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Lo de la República Dominicana nos aportó valiosas ideas sobre
posibles formas de cooperación en este campo
A mí me contaron tantas cosas tan interesantes y tan humanas de las
que hicieron en Barahona, que tengo muy presentes. Había dos pueblos, uno a la izquierda
y otro a la derecha de un río; el de la derecha quedó mucho más afectado, envuelto en
lodo, el lodo casi hasta los techos de las casas; en el de la izquierda no había tanto
lodo, estaba un poquito más alto; dos municipios diferentes, un hospital viejo en el de
la izquierda y uno nuevo a la derecha, bajo el lodo, recién terminado. Ellos sacaron del
lodo los equipos. ¿Ustedes se imaginan un equipo de anestesia y respiradores y otros
muchos equipos envueltos en lodo? Hubo solo algunos que no pudieron recuperar totalmente,
porque resultó imposible, pero casi todos los recuperaron. A las 48 horas estaban
haciendo operaciones con los equipos recuperados del lodo. Hicieron más de 100 partos y
operaciones, sin contar los miles de personas que fueron de todas partes a verlos, desde
50 kilómetros. Las autoridades tuvieron que hacer un esfuerzo para poner orden, enviaron
personas armadas con fusiles, fuerzas del orden para organizar aquello un poco. Empezaban
a las 3:00 de la mañana las solicitudes de turno.
Bueno, el impacto causado fue tremendo, el agradecimiento del
gobierno, de las autoridades, de todas las organizaciones, de todas las fuerzas al trabajo
que han hecho esos 13 trabajadores de la salud, llamémoslos así, porque entre los 13
estaba el técnico de la planta eléctrica, alguna enfermera; todo fue impresionante, no
hallaban cómo homenajearlos, cómo darles las gracias, y las gracias por el ejemplo que
dejaron, la forma en que laboraron sin descanso. Los llevaron después por distintos
lugares. A las autoridades dominicanas les interesa mucho nuestra experiencia. Lo de la
República Dominicana nos aportó valiosas ideas sobre posibles formas de cooperación en
este campo.
Ya antes, cuando el mismo destructor huracán pasó sobre Haití,
nos preguntamos: ¿Qué es lo que va a pasar con ese país? Fue entonces, el 28 de
septiembre, cuando planteamos por primera vez la idea de un programa integral de salud
para Haití. Se decía que había entre 200 y 250 que habían perecido, más un número de
desaparecidos; no se sabía la cifra realmente, uno puede calcular en conjunto alrededor
de 500. Bueno, conmovía y dolía tremendamente 500 víctimas, y pensamos en un país tan
pobre como Haití, donde gran parte de las casas son de guano o material frágil. Por
suerte para ellos existe el rompeviento de la cordillera que está entre Haití y
República Dominicana, que tiene montañas hasta de más de 3 000 metros, y esas montañas
son rompeviento, así que no fue tanto el viento lo que azotó allí, sino las lluvias que
bajaban de las montañas. Ese fue el caso de Haití.
Nosotros meditábamos: Bueno, se viene hablando hace tanto tiempo de
Haití sin que nada se resuelva nunca. A pesar de que fuimos también afectados, dijimos:
Que la comunidad internacional priorice aquellos países. ¿Qué podíamos hacer nosotros
mismos por Haití?, nos preguntábamos. Con la experiencia que hemos acumulado en estos 40
años de Revolución, sabemos cómo se puede desarrollar un verdadero programa de salud,
sabemos incluso cuánto cuesta y sabemos qué es lo esencial para ese programa.
Cuando triunfa la Revolución teníamos más o menos 60 niños
muertos por cada 1 000 nacidos vivos en el primer año de vida, y hoy tenemos 7,2.
¿Cuántos serían de cero a cuatro o cinco años por cada 1 000 nacidos vivos?, no
debían ser menos de 75, y hoy tenemos 9,3.
Cuando se produce el azote del huracán sobre Haití,
propusimos un programa de salud, a partir de una idea: En Haití mueren cada año 135
niños de 0 a 4 años por cada 1 000 nacidos vivos -decían las estadísticas, pero
considerémoslas de 0 a 5; las de Centroamérica aparecen de 0 a 5 años-; por la
experiencia que tiene acumulada nuestro país, la posibilidad de reducir la cifra de 135 a
35 es no solo asequible, sino yo diría que hasta fácil, si cuentan con el personal
humano calificado y los medicamentos necesarios.
Fue entonces cuando expresamos que si uno o varios países
desarrollados -mencionamos algunos nombres- aportaban los medicamentos, nosotros
estábamos dispuestos a aportar los médicos necesarios. Esta cuestión estaba pendiente.
Realmente, ni comunicaciones había con Haití en ese momento; pero,
como consecuencia de aquel planteamiento, el Presidente de Haití, René Preval, organizó
una visita a Cuba, acompañado del Ministro de Salud y otros varios ministros, realizada
hace breves días. Cuando llega a nuestro país, acababa de ocurrir la catástrofe de
Centroamérica y con ella nuevos deberes morales surgen, pero entonces ya teníamos las
ideas esenciales elaboradas. Calculamos: ¿Qué se puede hacer? Las noticias que venían
de Centroamérica no eran ya de 250 muertos y de similar número de posibles
desaparecidos; las que llegaban de Centroamérica hablaban de 30 000 víctimas.
Nosotros pensamos: Bueno, el potencial de vidas salvables por
millón de habitantes en Centroamérica es menor que el de Haití. Si por cada 1 000 que
nacen cada año, mueren 135 de 0 a 5 años en Haití, hay un potencial enorme de los que
se pueden salvar. De ahí que en esa ocasión habláramos de que se podían salvar en
Haití alrededor de 25 000 vidas, de ellas unos 15 000 niños -les advierto que hice un
cálculo conservador, porque realmente son más; pero siempre en estas cosas es mejor
hacer cálculos conservadores- y alrededor de 10 000 adultos -cálculo igualmente
conservador.
En realidad, con un programa como el que mencioné, se pueden
salvar entre 20 000 y 22 000 niños en Haití. Nacen en Haití de 200 000 a 220 000 niños
cada año, con siete millones y medio de habitantes. Hay que considerar dos datos
fundamentales: los que mueren de las edades señaladas por cada 1 000 que nacen y el total
de los que nacen.
Analizamos inmediatamente todos los datos de Centroamérica para
saber el potencial de vidas que podían salvarse. Se daba otra circunstancia que no se dio
en Haití: Como estos países quedaron tan inundados, enormes áreas y la propia capital
de Honduras, con un enorme número de víctimas, las televisoras de todo el mundo, CNN y
todas las demás cadenas de televisión, empezaron a tomar vistas de todo lo que había
ocurrido y trasmitieron al mundo la imagen del desastre. Realmente, las imágenes del
desastre y las noticias de lo que ocurrió en Centroamérica conmovió al mundo. El mundo
no vio esas imágenes de Haití, ni esas imágenes de la República Dominicana.
Además, todo el mundo está consciente de que la zona más pobre
del continente es Centroamérica, aunque entre los países de América Latina hay otros
pobres: Bolivia es un país pobre, Paraguay en cierta medida también. Uno analiza los
índices de mortalidad en esos países y todavía son bastante altos.
Se nos ocurrió la idea de plantear una cifra que fuera expresiva y
elocuente de lo que se puede hacer por aquellos países tan dramáticamente afectados.
Como se habla de 30 000 víctimas, nosotros queríamos saber si podía plantearse que cada
año era posible salvar tantas vidas como las que costó el huracán, ¡cada año!,
partiendo de la premisa de que si el mundo se conmovía ante la tragedia de 30 000
personas fallecidas y el enorme daño material ocasionado, era la hora de hacer algo por
esos sufridos pueblos
Se planteó la condonación de deudas. Nicaragua debía alrededor de
6 000 millones; había entre otras una deuda pendiente con Cuba, lo primero que hicimos de
inmediato fue tomar la decisión de condonar esa deuda. Esto tiene un valor moral, un
valor simbólico, porque las deudas principales -nosotros no somos un país con grandes
recursos-, los 6 000 millones se deben a instituciones internacionales, a gobiernos ricos
desarrollados que cuentan con mucho dinero y con muchos recursos. La solicitud de la
condonación de la deuda fue planteada oficialmente por los propios países
centroamericanos. En una reunión de emergencia que tuvo lugar en El Salvador, plantearon
siete puntos, que ustedes conocen por la prensa o por la televisión, entre ellos que se
aguantara la expulsión de los centroamericanos llamados ilegales en Estados Unidos;
condonación de deuda de los dos países más afectados, que eran Honduras y Nicaragua;
programa de desarrollo para la región, entre otras varias solicitudes.
Nosotros, después que hicimos los cálculos, nos dimos cuenta de
que aunque la cifra fuese de 30 000 víctimas mortales -suponiendo que la cifra fuese 30
000, tengo la esperanza de que sea menor; cuando se puedan contabilizar bien y sacar mejor
los cálculos puede quedar reducida a 25 000 ó hasta menos-, partiendo del criterio
de que fueran 30 000, era posible desarrollar un programa integral de salud que salve cada
año tantas vidas como las que se perdieron en el huracán.
El argumento nuestro para la comunidad internacional era: Si se
conmueven el mundo y organismos financieros internacionales como el Fondo Monetario, el
Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo, y países como Francia, España,
Austria, varios otros de la Unión Europea, Estados Unidos, Canadá, instituciones como el
Parlamento Europeo y muchos otros hablan de condonar o aliviar deudas que ascienden a 10
000 millones, muy bien, es algo importante. Pienso que si continúa esa batalla se pueden
llegar a condonar las deudas, prácticamente ya muchos han ido planteando la condonación
de las deudas. Se puede condonar el 80% y hasta el ciento por ciento de la deuda de
Nicaragua y Honduras. Puede y debe aliviarse además la del resto de los países
afectados. Una gran parte del presupuesto de esos países se gasta cada año en pagar los
intereses de esa deuda o en amortizarla.
La deuda pendiente de Nicaragua con Cuba no estaba cobrando
intereses, nosotros le habíamos cancelado los intereses. Inicialmente era mayor;
habíamos hecho reducciones, cancelaciones, algunas cantidades se habían pagado, pero
habíamos suspendido los intereses de esa deuda. La misma había alcanzado, en un momento
determinado, 90 millones y se había reducido a 50,1, sin intereses.
Solo pagando los servicios de la deuda externa, estos países
invierten a veces el 30% y el 40% de los presupuestos; no les queda nada, prácticamente,
para el gasto social, o muy poco para educación, salud, de manera que la condonación de
la deuda significaría para ellos un alivio importante, pero muy lejos de ser suficiente.
Condonan la deuda, muy bien; pero hay que reconstruir el país y,
entonces, hacen falta miles de millones; hay que desarrollar el país, hacen falta otros
miles de millones.
(continuación) |