Para el niño Omar Lucero, el béisbol siempre fue su juego favorito y correr tras la pelota era más que una simple diversión. En su natal Santiago de Cuba, en el municipio Mella, se forjó quien fuese con el paso de los años un excelente árbitro de los diamantes en Cuba.
-¿Cómo fueron sus inicios en el béisbol?
-Fui un muchacho tranquilo, pero de esos que tenía que ir con el bate, el guante y la pelota si no, era imposible jugar pues «me pasaba de malo». En el pueblo había un árbitro que se llamaba Douglas Marbean quien me dijo que lo ayudara en un aprtido11-12. Sin pensarlo, me metí detrás del box y en ese instante descubrí lo que quería ser en mi vida. Ya tienes un strike, me dice con su mano derecha y reímos.
-¿Cómo asciende en las categorías hasta la Serie Nacional?
-Comencé en las provinciales y cuando tuve la oportunidad, me fui para La Habana y pasé varios cursos con exitosos resultados. Tuve la suerte de caer con un jefe de grupo que, para mí, fue lo mejor que me pasó. Se llamó Alfredo Paz, una institución en este trabajo, y siempre me pedía para que trabajara con su grupo, lo cual me aportaba toda su sabiduría. Ya tienes dos, tírale que te poncho.
-¿Qué opina del arbitraje hoy en Cuba, con una novedosa mezcla generacional?
-Hoy contamos con muchos jóvenes talentosos que están asumiendo grandes responsabilidades y es ahí donde los más experimentados tienen que ayudar a su formación y ellos dejarse ayudar para llegar a la madurez profesional con todas las herramientas.
Me mira y levanta su mano izquierda y me dice: ¡bola! Lucero tiene un estilo único en cantar las bolas.
-¿Por qué está peculiaridad?
-Me di cuenta de que nadie cantaba las bolas y arranqué a hacerlo. Esto me trajo algunos problemas, el propio Alfredo Paz me decía que las bolas no se cantan y el resto del grupo me ayudó diciendo que, si yo cantaba las que en realidad eran bolas, que lo huciera como quisiera. Siempre tuve buen porciento de acertar en los conteos y eso ayudó a mantener esta costumbre.
Ahora solo levanta su mano izquierda y me dice tú sabes: dos bolas.
-¿Cuántos años permaneció en los diamantes de Cuba y por el mundo impartiendo justicia?
-Estuve 30 años –de 1983 al 2013– en esta dura, pero increíble profesión. Por problemas de salud me tocó salir un tiempo, recuperarme y ahora estar en esta nueva etapa como chequeador de los juegos.
Detiene su respuesta mira sus dos manos y me dice: ¿te ponché o qué?.
-Recuerdo que siempre le tocaban juegos calientes y decisivos en home ¿Por qué?
-Bueno, la realidad era que me gustaba mucho, y con el estadio lleno era cuando mejor trabajaba. En el terreno solo se escucha un zumbido que de alguna manera te aísla de los gritos de los árbitros de gradas que, en ocasiones por su ángulo de visión, creen que son ellos los que tiene la verdad de un conteo. Yo me mantenía concentrado todo el tiempo, atento a cada detalle del juego, además, incorporé, propio de mi personalidad, decirles cosas jocosas a los jugadores que los relajaban en algún momento tenso y así, en par de entradas, ya era dueño del partido.
Decretamos otra bola y el conteo se empareja.
-¿Algunos árbitros que fueron referentes en su vida profesional?
-Sin dudas ya hablamos de Alfredo Paz, te sumo a César Valdés, Mario Cosío, Nelson Díaz y otros que puedo pecar por no mencionaros, pero ya los años hacen su mella en la memoria. También recuerdo al hermano Melchor Fonseca que por muchos años conformamos junto a otros un equipo como una familia.
Ríe con picardía y con ella confirma que esta pregunta y el recuerdo de buenos amigos me hace merecedor de la tercera bola. El conteo se va cerrando y me quedan algunas preguntas, le digo. ¿Y qué esperas? Tira, me reta Omar Lucero.
-¿Con su experiencia que más se puede hacer para elevar el béisbol en Cuba?
-Sé que se trabaja para ello dentro de las posibilidades reales que tenemos, pero algunos temas como el de poder garantizar implementos en todas las categorías y la masividad es esencial, así como lograr de alguna manera la durabilidad y estabilidad de los atletas en los equipos, ello eleva la calidad del béisbol.
Me canta el ultimo foul y me cierra los puños en señal que solo queda un lanzamiento.
-¿Cree que para tener un buen béisbol se necesita un buen arbitraje?
-Hoy actúa un jefe de reglas y arbitraje que, además de tener conocimientos, es dedicado y hace todo lo que está en sus manos para ayudar. Eso es importante, pues en otros tiempos no era así. Otro detalle que siempre me pregunto: ¿por qué no invitan al menos un árbitro al juego de los veteranos en el Juego de las Estrellas? Eso sería un reconocimiento a la bella historia que tiene el arbitraje en Cuba, que contra viento y marea siempre está al pie del cañón. Y que conste, sabemos que para tener un buen béisbol se necesita un mejor arbitraje, fíjate que no igual, tiene que ser mejor y en ello siempre estamos trabajando, que nadie lo dude.
Levanta las dos manos y me dice que estoy ponchado. Yo le digo, pero si era mala bola. Despliega esa pícara sonrisa y asegura: ¡sí, mala de batear!
COMENTAR
Romario dijo:
1
17 de enero de 2020
22:15:04
Lorenzo perez dijo:
2
11 de junio de 2024
21:25:01
Responder comentario