Adelfa precedió a Adelfa. Adelfa aún no estaba y ya copaba los espacios. Parece característica suya esa de adelantarse a los acontecimientos. Que Adelfa no llega; que el carro viene sin «vía libre» y no lo dejan entrar, corre y llévaselo; que el chofer no encuentra la sala, que no contesta el teléfono…
Las presentaciones de la editorial Sanlope, de Las Tunas, transcurrían con la seriedad habitual en la Feria Internacional del Libro de La Habana: hay ciertos modos y composturas, pero Adelfa parecía dispuesta a romperlos, con su no aparecer.
No había llegado, pero sabíamos que existía, una Adelfa que publicaba su primer libro, que había estado postrada por dos años y medio, y salía por primera vez de su casa, luego de un accidente; una Adelfa que «se moría» si no llegaba a tiempo.
Y así se sucedían los libros y los presentadores, mientras el turno de Adelfa rotaba. Casi al final, el nerviosismo era tanto que casi nadie atendía, ¡qué le pudo pasar a Adelfa, por Dios!, y se hablaba lento, para que le diera tiempo a aparecer a la venida de tan lejos.
Al fin hubo un suspiro
colectivo. Adelfa bajó, lenta y dificultosamente, apoyada en un andador y en amorosas manos familiares. Cualquier otra persona hubiera sucumbido al pudor y a la torpeza ante aquella tardanza, todos los ojos en ella, y el lugar del estreno: la sala Alejo Carpentier. Cualquier otra persona se hubiera apegado al proceder establecido. Pero Adelfa no es cualquier mujer: es una maestra Makarenko.
Atravesó el pasillo recitando versos, y ya éramos suyos. Apenas atendimos al enredo de las sillas y el acomodo. Adelfa no estaba asistiendo a la presentación de su libro Historia por contar, estaba dando una clase.
Todo venía minuciosamente preparado: el espacio del presentador, las frases para motivar, sus palabras, los materiales de estudio que nos dejaría y las enseñanzas: la vida hay que vivirla como venga, con ganas; hay que empujar para que los sueños se cumplan.
Adelfa del Carmen Polanco Torres (Las Tunas, 1953), maestra primaria y profesora de Nivel Superior en Español, no es una escritora al uso, pero no le hace falta, ni le hizo para dar una clase magistral de cómo hacer que la gente quiera leerse tu libro: con la honestidad, con la pasión.
«Decidí dar testimonio veraz de los hechos, con la intención de que se conozca la realidad de quienes nos forjamos como maestros Makarenko, la impronta dejada en la formación de la vida, que nos llevó a ser creadores y artífices de nuevas generaciones».
Adelfa tenía sus libros firmados de antemano, porque no hay que perder tiempo, porque ella no pide que los lectores atesoren el objeto, sino que lo pasen a otros cuando lo lean.
De tanto insistir para que los proyectos se logren, como el de gestar ese texto y lograr presentarlo, ella hasta se precede a sí misma, y garantiza interés, atención y éxito.
Pero se va sin estridencias, dejando tras de sí una huella leve, y también dulcísima, espiritual e influyente. Adelfa tiene todo lo que corresponde a una buena maestra, incluido el dominio del tiempo justo.
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VICTOR ELADIO PEREZ G dijo:
1
24 de febrero de 2024
08:52:30
Adelfa Polanco Respondió:
25 de abril de 2025
19:57:22
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