No basta tener una idea justa, noble, buena; la suerte es que esas ideas justas, nobles y buenas coincidan con el instante en que la humanidad no se salva si tales ideas nobles, justas y buenas no se aplican

Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en la clausura del XII Foro Nacional de Ciencia y Técnica, efectuada en el Palacio de las Convenciones el día 21 de noviembre de 1998, "Año del Aniversario 40 de las batallas decisivas de la guerra de liberación".

(Versiones Taquigráficas - Consejo de Estado)

Compañeras y compañeros:

Les prometí unas palabras, después de que terminara el compañero Miret, para explicarles mi ausencia de este foro.

En realidad, en estos días hemos tenido un gran cúmulo de actividades que se unieron: visitas de jefes de gobierno que debíamos recibir, conversar, y no solo de jefes de gobierno, sino de muy diversas personalidades, no todas las personas con las que nosotros conversamos salen en la prensa; pero una serie de personalidades muy importantes para toda la actividad que está desarrollando nuestro país en este momento, que había que atender y dedicarles tiempo.

Hay períodos en que se junta todo eso, y cuando vinimos a darnos cuenta ya teníamos el foro encima, en una época del año de muchas actividades que no nos daban tiempo, sencillamente, y nos faltan unas cuantas todavía; dentro de unos días, porque pasa el tiempo veloz, estará el Congreso de la juventud y otra serie de eventos, reuniones, Asamblea Nacional y cosas por el estilo.

Pero aun con todos estos compromisos no me habría faltado tiempo para estar algunas horas con ustedes, en algunos debates, en algunas sesiones. A mí siempre me ha interesado mucho, en estos foros, escuchar todas las opiniones, proposiciones, para estar realmente bien informado, bien empapado y cuando me tocara hablar, saber realmente las características, el contenido y la importancia de las intervenciones y los debates.

No me he perdido un solo foro desde 1990, eran anuales; y recuerdo cuando esto, que empezó modestamente como foro de piezas de repuesto, fue la primera necesidad, se convirtió en lo que es hoy, un movimiento extraordinario de ciencia y técnica. A mí me gustaban incluso los foros anuales, pero vimos que era tal ya la cantidad de esfuerzo dedicado a eso, que llegamos a la conclusión de que resultaba más racional que se hicieran cada dos años; son bianuales ahora, y a este primer foro bianual no pude asistir, no pude participar en los debates, por las razones que les expliqué.

Pero la más importante de las razones por la que no pude estar es, quizás, aun con todos los demás compromisos, y entre los compromisos están los planificados y los que surgen a lo largo del año -usted puede planificar 50, 100, 200 actividades y al final del año son 400, ese tiempo hay que robárselo a veces al sueño, hay que robárselo al descanso, hay que robárselo al estudio, porque nosotros también tenemos que estudiar igual que ustedes, leer mucho, y recoger información-, algunas horas habríamos podido sacar para participar en el foro, de no coincidir con el fenómeno de los huracanes que han tenido lugar casi uno detrás de otro. Primero el Georges famoso, que arrasó República Dominicana y Haití, nos hizo daño a nosotros, bastante, pues llegó después de una intensa sequía. Había que llevar ayuda inmediata, tal y como acostumbramos a hacerlo a todos los lugares. Incluso nosotros priorizamos a República Dominicana y Haití, puesto que recibieron un golpe mayor. No tenían la experiencia que tenemos ya nosotros, no han alcanzado el nivel de organización que ya poseemos para la protección de la población y de las instalaciones.

Le prestamos atención especial a eso, sobre todo haciendo un trabajo también diplomático para buscar ayuda a esos países, aparte de la moral que nos da, cuando decimos: Preferimos que prioricen a Santo Domingo y Haití porque han sufrido más que nosotros, han sufrido un golpe más fuerte.

Realmente nosotros estamos más preparados hoy, estamos más preparados que nunca, y difícilmente haya otro país mejor preparado que nosotros para enfrentar golpes de todo tipo, y nos da moral cuando pedimos para otro y trabajamos para otro. Lo que estábamos lejos de imaginarnos es que, apenas unas semanas después, se presentara un huracán de excepcionales características, Mitch se considera uno de los cuatro más fuertes de este siglo. Y estuvo rondándonos, iba por el sur de Cuba y casi todos esos ciclones en esta época, cuando entran en esa zona, amenazan con recurvar hacia el norte y pasar por nuestro país.

Ese monstruo alcanzó vientos sostenidos de más de 250 kilómetros por hora y, además, algunas rachas de más de 300. Estos huracanes ahora los clasifican los meteorólogos en categoría I, categoría II, III, IV y V, cualquiera se engaña con esa categorización. Cuando tiene vientos sostenidos de más de 100 kilómetros por hora, ya es huracán de categoría I y así sucesivamente. Cuando pasa de 250 es de categoría V. Cualquiera se puede inclinar a pensar que un huracán de categoría V pueda hacer cinco veces más daño que un huracán de categoría I; un simple cálculo, acostumbrados a multiplicar y a dividir, podría hacer suponer eso. Pero es que un huracán -y esto lo supe ahora, lo vi bastante recientemente- de categoría V tiene veinticinco veces más poder destructivo que un huracán de categoría I, ¡veinticinco veces!

Este venía para acá, más bien iba a pasar casi por el centro del país; más o menos parecía que iba a pasar al oeste de Jamaica, por Camagüey, esa era la dirección que traía, y después dobló hacia el oeste. Se mantuvo a un ritmo bastante lento, pero fue avanzando y los vientos adquiriendo más fuerza, porque lo que alimenta a los huracanes es el calor sobre todo del mar. En tierra pierden fuerza, se desgastan más, por la fricción de la tierra, la irregularidad del terreno; cuando tiene montañas altas se desorganizan bastante hasta que se reorganizan de nuevo, pero en el mar cobran fuerza inmediatamente. Y este venía por la corriente del golfo, y la corriente del golfo lleva su energía desde los mares ecuatoriales hasta Noruega, así que calculen si tiene energía suficiente en esa corriente un huracán de este tipo para fortalecerse.

Se le velaba cuidadosamente. Rubiera insistía, algunos estaban medio cansados ya, se encontraban movilizados desde hacía algunos días. No se puede hacer otra cosa que tomar medidas a tiempo, no se puede estar jugando a cara o cruz, pensando que va a seguir de largo, eso no lo puede asegurar nadie. Los de Pinar del Río movilizados por si pasaba por esa provincia, pero siguió hacia el oeste; incluso hubo un momento en que se inclina un poco hacia el suroeste.

El hecho es que este huracán inverosímil se detiene largamente frente a las costas de Honduras. Todo el tiempo que estuvo detenido allí había el riesgo de que tomara rumbo norte y pasara por Pinar del Río, no sé qué hubiera quedado de tabaco, o de casas de tabaco en Pinar del Río, uno de los renglones crecientes de exportación que tiene el país.

Aquí le pregunté a uno de los destacados si podíamos sembrar en toda la isla tabaco de calidad y dice que sí. El país está trabajando por una producción futura de 400 millones de tabacos de exportación anualmente y tienen una demanda que es increíble. Hay algunos puros nuestros que se venden a los turistas en algunas islas del Caribe a 40 dólares y a 50 dólares, nosotros recibimos un dólar y medio o dos dólares; pero, bueno, es un ingreso. Cuando lo vendemos aquí no lo vendemos tan caro, pero también se vende en el mercado interno a los turistas. Hay una demanda tremenda, es un renglón que crece; pero si ese huracán pasa por Pinar del Río el daño habría sido enorme. Allí había todavía 300 000 quintales en proceso, secándose; toda la materia prima casi de la primera parte del año. Los primeros cuatro meses del año están allí procesándose todavía.

Pero se detuvo frente a Honduras, un fenómeno increíble: 58 horas detenido allí. A las islitas aquellas que estaban cerca las barrió por completo; pero, claro, fue perdiendo energía, porque él también, con esa energía brutal, para alcanzar rachas de más de 300 kilómetros se debilita, se desgasta -es igual que un avión que esté volando a 1 000, a 1 500, a 2 000 kilómetros, que gasta mucha más energía que si está volando a 500-, ya a esas velocidades tan altas fue perdiendo cierta energía. Pero el hecho es que se detiene 58 horas frente a las costas de Honduras y no lejos de Nicaragua. Fueron unas masas de agua enormes, y el daño lo hicieron no tanto los vientos -aunque eran vientos suficientes como para derribar plátanos, casas y muchas cosas; pero no eran los vientos de 200, de 150 kilómetros, hubo momentos en que llegaron a menos de 100 los vientos sostenidos-, sino lo que llovió. Estuvo todas esas horas lloviendo, y después siguió por el territorio, perdiendo fuerzas, hasta que penetra en Guatemala.

En las montañas de Guatemala desaparece, ya daban por desaparecido el ciclón; pasaron alrededor de 48 horas y otra vez Rubiera anunciando que el ciclón estaba por el golfo de Campeche, que de nuevo se presenta.

Reaparece el famoso huracán, y lo que sí recuerdo es que el día estaba precioso cuando empezaron a dar noticias de que estaba reorganizándose por allá; ya venía en dirección noreste, no se sabía a qué distancia iba a pasar de nosotros ni cuánta agua nos iba a caer, cuando nos considerábamos libres de aquel riesgo, ¡ya se imaginan!

Pasó como a 170 kilómetros de las costas de Pinar del Río, las lluvias no fueron muy fuertes, no llegó a ocasionar daños de consideración; pero recuerdo que cuando anunciaba el observatorio que estaba a 300 kilómetros, aquí hubo rachas de viento de 100 kilómetros, y en el observatorio de La Habana de 105 ó 110 kilómetros.

Cuando se desorganizan son peores, como le pasó al Georges, que salió de Haití con tres ojos mientras se organizó de nuevo, pero hubo rachas de viento a 300 kilómetros de distancia. El Mitch causó un verdadero desastre, se considera el más grande desastre natural ocurrido en Centroamérica en 200 años. Nadie puede imaginarse lo que eso significa sino es viendo las imágenes de la destrucción que causó en esos países. Países, además, pobres, porque Honduras y Nicaragua, por ejemplo, están entre los dos países más pobres del continente. Haití puede ser el número uno en pobreza, no solo del hemisferio, sino del mundo -no el número uno, pero está entre los más pobres del mundo-, y Honduras y Nicaragua, los más dañados, están entre los más pobres de América Latina y del Caribe, con excepción de Haití.

Los demás son muy pobres, no tanto, pero son muy pobres: Guatemala es un país pobre, El Salvador es un país pobre; incluso estaban amenazados con otro huracán: la devolución de gran cantidad de los llamados indocumentados de Centroamérica que viven en Estados Unidos, que remiten dinero a sus familiares en Centroamérica, los están expulsando.

Los destrozos fueron tremendos. Hay que decir que a Honduras la barrió completa, no quedó plátano, no quedó cosecha, no quedó nada, áreas inmensas cubiertas de agua. La capital, atravesada por un río normal, como quien dice el Almendares -y este a veces daba dolores de cabeza; antes de que tuviera la presa aquella de Mampostón, todos los años había inundaciones por la zona de la carretera de Rancho Boyeros-, allí, en Tegucigalpa, el agua que cayó era inimaginable, a lo cual se suma el hecho de que Centroamérica ha quedado muy deforestada, decenas de miles de hectáreas de bosques han ido desapareciendo cada año. El bosque retiene las aguas, cuando no hay bosque el agua se precipita hacia los cauces de los ríos, y la inundación de la capital fue sorpresiva y terrible.

En la cuestión de las crecientes, hay dos cosas muy importantes, no solo el volumen de agua que cae, sino el tiempo en que cae. Lo que pasó aquí con este ciclón Georges en Mayarí, que hubo que evacuar, cuando casi había pasado, lugares donde nunca había llegado el agua, que no se evacuaban. Hubo que evacuarlos bajo las lluvias en Mayarí, población grande que está en la orilla más alta del río, un río que a veces crece fuerte. Hay una presa que no se terminó por el período especial, en la que pensamos ir trabajando poco a poco hasta terminarla. Pero el problema es que cayeron 300 milímetros en cuatro horas, y no es lo mismo 300 milímetros en cuatro horas que 700 milímetros en 24 horas.

Eso pasó aquí también en la zona de San Nicolás, provincia de La Habana, en un pueblo que nunca se inundó: cayeron por los alrededores, en la cabecera de un arroyo, 300 milímetros en unas horas y ocurrió igual que en Mayarí.

Nadie sabe las lluvias que cayeron en Centroamérica. Si uno analiza las imágenes, no creo que puedan ser tanto como el Flora, pero no hace falta tanto como el Flora.

Del Flora no se sabe todavía, se calculan 1 600 milímetros, no había muchos puntos de medición, pero ya había algunos; fueron 1 500 y 2 000 milímetros. El ancho que tenían la inundación y la corriente, en el medio de la provincia de Oriente, y lo digo como testigo presencial, era el ancho de la desembocadura del Amazonas, al unirse las aguas de todos los ríos que hoy están represados y que también inundaban el Valle del Cauto todos los años, antes del Flora, no con grandes inundaciones, pero lo inundaban.

Todos están hoy represados. Hasta el propio Cauto, antes de llegar a la Carretera Central; está represado también cerca de Miranda; está represado el Contramaestre. Todos los ríos que cuando el Flora vertieron sus aguas, más los de Manzanillo, de la región de Granma, todos están represados hoy. Pero todas aquellas aguas -fueron 36 horas lloviendo realmente- vinieron juntas, y el río crece en forma de ola, es como una pared, un muro que avanza, en horas de la madrugada, sorprendió a todo el mundo. Hubo campesinos que creyeron que era el mar del norte de Oriente que había invadido la provincia.

Alrededor de 1 200 personas perecieron cuando el Flora. Hoy no habrían perecido, porque cada vez que hay peligro de ciclón, con presas y todo, se evacua toda la gente que vive en aquella región, porque ya hay un nivel de organización muy grande, participa todo el pueblo unido, como en este foro, como dijo Miret, con disciplina, con todo garantizado; 700 000 personas se evacuaron cuando el Georges, como medida preventiva.

Ahora, el Mitch fue algo inusitado, no se puede ni siquiera criticar a ninguno de esos países, porque el fenómeno se iba por encima de cualquier cálculo que se hiciera, y les hablaba de un río que atraviesa la capital de Honduras, toda el agua caída desbordó aquel río, llevó lodo y arrasó casi con la ciudad, hubo barrios enteros arrasados.

Les decía que la deforestación contribuía a los daños del huracán. Se reúnen varias cosas: el fenómeno inusitado, la cantidad de horas lloviendo, montañas deforestadas, porque el bosque retiene el agua. Es decir, no es solo la cantidad de agua caída, sino el tiempo en que haya caído, más la capacidad de las fuentes de esos ríosde retener el agua, la que pueden retener durante horas y las crecidas no serían tan destructoras.

También el fenómeno de El Niño está influyendo, son ya los cambios de clima, y no solo los cambios de clima, sino también la deforestación. Ese es el precio que la humanidad empieza a pagar por toda la agresión a la naturaleza, por ello el énfasis creciente en las cuestiones del medio ambiente, en la necesidad de darle cada vez mayor importancia al problema.

Nunca hubo en Cuba una sequía como la que precedió al huracán Georges. Es cierto que no fue igual en toda la isla, pero en extensas zonas de Holguín, Las Tunas y parte de Guantánamo fue muy intensa, y en toda la isla en general, en unas más y en otras menos, pero no se conoce una sequía así, no llovió en toda la primavera en algunas regiones.

Bueno, incluso huracanes de estas características ya son más frecuentes.

Lo de El Niño está influyendo en algunos lugares con grandes inundaciones y en otros con grandes sequías. Realmente fue catastrófico, se dice que hizo retroceder a esos países 50 años.

Causó un gran número de víctimas, las cifras son diversas, y no se sabrá al final exactamente, porque se trata de muertos y desaparecidos. De muchas de las víctimas del Flora en Cuba, en el año 1963, no aparecieron sus cadáveres. Nadie se imagine que donde hay una inundación de ese tipo, después del agua empiezan a aparecer cadáveres; no, muchos de los cadáveres se los lleva la corriente, no aparecen.

En Centroamérica, cadáveres contados pueden ser ahora -las cifras están variando- 10 000 ó 12 000. Pero entre muertos y desaparecidos se calcularon inicialmente alrededor de 30 000 víctimas. De 100 desaparecidos, como regla, no menos del 95% de los casos son realmente víctimas mortales. Todavía hay laderas de montañas que tienen allí sepultados cientos y tal vez miles de personas. Sé que en Nicaragua, por ejemplo, había un volcán donde había cinco poblaciones y varios miles de personas -vi ese dato, lo leí-; habían aparecido 180, las otras permanecen sepultadas allí, se dan como desaparecidas.

Nosotros consideramos un deber elemental apoyar a Centroamérica; podíamos hacerlo de forma efectiva, a partir de las meditaciones que habíamos hecho a raíz del huracán Georges, de los estragos que produjo en Haití y República Dominicana. A este país enviamos una brigada médica, tan pronto estuvo disponible la pista de aterrizaje de la capital. Me contaron que esta tarde habló un médico de los que participaron en ella.

(continuación)

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