ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Captura de pantalla

Primero, un Martín Vizcarra destituido por «incapacidad moral» y acusaciones de soborno.

Le siguió Manuel Merino, quien gobernó solo 5 días, pero fue presionado por el Congreso para que renunciara, en un intento por calmar el descontento popular, objetivo que no se logró. Merino dejó el Gobierno con dos muertos en sus espaldas, a consecuencia de la violenta represión policial durante las protestas y, además, ya es investigado por violación de los derechos humanos.

El sustituto resultó Francisco Sagasti, un ingeniero de 76 años que tiene la enorme tarea de conducir hasta abril de 2021, cuando se celebren elecciones presidenciales, un país sumergido en una profunda crisis política, económica, social y sanitaria.

Es importante destacar que el ex presidente Vizcarra contaba con el apoyo del 79 % de los peruanos, cifra alta respecto a sus antecesores. Asimismo, el 89,5 de los ciudadanos apoyaban su gestión cuando disolvió el Congreso en 2019.

Pero, ¿por qué el Congreso destituyó a un mandatario con cifras tan altas de apoyo, sobre todo cuando los 5 mandatarios anteriores cargan a cuestas con investigaciones por corrupción?

La respuesta exacta solo la saben los 130 congresistas actuales, de los cuales 68 son investigados por delitos que incluyen el soborno y el lavado de activos. ¿Conclusión? Que los peruanos no claman por uno u otro presidente, sino por alguno que impulse de manera trasparente su economía y sociedad.

La realidad del Perú, explica esta insistencia popular:

- el 20.2% de la población estuvo en condición de pobreza en 2019

- y la COVID-19 agravó la situación cuando la estricta cuarentena generalizada llevó a un descenso del PBI de 17.4 % durante el primer semestre del 2020 y provocó una de las mayores pérdidas de empleo e ingresos de toda América Latina.

Actualmente Perú es el segundo país con más muertos a causa del Sars-Cov2 por cada 100.000 habitantes. De acuerdo con la Universidad John Hopkins, es la oncena nación del mundo con más fallecidos por la enfermedad.

Entre una economía desacelerada, una compleja crisis en el sector de la salud, el descontento social y la arraigada historia y tradición de corrupción será mucho el trabajo que le espera a Sagasti y a quien o quienes asuman la presidencia hasta julio próximo… o después.

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