuando recogen algún dinero es para pagar deudas; es para garantizar el sistema, pudiéramos decir, de dominación financiera de Estados Unidos.
Aquí no hay privatizaciones; aquí no hay nadie que se haya apoderado ni de un timbiriche siquiera que fuera propiedad del pueblo, no ya de un central azucarero o de una industria importante. Ni siquiera de un timbiriche.
Recorran el mundo y pregunten por ahí. No se olviden de que vivimos rodeados de un mundo capitalista, vivimos en un mundo que es el que está de moda. Entonces, en ese mundo, ¿qué es lo que pasa? Un país como Zaire, de allí se robó Mobuto -el gran amigo, el gran demócrata africano aliado de Estados Unidos y de Europa- 7 000 millones de dólares; nadie sabe dónde anda ese dinero. Ese ejemplo se va repitiendo por todas partes, el saqueo sistemático de los recursos del pueblo. Ese es el sistema que defienden, el del enriquecimiento, la corrupción, la mentira, la demagogia.
Búsquese la moral que te encuentras en los cuadros. Bueno, ya no me estoy refiriendo a las cosas que puedan ocurrir en cualquiera de las decenas de miles de lugares donde se administran y manejan fondos, desde luego; pero nada que se conozca se admite ni se tolera por la Revolución. Como principio, como política, este es el país más limpio, más puro, más transparente que hay en este hemisferio y puede decirse que en el mundo, porque el hábito de hacerse rico desde el gobierno y de hacer grandes negocios desde el gobierno, de recibir jugosas comisiones, parecía al principio que era cosa de latinoamericanos; pero ya pasó hace rato a los países desarrollados. Ese es el modelo que nos quieren aplicar, ¿para qué? ¿Para que ocurran las cosas terribles que están sufriendo algunos países que fueron socialistas?
Por eso es que las convicciones nuestras en defensa de lo que tenemos son tan firmes. Además, nos sentimos optimistas, porque hemos podido resistir, hemos podido luchar, cuando creían que se caía la Revolución en unas cuantas semanas -yo creo que tenían hasta un almanaque para llevar el tiempo que le quedaba de vida a la Revolución Cubana.
Recuerdo cuando nosotros tuvimos la temeridad de decir: "En 1956 seremos libres o seremos mártires." Y lo dijimos ese mismo año. Entonces estaban los enemigos sacando la cuenta para ver lo mal que quedábamos nosotros, y nosotros, temerariamente comprometidos, porque lo hicimos como garantía, digamos, de seriedad en nuestra determinación frente a los politiqueros que se oponían a la lucha revolucionaria y proponían otras fórmulas que habrían perturbado a Batista. En esa batalla nosotros dijimos eso: que en 1956 seríamos libres o seríamos mártires, y ellos iban descolgando hojitas del almanaque para ver qué pasaba el día 31; pero el día 31 estaríamos nosotros aquí. A lo mejor con un avión que tomáramos, aunque fueran 20 hombres estaríamos aquí, a no ser que hubiera una fuerza mayor, que nos arrestasen, por ejemplo, en México; eso podía pasar.
Voy a decir más: nosotros aquello lo tomamos muy en serio, como era nuestro deber; de cierta forma magnificamos aquel compromiso a plazo fijo. Pero si no hubiéramos podido venir por alguna excepcional circunstancia, aunque con gran dolor, y venimos en 1957, hubiera ocurrido lo mismo.
Digo que lo de hoy me recuerda aquello, porque ahora también estaban descontando hojas del almanaque para ver qué día se caía Cuba y se les han acabado los almanaques, y, a medida que los almanaques se acaban, la admiración hacia Cuba crece, a lo que hace Cuba, el interés por la forma en que lo hace y las razones por las que lo puede hacer. Entonces, están en alza Cuba y la Revolución Cubana, cada día que pasa, cada hora, cada minuto y cada segundo.
Los problemas son ahora de ellos: crisis allá, crisis acá, sudeste asiático, "tigres" que se han quedado sin uñas, sin pelo, sin piel, sin garras, arruinados. Los milagros de los milagros dejaron de ser milagros, están en absoluta crisis, y ese turnito les va a llegar también a los vecinos del Norte. Ellos lo temen y muchos lo saben.
Hace algunos años Japón era el milagro de los milagros y en todos los libros se hablaba de Japón: Japón, Japón y Japón. Hace apenas unos años de esto, casi no hemos terminado de leer todavía todos los libros occidentales haciendo la apología del milagro, y ahora tienen una tremenda crisis.
Los vecinos del Norte están acumulando también los elementos que los van a conducir a la crisis, están prosperando ahora; están gozando de los privilegios que tienen como acuñadores de la moneda del mundo, porque ellos compran el mundo con los billetes que imprimen allí, pero eso tiene límites. Yo decía, no hace mucho, a un grupo de compañeros, que hay una nueva dimensión de la ideología: el estudio de los problemas de estos tiempos, que son, realmente, de un enorme interés y hacia dónde se dirige el mundo.
Yo se lo recomiendo a los jóvenes, se lo recomiendo a ustedes: presten atención a los momentos que está viviendo la humanidad y verán que se avecina una época extraordinaria. La de nosotros va pasando, pero tenemos el deber de ayudarlos a ustedes, en lo posible, utilizando la experiencia que ya hemos adquirido.
Me preocupa mucho, me interesa mucho, me importa mucho que las nuevas generaciones vayan por delante; ya que tenemos un pueblo de gente alfabetizada, de gente instruida, con una elevada instrucción, con una elevada cultura, para irnos delante y aprovechar todas esas ventajas para estudiar, para aprender, para adquirir conocimientos, para vislumbrar el futuro y para formar conciencia; no hay que olvidarse de eso, la conciencia va a desempeñar un papel fundamental.
A las mujeres se lo dije aquel día, recordando la frase de Martí que trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra. A mí me llamaba la atención que Martí, un soldado de la Revolución, un combatiente, un hombre que muere en combate, en una carga de caballería, dijera un día: Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra.
La opinión mundial es muy importante, la opinión de las masas es muy importante, va a representar un papel importante, porque donde hay conciencia viene todo lo demás, se mueve la gente, se mueven las masas, y las masas tienen una fuerza creciente en todas partes.
Por eso hay que sumar la conciencia a las masas, hay que inyectar conciencia, esa es la lucha en que estamos. Frente al intento de Estados Unidos de imponer una cultura hegemónica en el mundo, hay que sembrar ideas revolucionarias en el mundo acerca de ese futuro, a favor del cual soplan los vientos de la historia, cuando ellos están desconcertados.Como les he señalado a muchos de ellos, no tienen nada que responder: ¿Qué modelo de consumo y de vida han inculcado ustedes a un mundo que tiene ya 6 000 millones de habitantes? Están enloquecidos, no les cuadran las cuentas por ninguna parte; al sistema capitalista no le cuadran las cuentas. Al imperialismo, que es la quintaesencia del capitalismo, y al neoliberalismo no les cuadran ni les pueden cuadrar las cuentas.
Eso es lo que significa la Revolución y eso es lo que significa nuestra democracia: unidad, consenso, conciencia. Con ello nos hemos defendido, por eso hemos resistido mientras nuestros hermanos andan como barcas sueltas movidas por el viento, sin saber hacia dónde navegan.
Nosotros tenemos que dedicar una parte del tiempo también a trabajar con nuestros hermanos latinoamericanos, y yo me siento realmente optimista cuando veo la evolución actual del pensamiento progresista y revolucionario en el hemisferio y en el mundo, después del terrible golpe que significó la desaparición del campo socialista y la desintegración de la URSS.
¿Satisfechos? Miren que ustedes son provocadoras, pero me alegro, me alegro de conversar con ustedes, ¿saben por qué? Porque hablan español y hablan con más franqueza y más confianza. El otro día ustedes fueron las que organizaron la entrevista, las cubanas -digo las cubanas, no digo ni los cubanos, porque era un grupo de mujeres periodistas que corrieron hasta allí antes de que yo entrara.
Periodista.- Somos mayoría en el sector.
Fidel Castro.- Son mayoría, pero tienen un gran espíritu, además; y tienen iniciativas.
Yo estaba conversando con los periodistas cubanos cuando empezaron a llegar los periodistas internacionales; pero estaban ustedes allí delante. Después las vi por televisión -es una lástima, porque había mucho ruido, a veces se superponían las palabras-, allí estaban ustedes en la primera fila. Yo estaba hablando para ustedes, pero entonces los otros empezaron a preguntar.
Ustedes conocen más sobre Cuba -mucho más, desde luego; viven aquí- que lo que conocen algunos que llegan de afuera, aunque vengan en muchas ocasiones de buena fe, y muchos vienen de buena fe y tratan de reportar; pero en el mundo hay una competencia también en materia de periodismo, y entonces eso conduce, muchas veces, a la espectacularidad, al sensacionalismo y a todas esas cosas. Andan los periodistas más preocupados por buscar cosas sensacionales que por hacer informaciones objetivas, porque están también envueltos en una competencia tremenda.
Están como muchos políticos, viven en un permanente show, para ellos la vida es un espectáculo, siempre están en escena, no tienen tiempo ni para pensar, porque nada más están pensando qué dirán. Piensan solo en lo que la gente quiere oír, para decir solo lo que a la gente le gusta oír y que cumpla el propósito de influir en la búsqueda de un voto o de algo. No es como aquí. Aquí no es cuestión de decir lo que la gente quiera oír, sino de decir la verdad, lo que a la gente le enseñe, le oriente, incluso.
Yo me quedo asombrado, realmente. Uno de los frutos del modelo y del sistema que han impuesto, aparte de la fragmentación en mil pedazos de la sociedad, que la hace más fácil víctima del dominio y del saqueo; aparte de la fragmentación, uno de los frutos, es, realmente, la falta de autenticidad, la falta de apego a la verdad, que veo en muchos políticos como consecuencia de ese sistema.
No quiero ofenderlos, desde luego, pero es lo que veo. Veo el papel de los políticos burgueses en este mundo; realmente, papeles de actor y no de guías ni educadores de la sociedad. Es algo que veo por todas partes. Y ese no es, lo saben ustedes, el papel de los cuadros revolucionarios y de los políticos revolucionarios.
Buen tema. Está bien, pero que no se te olviden cosas, ¿eh? (APLAUSOS).
Periodista.- Para la próxima preparo una pregunta de dos horas (RISAS).
Fidel Castro.- Pero tú preguntaste por todas, ¿no?
Periodista.- Claro, la solidaridad.
Fidel Castro.- ¿Cuál es el tuyo, la radio, o qué?
Periodista.- Prensa Latina.
Fidel Castro.- ¡Ah!
¿El tuyo cuál es?
Periodista.- Yo soy de la televisión, y solo nos faltó el 40 Aniversario de la Comandancia de La Plata.
Fidel Castro.- ¡Tan esclavizado estoy con mi trabajo de hoy, que no puedo darme el gusto de ir por aquellos lugares que tanto recordamos y donde vivimos los momentos más emocionantes de la vida! Sé de ellos ahora casi por los periódicos. Ahí debiera estar yo, en muchos de esos lugares.
A veces siento como que me remordiera la conciencia, como si fuera una falta de lealtad con los que allí estaban, con los que allí cayeron, con la población de todos esos lugares; pero no hemos podido movernos, por todas esas cosas que tú mencionabas. Bueno, espero tener posibilidad de participar en algunos de esos actos, en algo; por lo menos, tendremos un 40 aniversario también del Primero de Enero. Pero hay muchas cosas importantes que recordar en este año, y estoy perdiendo la oportunidad de participar en esas actividades.
Periodista.- Sobre todo recuerdo en este momento, Comandante, que usted citó a Martí diciendo que toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz.
Fidel Castro.- Fue la primera frase que se me quedó de Martí, fíjate qué casualidad, porque me llamó mucho la atención.
Periodista.- Nuestro pueblo está en este grano de maíz ahora.
Fidel Castro.- Me llamó mucho la atención aquello, al ver la vanidad de los hombres siempre buscando un protagonismo, un papel. ¿Es acaso ese el deber de los políticos? Y aquella frase de Martí fue una de las que más me impresionó, porque dijo, además, una verdad. Los hombres se envanecen por cosas que pasan y que son fugaces: la gloria.