En un lugar de nuestra Habana, de cuyo nombre siempre quiero acordarme, el Estadio Francisco Cardona, un grupo de jóvenes nos reuníamos allá por los duros años 90 del pasado siglo. Cada tarde allí era un nuevo desafío.
Lo mismo se corrían kilómetros que se jugaba baloncesto, frontenis o el incorporado fútbol de vallita, del cual salió más del 50 % del primer equipo Cuba al Mundial de futsal de aquellos años y cada tarde se sumaba a esa tropa un espigado moreno ágil, sólido, incansable y constante en su empeño, con el ansia de ganar cada partida, con una fuerza de voluntad y tozudez quijotesca que imponía su visión a todo el grupo. Esas características llevaron a Erick Hernández a ser el mejor dominador de balón del mundo y, por sus resultados, me atrevo a decir que de todos los tiempos. Hasta que llenó el libro de Récord Guinness con su nombre.
Entre goles, sueños y hasta esguinces reiterados se fundó una amistad y admiración que perdura con el tiempo. Asistir a muchos de sus récords, verlo triunfar e ir al seguro en cada intento, condujo a múltiples diálogos y retos sobre cómo hacerle una imagen que reflejara la imbricación perfecta que existe entre hombre y balón, entre esfuerzo y resultado.
«Tú eres mucho más que sombras», le he dicho en varias ocasiones a Erick, refiriéndome a que siempre ubicaban el escenario de sus récords a contra luz, muy difícil técnicamente para todos los fotorreporteros. La búsqueda de la ansiada foto trajo consigo noches de desvelos, rebuscar ángulos diferentes, exprimir cada técnica hasta la saciedad y desterrar la conformidad con lo cotidiano. Al final, como cada esfuerzo tiene su resultado, logré capturar el momento que buscaba, ese que ahora llegará, también, por primera vez a las manos de Erick «Dominio» Hernández.


COMENTAR
dairon dijo:
1
22 de noviembre de 2017
11:22:50
albon dijo:
2
22 de noviembre de 2017
13:15:52
michael Respondió:
23 de noviembre de 2017
15:33:33
Javier Respondió:
23 de noviembre de 2017
19:29:52
Responder comentario