Siglo y medio de un grito de independencia. Corría el año 1868, y en el ingenio La Demajagua se respiraban nuevos aires, la inquietud se podía cortar con el machete, el mismo que desde el 10 de octubre fuera símbolo de lucha, de libertad.
Carlos Manuel, ya alertado por un amigo de la familia de que se dirigían tropas a su finca a detenerlo por sus ansias de ser libre o mártir, citó a todos los que pudieran escuchar su clara voz, a todos los que pudieran sentirse identificados con su visión de una nueva Cuba para todos los cubanos.

Llegar hoy a ese lugar histórico y sagrado de la patria, ver que conserva parte de su trapiche, ver que su campana sigue dando toques de independencia y las banderas ondean al viento, simplemente te transporta en el tiempo.
El buen estado de conservación de la casa museo la convierte en lugar de visita obligada para todos los cubanos, para renovar ahí nuestro compromiso con la patria libre.



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