Sería bueno que el pueblo norteamericano conociera cuanto puede hacerse, con muy pocos recursos, en otros campos que son esenciales para el bienestar de los pueblos centroamericanos

Es precisamente lo que estamos predicando, que se ayude a estos países; pero sería bueno que el pueblo norteamericano conociera cuánto puede hacerse, con muy pocos recursos, en otros campos que son esenciales para el bienestar de los pueblos centroamericanos, y tengo la esperanza de que su prensa también divulgue lo que hacen otros.

Voy a decir la verdad: Estamos dando determinada publicidad a nuestra cooperación, pero no por razones de prestigio para Cuba, porque no acostumbramos a divulgar y exaltar lo que hacemos. ¿Cuántos médicos cubanos han prestado servicios en el Tercer Mundo? Veintiséis mil médicos. Eso lo dije en Sudáfrica; pero aquí no se habla nunca de eso. Los incontables servicios que ha prestado este país a otros pueblos y también a muchas personas de otros países han sido con un mínimo de publicidad o sin publicidad alguna.

En este caso lo estamos divulgando, primero, porque hace falta hacer conciencia en la comunidad internacional y en los países ricos sobre cuestiones y problemas que son vitales para el mundo; segundo, un esfuerzo de la naturaleza y la magnitud del que nos proponemos, hay que explicarle a nuestro país en qué consiste, cómo lo vamos a realizar; necesitamos todo el apoyo de nuestros médicos, enfermeras y técnicos de la salud; necesitamos el apoyo de todo el pueblo, hace falta que nuestro pueblo comprenda, y coopere entusiastamente y con orgullo, como lo ha hecho siempre en todo noble y digno esfuerzo. Estamos pidiendo ahora 2 000 médicos voluntarios. Sabemos cuántos se están presentando y solicitando participar. No hay provincia, no hay municipio, ni hay lugar de Cuba donde no estén solicitando participar: médicos, enfermeras, técnicos. Si no reciben toda la información necesaria, cómo podría producirse la movilización. El personal médico tiene además familiares, pacientes, compromisos, planes de estudio y superación. No tengo, sin embargo, la menor duda de la respuesta.

Estaba conversando con Juventino, el médico que habló de medicina natural, y le digo: Juventino, a lo mejor hace falta que tú nos ayudes al programa de Centroamérica. Me estaba hablando con un gran entusiasmo de lo que es la medicina natural, decía que era la medicina de los países pobres.

Les hablaba de 2 000 voluntarios. Sé que se logran casi hasta sin publicar nada; pero se trata de un esfuerzo, un trabajo sacrificado.

Estamos solicitando algo más: estamos solicitando 2 200, porque están los 200 de Haití. Estamos solicitando aún más: todos los voluntarios posibles; porque si hacen falta 500 más en Centroamérica hay que enviarlos, y si hacen falta 200 más ó 400 más en Haití hay que enviarlos.

Es por eso que estamos brindando al pueblo amplia información, de lo contrario, tengan la seguridad de que nosotros no diríamos una sola palabra de la brigada tal y de la brigada más cual, lo haríamos discreta y calladamente como lo hemos hecho muchas veces.

No es de ahora nuestra honrosa tradición de apoyo médico a otros pueblos del mundo. Recuerdo cuando llegó la primera brigada a Argelia en el año 1962 ó 1963, recién alcanzada su independencia, que fue por donde se inició la historia de las misiones de nuestros médicos. Recuerdo la ayuda médica enviada a Nicaragua cuando el terremoto que destruyó la ciudad y los aviones nuestros cargando medicamentos. Recuerdo la brigada médica enviada a Guatemala, hace mucho tiempo, porque en estos temas nosotros no tomamos en cuenta para nada cuestiones ideológicas ni diferencias políticas. Es un deber de solidaridad, es un deber con los pueblos, es un deber con la humanidad y lo cumplimos.

Cuando el terremoto de Perú no teníamos relaciones diplomáticas con ningún país de Suramérica. Hubo 70 000 muertos por el terremoto. Nuestro pueblo en 10 días aportó 100 000 donaciones de sangre al pueblo peruano y Cuba envió no solo brigadas de médicos, sino brigadas de constructores que hicieron hospitales en las zonas más afectadas.

Es una tradición honrosa y gloriosa de nuestro país, que nunca, sea quien sea, en su espíritu solidario, ha hecho excepción con ningún país. No es un invento de ahora, que nadie se pueda imaginar que nosotros queremos utilizar la tragedia de los países centroamericanos para ganar imagen u obtener ventajas de tipo político. Es toda una tradición; a distintos de esos países, cuando hombres muy hostiles gobernaban y no existía relación alguna, les hemos enviado ayuda médica cada vez que hubo una catástrofe. Hoy nuestro potencial en ese campo es incomparablemente  mayor.

Hay algo más: Una vez hubo un gran terremoto en California y nosotros enviamos un cable en el que expresábamos al Gobernador del Estado que estábamos dispuestos a enviar aunque fueran médicos o hacer alguna cosa a nuestro alcance, algo aunque fuese simbólico, como expresión de nuestra voluntad y se trataba de California, riquísima, y parte de Norteamérica, el país que nos bloquea.

En alguna ocasión hemos dicho -tenemos relaciones con amigos y legisladores negros, y como sabemos que hay algunos barrios que no tienen adecuado servicio médico-, el día que necesiten médicos cubanos en algún barrio de esos, cuenten con ellos. Claro que no los habrían dejado entrar nunca, eso es sabido; pero hemos estado dispuestos a enviar gratuitamente médicos a Estados Unidos. Es una tradición, y está muy acorde con esa tradición, pero más acorde todavía con el mundo de hoy y con los planteamientos que Cuba está haciendo con relación a la situación actual del mundo, lo que estamos predicando.

Ya con estos elementos voy a añadir simplemente algo más y muy importante. ¿Cuánto cuesta esto? ¿Cuánto costaría tal vez salvar 30 000 vidas? No, nosotros hemos dicho, o les he dicho a ustedes en los cálculos, que con este programa que estamos proponiendo se pueden salvar 50 000 vidas; no obstante, no hemos hablado de 50 000 -me refiero a Centroamérica-, hemos hablado de tantas como arrancó el huracán, suponiendo que las víctimas mortales hayan sido 30 000; hemos hablado de 30 000, y hemos hablado de no menos de 25 000 niños entre esos 30 000. Estoy hablando aquí esencialmente en nombre de 25 000 niños que se pueden salvar cada año.

¿Cuánto podría costar esto? El problema de los medicamentos tiene una característica: los medicamentos se suelen vender muy caro, si usted compra el producto ya elaborado a empresas comerciales, el mismo producto a veces con 15 marcas diferentes, 20 marcas. Nosotros producimos muchos de nuestros medicamentos, muchas de nuestras vacunas, o traemos las materias primas y producimos el 90%, tenemos que importar alrededor de un 10% de medicamentos que no podemos producir.

Nosotros estamos trabajando hasta en vacunas contra el cáncer, estamos trabajando en vacunas contra el SIDA. La de la hepatitis B es una vacuna cubana, la primera que se produce en el mundo y la única que existe hoy en el mundo, por ingeniería genética; el interferón; muchas cosas en este campo se producen en nuestro país. Y muchas veces nos faltan medicinas; faltan por distintas razones que pueden ser administrativas a veces, o quienes acaparan, hay también quienes roban medicamentos, todas esas cosas se conocen y se trabaja muy tenazmente para establecer los controles de todo eso. En no pocas ocasiones se debe a llegadas tardías de materias primas procedentes de lugares distantes.

Pero nosotros, en los mejores momentos, estábamos gastando en divisas -fíjense, en divisas convertibles, aunque también había algunas medicinas que comprábamos en el campo socialista-, entre 100 y 110 millones de dólares más o menos, para una población entonces de más de 10 millones de habitantes, cubriendo todo el servicio médico, produciendo aquí los medicamentos, abaratando considerablemente el costo.

Yo les recomendaba a algunos de los representantes de países a los que les hemos estado solicitando cooperación para los programas de salud en Haití y Centroamérica, que si decidían hacerlo podían gestionar con los laboratorios de sus países que, dado el carácter profundamente humanitario de los mismos, se acceda a una reducción de los precios, o lograr precios que equivalgan a los costos más una moderada ganancia.

Nosotros sabemos qué puede lograrse en nuestro país con un millón de dólares en materias primas para medicamentos. Los costos en medicamentos para el programa integral de salud en Centroamérica que salve la vida de no menos de 25 000 niños y 5 000 adultos, es decir, no menos de 30 000 vidas, habrá que estudiarlos con el mayor rigor, pero posiblemente se puede resolver con no más de 200 millones de dólares en medicamentos y vitaminas; puede ser eso más o menos, según la forma de adquirirlos o producirlos, con la ayuda de la Organización Mundial de la Salud y de la Organización Panamericana de Salud, que tienen experiencia y logran a veces precios muy reducidos. Con 200 millones de dólares, es un cálculo matemático, puede ser un poco más, puede ser hasta un poco menos, aproximado; puede ser incluso menos de acuerdo con variadas circunstancias y posibilidades.

¿Qué son 200 millones? Calculo el presupuesto de guerra de Estados Unidos, 260 000 millones de dólares, más otros programas para el desarrollo de armas cada vez más mortíferas, sofisticadas y caras cuando se supone que ya no existe la guerra fría. Con un dólar de cada 1 250 que gastan en actividades militares, bien empleados en planes racionales y cooperativos de salud, como el que hemos sugerido para Centroamérica, podrían salvarse 50 000 vidas. Con 100 dólares, de cada 1 250, 5 millones de vidas.

¿Cuánto vale una vida humana? ¿Qué sentido tiene que el mundo gaste 800 000 millones de dólares en presupuestos militares cada año? ¿Qué no podría lograrse en salud, educación, agua potable, viviendas, sistemas de regadío, producción de alimentos, investigaciones científicas y protección del medio ambiente con la mitad de esas sumas? ¿Qué racionalidad contiene y qué promete a la humanidad el orden mundial que se nos ha impuesto?

Todos los días hay operaciones especulativas con las monedas, ascendentes a un millón de millones de dólares; si a esas operaciones especulativas se les aplicara un 1% de un impuesto -un Premio Nobel de economía lo planteó muy seriamente hace pocos años cuando este nuevo y colosal fenómeno apenas comenzaba, fácil de cobrar, están las computadoras disponibles para cumplir la tarea y hay el ejemplo de países como Brasil que cobra el 1% por cada cheque que se gira-, si a las operaciones especulativas se les cobrara un 1% de impuesto se reuniría tanto dinero, yo diría, como para desarrollar económica y socialmente el Tercer Mundo y salvar de paso todos los millones de personas que mueren cada año por enfermedades curables.

Con relación al plan para el desarrollo integral, me atrevería a decir que sería posible desarrollar este de salud para Centroamérica, que ha sido el punto central de mis palabras; me atrevería a decir, que entre tantas cifras colosales de dinero malgastado y mal manejado en insensatas y nada honrosas operaciones especulativas, bastarían solo 200 millones noble y humanamente invertidos por año. El personal médico lo aporta Cuba para prestar servicios, en primer lugar, en los lugares más apartados y difíciles, donde no va nadie; en segundo lugar, a aquellos policlínicos que pueden constituir una red de apoyo, donde haga falta algún especialista, incluso en algún hospital nacional si hay una especialidad escasa de personal; pero sin sustituir un solo médico de ninguno de esos países, al contrario, colaborando con ellos, si alguna experiencia podemos trasmitirles, y solicitando de ellos su valiosa e imprescindible ayuda. No es difícil encontrarse con médicos centroamericanos que estudiaron en nuestro país.

¡Ah!, una cuestión de mucho interés: ¿Quién acompañó a Robertico en la visita a la brigada médica en la capital de Honduras? El arzobispo de Tegucigalpa, muy conocido, es presidente del CELAM -Consejo Episcopal Latinoamericano-, que comprende a todos los obispos de América Latina; hombre muy preocupado, lo sabemos, por las cuestiones sociales: Monseñor Oscar Rodríguez Maradiaga. Conocemos su excelente discurso en Roma cuando participó en el sínodo el pasado año y sus luchas en favor de los pobres. Se interesó mucho en el proyecto cubano, y allí fueron el Canciller de Honduras, el Canciller de Cuba y el Arzobispo de Tegucigalpa a visitar la brigada que atiende un barrio muy pobre, de 80 000 pobladores, virtualmente arrasado por el huracán.

Al otro día llegó otra noticia muy interesante. Yo realmente le había pedido a Robertico que tan pronto pudiera visitara al Arzobispo, le explicara el plan, el programa, para pedirle su cooperación. Casualmente, más adelante, cuando Robertico envía un informe del recorrido que hicieron por La Mosquitia -hablar de Mosquitia es decir Ciénaga de Zapata multiplicada por no se sabe cuántas veces, permítanme decirles; allá están los médicos viajando horas en bote-, la primera brigada que llegó, ¿dónde se hospedó?, parte de ella en la iglesia. Un cura catalán muy consagrado le brindó un local -Robertico describe al sacerdote muy bien en su informe-, y allí le dieron todo el apoyo.

Los grupos que trabajen en un plan como este, necesitan la cooperación de todos. Estos médicos no se mezclan ni se mezclarán absolutamente nada en cuestiones políticas, trabajarán con todos y colaborarán con todos, en primer lugar con las autoridades locales, las instituciones locales de distintos tipos, también con las instituciones religiosas.

En Centroamérica hay iglesias católicas, hay iglesias de otras denominaciones, y nosotros estamos recabando la cooperación de las instituciones religiosas para este trabajo humanitario; dondequiera que haya una parroquia católica, un sacerdote, pedirle la cooperación; pedir igualmente la cooperación, dondequiera que haya un pastor de otra iglesia cristiana. Ellos están allí, conocen a las familias y los problemas sociales, su apoyo a los programas de salud es algo indispensable; conciliar y respetar ideas y criterios; trabajar juntos del mismo modo en esa tarea, con todas las instituciones cívicas de cualquier posición social, ideológica o política. La cooperación con todos es clave para el éxito del programa médico. Lo estoy diciendo aquí, porque quiero desde ya recalcar bien esto: nuestros médicos no se mezclarán lo más mínimo en asuntos de política interna. Serán absolutamente respetuosos de las leyes, tradiciones y costumbres de los países donde laboren. No tienen por misión propagar ideologías. Respetarán escrupulosamente las de los ciudadanos y pacientes, así como sus creencias religiosas, haciéndose con ello acreedores al respeto a sus sentimientos atrióticos, sus ideas políticas, filosóficas o de orden religioso, que no predicarán, ni tratarán de propagar a otros, porque van a Centroamérica como médicos, como abnegados portadores de salud humana, a trabajar en los lugares y en las condiciones más difíciles, para salvar vidas, preservar o devolver el bienestar de la salud, y enaltecer y prestigiar la noble profesión del médico; nada más.

Esas son en esencia las ideas. Y falta solo una cosa: no limitarnos a enviar 2 000 ó 2 500 ó 3 000 médicos; hay una cosa más importante y es que junto a la oferta de enviar médicos hemos ofrecido un programa de formación de médicos centroamericanos en Cuba.

Ya nuestros médicos tienen gran prestigio en todas partes, porque no en balde estudian seis años y después otros tres en la comunidad, las últimas generaciones de médicos, y después para otra especialidad otros dos, tres o cuatro años, según los requerimientos de cada una de ellas. Están bien, bien, bien preparados nuestros médicos. Podemos tener plena confianza en nuestros médicos, y sabemos que se crecen cuando les dan una misión importante y difícil, es característica de nuestra gente.

Nosotros nos esmeraremos en la formación de esos futuros médicos centroamericanos. Ya sabemos que, por ejemplo, el curso escolar termina por esta época. Creo que en diciembre comienzan las vacaciones; su calendario es a la inversa que el nuestro. Los cursos nuestros de las carreras universitarias empiezan en septiembre. Se puede aprovechar el tiempo, a mi juicio deben venir meses antes de empezar el curso para un repaso general, una evaluación y un intensivo de preparación para el ingreso en el primer año de la carrera, porque son dos años bastante difíciles de ciencias básicas. Nos vamos a esmerar, como dije, en la formación de estos médicos.

(continuación)

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