Una gran batalla por la supervivencia requiere el máximo de comprensión, de unidad y subordinación incluso de los intereses nacionales a los intereses del conjunto de nuestros pueblos

Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en la sesión de clausura de la VIII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, efectuada en la sala Douro, del Centro de Conferencias del edificio de la Aduana Nueva, Oporto, Portugal, el día 18 de octubre de 1998, "Año del aniversario 40 de las batallas decisivas de la guerra de liberación".

(Versiones Taquigráficas - Consejo de Estado)

Majestad;

Excelencias;

Estimados miembros de las delegaciones aquí presentes;

Distinguidas y distinguidos invitados:

Trataré de ser todo lo sintético posible; de hablar, si es necesario, en forma de telegrama. Decir, en primer lugar, y con la sinceridad con que suelo expresarme, que esta reunión, a mi juicio, ha sido extraordinariamente fructífera. Me atrevería a decir que nunca en tan breve tiempo se hizo tanto por nuestras aspiraciones de integración, de unión y desarrollo.

El método ideado por los portugueses fue excelente: cero discursos -me informaron a mí e informaron a otros-, máximo de espontaneidad, diálogo e intercambio de impresiones. Yo, por mi parte, no escribí nada. Debía pronunciar unas palabras finales. No tuve tampoco tiempo de escribir nada y fue mejor, porque habría sido imposible escribir ayer sobre las impresiones que hemos recibido hoy.

Comenzamos con la primera sesión de inauguración. Escuchamos las palabras sentidas del presidente Caldera. Profundas intervenciones del primer ministro de Portugal, Guterres, y del presidente Sampaio despertaron nuestros ánimos. Percibimos que se estaba poniendo el dedo sobre la llaga. Nos marchamos para el otro salón. No sé por qué excluyeron a las damas; participaron las delegaciones. Y una cosa buena: nos sentimos con libertad de hablar más íntimamente; no estaba la prensa.

La experiencia de muchas reuniones nos enseña que hay diferencias de matices y de tonos, hay prácticamente dos discursos: cuando estamos hablando para el mundo, para nuestro país y para los demás países, y cuando estamos hablando entre nosotros. Sin embargo, a la prensa no le ocultaremos nada.

Comenzaron los pronunciamientos. Habló, en primer lugar -y no voy a hacer una crónica completa-, el presidente Cardoso. Me pareció excelente que él iniciara las intervenciones, porque el pensamiento del mundo está concentrado -pudiéramos decir- en Brasil como puerta potencial de entrada en América del Sur y en América Latina de la grave crisis que nos amenaza; el país donde se requiere de un esfuerzo especial, porque lo que allí ocurra será decisivo. Realmente nos produjo satisfacción a todos, y, en mi nombre, puedo decir que de modo especial su profundo análisis.

Nos hizo la historia de los tres asaltos especulativos que sufrió la economía brasileña en 1995, en 1997 y en 1998, lo que costó decenas de miles de millones de dólares a la reserva que con tantos esfuerzos había acumulado el país; y planteó sus ideas, esencialmente la necesidad urgente de inyectar la liquidez necesaria y suficiente a las finanzas internacionales.

Hubo algunas cosas muy interesantes que él añadió al plantear prácticamente la necesidad de dos políticas: una relacionada con los países emergentes muy vulnerables a los riesgos de la crisis financiera, y otra para los países industrializados que poseen los recursos necesarios. Si lo vamos a sintetizar, me atrevería a decir muy esquemáticamente que se planteó la idea de una política económica austera, muy cuidadosa, para los países en desarrollo, es decir, en la economía interna de nuestros países, y una política keynesiana para las finanzas internacionales. Creo que no se diferencia mucho de algunos pronunciamientos que han hecho muy recientemente personalidades cuyas decisiones son tan importantes para la economía mundial, como el Presidente de Estados Unidos y los directores del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, ante la grave crisis que se está desarrollando.

No puedo mencionar a todos los que intervinieron después; fueron muchos los que hicieron valiosas e importantes intervenciones. Voy a mencionar algunas que, a mi juicio, sintetizaban ideas muy importantes: la del presidente Frei, relacionada con el mensaje que en la reunión se había propuesto elaborar adicionalmente a la Declaración para enviarlo a los que tienen mayor poder de decisión en las finanzas internacionales. ¿Cómo debía ser el carácter del mensaje? No parecía correcto un mensaje que fuera a dar la impresión de una situación catastrófica, insoluble o de carácter pesimista, sino con toda franqueza plantear de modo realista y sin exageración alguna -lo que realmente no requiere de exageración- la situación financiera actual.

El presidente Zedillo llamó la atención de que, aun con prioridad sobre soluciones a mediano plazo o soluciones futuras y las relacionadas con una nueva arquitectura, había que apagar el fuego de inmediato. Y otra segunda idea, entre varias: la necesidad de que Europa reaccionara y prestara todo su apoyo a las medidas que se consideran indispensables tomar para tratar de frenar la crisis y reanudar el crecimiento económico.

Debo citar la intervención del primer ministro de España, el presidente del gobierno, Aznar: dos cosas muy alentadoras, cuando planteó la decisión de España de aportar 5000 millones de dólares al Fondo Monetario Internacional -es decir, predicar con el ejemplo, ya que se estaba solicitando de Europa una reacción concordante con los primeros pasos que se dieron en Estados Unidos en relación con la reducción de la tasa de interés, lo cual se considera en estos instantes elemento esencial y clave para empezar a despertar confianza y para inyectar fluidez en las finanzas internacionales-, y algo muy importante para los latinoamericanos: que de estos 5000 millones de dólares, 3000 millones estarían dedicados a un fondo de emergencia para la América Latina, porque esto es lo que se está buscando: fondos de emergencia para enfrentar la situación.

Habló también de la política española de continuar realizando el máximo de inversiones españolas en América Latina. Es muy importante que en una reunión de este carácter se tomaran decisiones de este tipo.

En la última reunión, Argentina informó un aporte de 1000 millones; es decir, son 6000 millones que emergieron de esta cumbre, cuando se está solicitando a los países desarrollados el máximo aporte en interés de ellos y del Tercer Mundo.

Anteriormente se había producido un hecho importante: otro aporte de España digno de reconocerse: la reducción del 0,5% de la tasa de interés, es decir, el doble de la primera reducción del Sistema de la Reserva Federal de Estados Unidos.

Son, a mi juicio, excelentes decisiones cuando se trata de conquistar el apoyo, de vencer dudas y obstáculos, a fin de obtener un apoyo similar del resto de los países de la Comunidad Económica Europea.

Se discutió el contenido del mensaje, ese mensaje que se había acordado en la sesión de la mañana en adición a la Declaración, cómo debía ser elaborado; se arribó a un pleno consenso sobre el contenido del mismo. Todos llegamos a la convicción de que la forma correcta era aquella que se propuso de elaborar ese mensaje, que se discutió después en la sesión de la tarde.

Quizás, para esclarecer mejor las cosas, debo decir que se había decidido continuar el diálogo en el almuerzo. Los portugueses se las ingeniaron para llevar unos micrófonos inalámbricos y obrar otro milagro que parecía increíble en un almuerzo: la continuación del diálogo, pero esta vez solos los jefes de Estado y de Gobierno.

(continuación)