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 El programa integral de salud que estamos proponiendo
es un modelo de programa de cooperación con los países del Tercer Mundo
Bien. Estaba brindándoles elementos de juicio de lo que significa
el programa integral de salud que estamos proponiendo, que proponemos como un modelo de
programa de cooperación con los países del Tercer Mundo, con los países más pobres. Y
lo está proponiendo un país como Cuba, que no es un país rico, ni mucho menos; que es
un país que está bloqueado, que está atravesando un período especial, y si nosotros
podemos, cómo no va a poder ese mundo que ya alcanza un producto bruto de no menos de 30
millones de millones de dólares. Estados Unidos solo produce alrededor de 8 millones de
millones; Japón, alrededor de 4 millones de millones -para citar algunos casos-; Europa
debe estar produciendo casi tanto como Estados Unidos.
Habría que sacar los números, ¿no?, pero me atrevería a decir
que los países industrializados, con una sexta parte de la población mundial, producen
más del 80% del producto bruto. Tienen tal cantidad de recursos que creo que un programa
como este -y no he terminado de explicar los detalles, quiero hacerlo hoy- se puede
aplicar con ínfimo esfuerzo.
Constantemente se reúnen, reúnen ejércitos enteros para hacer
guerras, invadir países, intervenir aquí y allá, bueno, porque en su concepto de
civilización, aderezado con determinados intereses de hegemonismo y dominio mundial, más
la necesidad de mantener el orden, "su orden", tratan de impedir guerras,
guerras locales o internas, donde pueden morir, desgraciadamente, 1 000, 10 000, e incluso
decenas de miles de personas con armas suministradas por los grandes productores, de sobra
conocidos, lo cual sirve de pretexto ideal a los más ricos y poderosos para "guerras
humanitarias".
Yo he estado haciendo los cálculos de lo necesario para un programa
de salud en Centroamérica y qué enormes beneficios traería. Aplíquenlo a nivel del
resto de América Latina; aplíquenlo a nivel de Africa, de los países de Asia, y ya se
pueden ustedes imaginar cuánto bienestar traería a la humanidad. Hasta se puede sacar la
cuenta de cuánto cuesta, y lo que cuesta es ridículo; se puede demostrar con 10
argumentos distintos que es ridículo el costo de aplicar un programa de este tipo que
podría salvar, anualmente, la vida de decenas de millones de personas, digamos, tantas
como las que murieron en la Primera Guerra Mundial. La guerra contra el subdesarrollo, la
pobreza, el hambre y las enfermedades sería la única guerra verdaderamente humanitaria.
Lo que Cuba quiere demostrar es que si un país de tan limitados
recursos materiales y económicos puede hacer algo en ese sentido en nuestra área, el
mundo industrializado puede infinitamente más. Ya no digo que seamos un país pobre en
recursos humanos, porque en eso sí somos ricos; si se quiere, incluso, campeones
olímpicos, sin vanagloria, sin vanidad de ninguna clase.
Me pregunto, realmente, si Estados Unidos podría enviar 2 000
médicos a trabajar en las condiciones en que están dispuestos a cumplir su deber
solidario nuestros médicos en Centroamérica; porque no los estamos proponiendo para las
capitales, para las ciudades, ni para vivir en hoteles, ni en residencias, es para vivir
en casas de campaña, o en un bohío, en lo que sea, como se hizo la campaña de
alfabetización en nuestro país.
¿Los 100 000 estudiantes que se movilizaron para acabar con el
analfabetismo en Cuba, dónde se hospedaron?, y eran jóvenes de 13, 14, 15, 16, 17 años
-¡cien mil!-, en las casas de los campesinos, en un varaentierra, en cualquier lugar. Por
allí empezaron muchos de nuestros mejores médicos de ahora, esta gente de ahora,
participando en la alfabetización y recibiendo una educación en el espíritu del
trabajo, de la solidaridad, desde luego. Ellos crearon la tradición.
Por eso al hablar de recursos, digo que somos ricos en recursos
humanos.
¿Qué, enviamos 2 000 médicos? En agosto se gradúan 2 500. En
Sudáfrica hay 402 médicos en las aldeas más apartadas; aprendieron hasta el idioma de
la aldea. Habían estudiado inglés, pero aprendieron el idioma de la aldea donde ese
idioma no se conocía.
Realmente, nos satisfizo mucho que un ministro de un país muy
importante de este hemisferio, el Ministro de Salud de Canadá, que estuvo en estos días
de visita en nuestro país conversando sobre estos temas, cuando nos despedíamos, me
contara que hacía unos días había recibido a la Ministra de Salud de Sudáfrica y que
le había hablado maravillas de lo que estaban haciendo los médicos cubanos en las aldeas
de Sudáfrica.
Era el momento oportuno, casi el segundo exacto en que
necesitábamos recibir esa noticia, nada menos que de una personalidad importante,
destacada, una personalidad política: el Ministro de Salud de Canadá, con el cual yo
conversé sobre algunos de estos temas, de las necesidades de estos países, sobre las
posibilidades de hacer mucho con poco; estaba tratando de persuadirlo. Fue muy receptivo,
realmente, en la conversación. Pero al final me cuenta la impresión, dice que
extraordinariamente elevada, de lo que le contó la Ministra de Salud de Sudáfrica.
De modo que nuestros médicos, trabajando en Sudáfrica, se han
convertido en un ejemplo; están ayudando con su trabajo a este esfuerzo de formación de
conciencia acerca de lo que puede hacerse y debe hacerse.
Ya les digo, nosotros tuvimos momentos en que ingresábamos 6 000
estudiantes de medicina, y estamos graduando de 3 000 a 4 000 por año; en agosto
tendremos 66 000 médicos. Claro, creo que debemos descontar los 400 que están en
Sudáfrica, otros que están en otras partes; se pueden descontar 1 000.
A Haití le hemos ofrecido 200 médicos. Bueno, para que llevara
consigo una cifra, no le pusimos límite. Estuvimos discutiendo, y ya cuatro expertos
cubanos en salud fueron a estudiar, sobre el terreno, la situación. Y hay, incluso,
policlínicos, donados por instituciones o países, enteritos allí y modernos, que están
sin personal.
Este trabajo del que estamos hablando ahora es un trabajo muy
directo, casi de médico de la familia; pero, claro, inmediatamente empiezan a aparecer
casos que son quirúrgicos y que hay que remitirlos a un hospital. Todo eso requerirá un
estudio, porque nosotros pensamos también seguir abogando dentro de la comunidad
internacional para que haya no solo médicos donde tienen que estar, sino determinadas
redes, tipo policlínico, con algunas camas y capacidad de realizar operaciones.
Ahora nuestros médicos tienen que ir sin un laboratorio allí para
ver si son parásitos, si es ameba o qué otro tipo, qué síntomas, qué diagnóstico
hacer y qué medicamentos usar. Eso lo saben los médicos de la familia bastante, porque
fueron al campo y han estado tres años como mínimo en la comunidad los especialistas en
medicina general integral.
Los equipos van integrados, pero en todo eso ahora hay que hacer un
trabajo, un esfuerzo grande de estudio, pero no para las calendas griegas, sino de
inmediato.
Ya de Haití llegan hoy o mañana los cuatro expertos. Se reunieron
con el Presidente y ya traen una idea del recorrido que hicieron.
Dicen que las condiciones en algunas zonas son muy duras. Una
población grande, mucho terreno erosionado y deforestado.
No se perdió un minuto, con el Presidente se fueron los expertos, y
nosotros estamos haciendo gestiones y trabajando, solicitando apoyo para el programa de
Haití. No estamos pidiendo para nosotros, y pedir para otros es más fácil que pedir
para uno. Y si, además, usted aporta el elemento esencial, que es el hombre que hace
falta allí, capaz de ir a cualquier montaña, a cualquier valle, a cualquier campo,
entonces hay una cierta autoridad, una cierta moral para plantear las cosas.
De este modo, por dos huracanes, se juntaron dos programas
factibles, con pocos recursos, que los de carácter humano los ponemos nosotros, los que
hagan falta los enviamos, y hasta los reponemos a la velocidad con que sea necesario
hacerlo; 21 facultades de medicina tiene este país, y las tiene en todas las provincias.
De modo que dos ideas, nacidas de dos huracanes, están en marcha pero se pueden sacar las
cuentas matemáticamente, ¿en 10 años cuántas vidas podrían salvarse? Y si quieren
calcular en 20 años, con ambos programas... Alguien dijo -en un tango creo- que 20 años
no eran nada; pues en 20 años les aseguro que serían bastante más de un millón de
personas.
Las cifras anuales son muy expresivas. En Haití se pueden salvar 25
000 vidas, se estarían salvando, por tanto, cincuenta veces las que mató el huracán,
suponiendo que fuesen 500 entre muertos y desaparecidos. Pero como lo dramático, lo que
conmocionó al mundo fueron las víctimas de Centroamérica y la destrucción de
Centroamérica, es por lo que nosotros meditamos la idea de salvar tantas -y eran
muchísimas- como las que había matado el huracán; pero defendiendo, además, en la
esfera internacional, las otras dos ideas: programas de reconstrucción y programas de
desarrollo económico y social. Y como programa de desarrollo social, cuando hablo de lo
social es porque hay que incluir otras cosas, educación, necesidades de viviendas, de
empleos y otras, hablamos de que en un aspecto importantísimo del desarrollo social, que
es la salud humana, nosotros podemos hacer una contribución realmente considerable a ese
programa, tanto en Haití como en Centroamérica.
¿Qué hemos ofrecido? Para ponerlo en cifras, porque si usted dice,
por ejemplo: Los médicos que sean necesarios, nadie sabe lo que es necesario; cuando
usted dice 2 000 médicos a Centroamérica es más claro y concreto. Y dijimos 2 000
conservadoramente, para que no pareciera que estábamos exagerando; pero 2 000 son 2 000,
y eso, bueno, ha repercutido en el mundo.
Donde menos publicidad ha recibido la noticia es allá en nuestros
vecinos del Norte. Desgraciadamente esta es la hora en que no sé cuántos norteamericanos
saben que Cuba ha propuesto un programa de este tipo y la disposición al envío inmediato
de los médicos ofrecidos. Claro, habrá que esperar un breve tiempo para enviarlos a
todos, habrá que estudiar a dónde van y elaborar en detalles el programa, pero la
disposición al envío inmediato de 2 000 médicos está expresada. Habrá que introducir
en Internet, completicas, nuestras declaraciones -ya que ellos tienen más computadoras
que nadie en el mundo- para que el ciudadano norteamericano se entere de la declaración
primera y de la declaración segunda, bien traducidas, están traducidas.
Sí, porque la declaración que leyó Robertico allá, la
Declaración del Gobierno Cubano, cuando él terminó de leerla ya en las Naciones Unidas,
nuestros representantes estaban repartiéndosela a todas las delegaciones de Naciones
Unidas, a las 180, traducida al inglés, al francés y al español, no hubo tiempo de más
idiomas. A la misma hora, tan pronto terminó, ratificado, no fuera a ser que se nos
enfermara Robertico o cualquier cosa y nosotros publicáramos una declaración que no se
hubiera hecho, o la publicáramos antes de que la dijera, por una tardanza. ¿Confirmado?
Allá le avisaron en Naciones Unidas al Jefe de la Misión; estaba impresa ya, estaba
igualmente en todas nuestras misiones diplomáticas en los países que tienen relaciones
con nosotros, estaba también allá en la Oficina de Intereses de Washington para enviarla
a muchos norteamericanos.
Pero no hay duda de que hay que introducir por Internet y
recomendar... (Le dicen que ya están puestas) ¿Las dos? Recuerden la primera, cuando
apoyamos los planteamientos de los gobiernos centroamericanos reunidos en El Salvador.
Hay tres documentos que considero importantes: Primero, el mensaje
al pueblo de Nicaragua; segundo, la declaración de condonación de la deuda de Nicaragua,
el apoyo a los puntos de la reunión de El Salvador y la oferta de los médicos; y,
tercero, muy en concreto, la Declaración del Gobierno de Cuba que leyó Robertico en la
conferencia de prensa en la capital de Honduras, en Tegucigalpa. Rosa Elena, cerciórate
de que las tres estén en Internet, bien traducidas.
Hay que hacérselo conocer al pueblo norteamericano, es importante.
No sé por qué, a lo mejor hay otras noticias y otros problemas importantes, no quiero
culpar a nadie de esto, pero he preguntado a Relaciones Exteriores, le hemos preguntado a
nuestro Jefe de la Oficina de Intereses en Washington: "¿En Estados Unidos se ha
publicado?" Dice: "No." En Europa se ha publicado, en muchos países se ha
publicado, pero allí no.
Sí, este país bloqueado, en período especial, ofrece la
disposición al envío inmediato de 2 000 médicos, eso es como mínimo. ¡Qué bueno que
Estados Unidos deseara entrar en competencia en esta materia! Ellos están ayudando,
debemos decir que están ayudando; sus helicópteros militares han rescatado gente en
lugares aislados y en peligro, han trasladado víveres y medicamentos a sitios donde no
podía llegarse por ninguna otra vía; ellos no están mandando médicos, están mandando
soldados. Claro, no van a matar gente allí; otras veces lo han hecho, ahora no. Ahora me
parece que les han asignado una tarea realmente constructiva, positiva, útil, a esos
soldados.
Ellos no tienen una organización civil capaz de hacer eso. El
ejército, posiblemente, es la única institución con todos los medios y la organización
para construir carreteras y puentes, en situación de emergencia con toda rapidez; lo
tienen proyectado, están enviando unos 4 000 soldados para trabajar en la infraestructura
principalmente y ayudar en obras que son importantes, hay que reconocer que son obras
importantes. Dicen que prestarán algunos servicios médicos, no sé cómo serán; deben
tener muy buenos médicos en el ejército, me imagino que sean expertos fundamentalmente
en medicina de guerra.
Si me pongo a recordar lo que me contaron los médicos de la brigada
que fue a la República Dominicana, un excelente ginecobstetra, de un parto complicado que
debió realizar en condiciones difíciles en aquel hospitalito improvisado, y salvó a la
criatura y a la madre, no me imagino a un miembro del cuerpo médico de Estados Unidos, en
una aldea centroamericana, asistiendo al parto de un niño que viene de nalgas, en
aquellas condiciones en que lo hizo nuestro médico, ni me lo imagino atendiendo en
inglés, sin laboratorio ni rayos x, a cualquier niño afectado por alguna de las variadas
enfermedades que abundan en un país tropical del Tercer Mundo.
De todas formas quiero decir esto: Ellos están ayudando en
Centroamérica en tareas de reconstrucción, pero lo tienen que hacer con soldados, porque
forman parte de una institución organizada y disciplinada, que con todos los medios de
ingeniería, transporte y abundantes recursos materiales y dinero, pueden hacerlo con la
urgencia necesaria. Otros países han enviado también militares. Nos alegramos deque
presten ese servicio a los países centroamericanos.
(continuación) |