Existen muchas iglesias y templos en el país que conservan en su concepción de estilos, la memoria de la época colonial y poseen elementos tipológicos de esos siglos, rasgo que las convierte en elocuentes testigos del tiempo.
Cada 24 de septiembre la Virgen de la Merced es venerada por sus fieles, quienes acudieron con todas las medidas de protección a su sede en la calle Cuba entre Paula y Merced, en la barriada de San Isidro, en La Habana Vieja.
La Iglesia de Nuestra Señora de la Merced es considerada uno de los templos más suntuosos de La Habana. Se levanta en una plazuela que permite apreciar en su totalidad la fachada barroca desprovista de torre, en la cual se destaca la puerta principal de arco abocinado y un nicho central.
Según cuenta la historia de esta institución religiosa, la llegada de La Orden de la Merced a Cuba se remonta al año 1630, como parte del devenir de la evangelización del continente americano.

Luego de varios esfuerzos para la construcción de un templo, fue imposible concluir la obra que se había comenzado por desacuerdo de la realeza de la época. Finalmente, en 1744 lograron el permiso y en 1755 se inició la reconstrucción del actual templo. La primera misa se realizó en agosto de 1792.
No obstante, para que la iglesia llegara a ser la que se contempla con el esplendor de estos días, tendría que atravesar otras vicisitudes como la toma de La Habana por los ingleses, la expulsión de los mercedarios y servir de almacén de aduana, hasta que en 1867 se convirtió en uno de los mejores y más bellos templos de Cuba.


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