ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
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La gestión de estos tres fundadores de los Órganos del Poder Popular tiene voz de pueblo y no ha estado exenta de difíciles momentos, marcados por el denominado Periodo Especial y el recrudecimiento del bloqueo estadounidense contra Cuba, que ha hecho daño, mucho daño.

Tres humildes avileños, tres seres de carne y hueso, no se vanaglorian en ser los únicos que en la provincia cumplen la difícil misión de ser delegados desde hace 47 años.

Persistentes, optimistas, fieles devotos de los jóvenes y creyentes a ultranza de cuanto se hace por hacer una Cuba más próspera, no detienen su quehacer cotidiano, por fuerte que soplen los vientos del norte o por los nubarrones que puedan verse en el cielo.

CON LAS BOTAS PUESTAS AL LADO DEL PUEBLO

Lorenzo sostiene en sus manos la Réplica del Machete de Simón Reyes —el Águila de la Trocha—, entregada como símbolo a personalidades e instituciones distinguidas por el Gobierno Provincial de Ciego de Ávila. Foto: Osvaldo Gutiérrez Gómez (ACN)

Hoy Lorenzo también podría llamarse Alejando, Camilo, Joel, Juan, Guillermo, ¿y por qué no Fidel, Raúl? porque también fueron héroes que, en su momento, surgieron del pueblo.

Aunque cada uno en su tiempo, Lorenzo nació 19 años antes de que triunfara la Revolución que Fidel Germinó en la Sierra Maestra, bajó al llano y después regó por toda la Isla de Cuba, siempre fortaleciendo estructuras y dándole voz al pueblo, como ocurrió aquel 10 de octubre de 1976, con la idea del delegado del poder popular.

Lorenzo sostiene en sus manos la Réplica del Machete de Simón Reyes —el Águila de la Trocha—, entregada como símbolo a personalidades e instituciones distinguidas por el Gobierno Provincial de Ciego de Ávila. Foto: Osvaldo Gutiérrez Gómez (ACN)

Entonces Lorenzo tenía 27 años y andaba con su mochila llena de sueños que, después, como delegado al Poder Popular, llenó de realidades, narraciones y anécdotas aprendidas en el contacto directo con las masas.

«Yo no sabía qué hacer en los inicios de aquellos años. Después, con el tiempo, aprendí muchos conceptos y los llevé a la práctica, como el de trabajo comunitario integrado, muy de moda en la actualidad, y con el cual el delegado logra mayor inserción de la comunidad en la solución de los problemas y los planteamientos.

«De ahí surge, no solo la solución material, sino también la espiritual, porque al trabajo se incorpora un grupo de personas que ayudan, dan ideas y, de conjunto con los vecinos, solucionan problemas.

«El delegado debe atemperarse a todos los momentos, trabajar con las masas, enfatizar en aquellas cuestiones que realmente necesitan apoyo. El sistema del Poder Popular no se aprende en dos días ni en un mandato -afirma- y comparte, además, la máxima martiana que lo ha guiado: “El gobierno de los pueblos es un encargo y solamente gobiernan a los pueblos quienes los reflejan”». Eso ha querido hacer durante todos estos años: reflejar a su pueblo y defender los derechos populares.

Para él constituye honor y orgullo haber podido transitar por las diferentes etapas del sistema de gobierno cubano y aprendido a trabajar con la población, de modo que ha logrado la inserción de los electores en la solución a los problemas de la comunidad y la integración de todos los factores representados en su demarcación.

Él, solo, no hubiese logrado hacer frente a los múltiples problemas sociales surgidos como consecuencia del paso de fenómenos meteorológicos, acentuados en una zona baja donde son frecuentes las inundaciones en periodos de lluvia y se han vivido experiencias difíciles como el paso de fuertes huracanes. Kate, en el año 1985, e Irma en 2017, por solo citar dos.

A sus 75 años ratifica el compromiso de permanecer «con las botas puestas», porque el pueblo depositó su confianza en él y no puede defraudarlo. Tiene mucho que aportar y aspira a seguir, mientras la salud lo acompañe y quieran los 685 electores y más de mil habitantes de la comunidad.

Quien quiera ser como «el profesor o el maestro» -uno de los «títulos honoríficos» conferidos por su pueblo- deberá amarrarse bien las botas y andar con pasos de siete leguas.

ZORRILLA Y SU GENTE

Cuando los búfalos salieron como fieras del monte, pelaron los cañaverales y los dejaron a la altura del tobillo de cualquier guajiro de la zona, no faltaron quienes acudieron a emitir su queja ante Zorilla Foto: Osvaldo Gutiérrez Gómez (ACN)

Dicen que cuando la última sequía cerró por completo las llaves del agua y se chupó pantanos, arroyos y embalses, los búfalos de la zona de Anquillero y La 30, en el municipio avileño de Chambas, salieron como fieras del monte, pelaron los cañaverales y los dejaron a la altura del tobillo de cualquier guajiro de la zona.

Hasta por esa razón hubo quien acudió a emitir su queja ante Horacio Zorilla Moreno, el delegado de la Circunscripción 41 desde hace 46 años, donde todos los vecinos lo quieren, por humildad, sencillez, por decir las verdades, no engañar a su gente y por «disparar» directo al pecho cuando debe dar una información a su gente.

Cuando los búfalos salieron como fieras del monte, pelaron los cañaverales y los dejaron a la altura del tobillo de cualquier guajiro de la zona, no faltaron quienes acudieron a emitir su queja ante Zorilla

Y Horacio -más bien Zorrilla para su gente y para los allegados, que son muchos- todavía recuerda aquella primera reunión con sus electores, que, de allegados, con el tiempo han ido convirtiéndose en familia; recuerda que se puso un pantalón rayado, unos zapatos negros, una camisa a cuadros, la gorra de siempre y se dio un «toque» de perfume Bermellón, por aquellos tiempos la más codiciada de las fragancias, junto al Moscú Rojo.

Había buena asistencia. Zorrilla dio las buenas noches y enlazó las palabras como pudo; sudaba y la voz le temblaba. Aunque tenía 34 años y siempre fue hombre de Revolución, jamás sintió predilección por los discursos, las tribunas y las reuniones. Todavía hoy, no se acostumbra.

«¿Qué cómo es una reunión de las mías? No son muy diferentes a aquellas, tampoco aburridas. Pues la convoco y la gente va llegando. A caballo desde lugares distantes, a pie o en tractores. Generalmente la asistencia es buena. Hombres, mujeres y niños llegan, casi siempre con sus mejores galas.

«Nadie viene descalzo. Y esto se ve bien en la zona, donde antes habitaban ricos y el campo olía a injusticias».

Cuenta que él se vio obligado a cortar y alzar caña a mano. Estudió hasta el cuarto grado y con la Revolución completó la Educación Primaria y la Media Básica, hasta hacerse técnico en cultivo y preparación de tierra.

Con la humildad del guajiro de hoy, confiesa que jamás pensó dedicar más de la mitad de su vida a representar al pueblo ante la Asamblea Municipal del Poder Popular.

«En 1976 yo estaba movilizado por las FAR y allá, en la Isla de Turiguanó, me enteré de que en una de las primeras reuniones de nominación había sido propuesto y elegido como precandidato. Acepté y en la asamblea de aquel octubre fui elegido por las masas hasta el día de hoy.

«Tiempos difíciles los primeros, por la inexperiencia; después fui aprendiendo y de hace unos años volvieron los tiempos difíciles, por el bloqueo, las carencias y la falta de recursos.

«Decir siempre la verdad, no engañar, convencer y confiar en los hombres, mujeres y hasta en los niños. No decirle que sí a una persona para quedar bien con ella. Si viene a verte y no está entre tus posibilidades resolver el problema, dile la verdad; quizá se vaya brava, pero luego no te dirá mentiroso».

Ese es el divino tesoro de este delegado que a los 80 años se siente como un roble, pese al accidente que lo mantuvo casi ocho años sin poder caminar.

La electrificación de la circunscripción, en abril de 1985; el acueducto resuelto por aquella época y hoy con cierto grado de deterioro, las dificultades con la vivienda y algunos productos alimenticios, el camino… son necesidades no resueltas del todo.

Con el cantío de los gallos adelantados y el ladrido lejano de los perros del monte, Zorrilla se tira de la cama, pone Radio Reloj y cuela el primer café. Después sale a auscultar las voces de la comunidad, del pueblo, que es el suyo y al cual jamás va a abandonar, porque piensa con optimismo cuando se le pregunta de la Cuba que está por llegar; hoy la Cuba asediada, pero no arrinconada, y en la cual ha puesto su esfuerzo para construirla, porque ha dado casi medio siglo a su pueblo y a su gente.

CUNDELE: EL DELEGADO QUE CANTA Y BAILA

En Isasi y Cundele habita el mismo hombre. Foto: Osvaldo Gutiérrez Gómez (ACN)

Es difícil no ver a Secundino Isasi Hernández -Cundele, alias casi desconocido en la comarca- auscultando el termómetro del poblado de Bolivia, más allá de la demarcación que delimita «territorial y sentimentalmente» los edificios de la circunscripción 25.

A Isasi, como lo llaman en Bolivia y pueblos y comunidades cercanas, no le es ajeno ni el más mínimo detalle que ocurre en los siete edificios que dan cobija a 422 electores, porque él suele abrazar a la gran familia y le da vuelta en un corto periodo de tiempo.

Las personas siempre hablan bien de él, con frases cortas, precisas; con el grado más íntimo de confianza: «Como Isasi no queremos otro», «si Isasi no sale, iremos a protestar al mismísimo Poder Popular», dijeron una vez. «Isasi ha hecho mucho por nosotros en más de 40 años». «Ese típico jodedor cubano es el mejor delegado del mundo». Así resumieron la vida de Isasi, como delegado y como persona. Pocos hablaron de Cundele, alias que no esquiva.

«Ya le dije que por Cundele casi no me conocen, pero no me disgusta que me llamen así. Reconozco que Isasi, así no más, es un apellido fácil de pronunciar y el delegado y sus electores no tienen tiempo para pronunciar palabras extrañas».

Da lo mismo un nombre que otro. En Cundele e Isasi habita el mismo hombre, ideal para una entrevista, al parecer, también para delegado. Habla mucho de cualquier tema, si de pelota, uffff, no tiene para cuando callar, la conoce y todavía es capaz de jugarla.

Lo de buen comunicador y orador, intuyo, le viene de las FAR, en la que ejerció muchos años la profesión de político de tropas. La comunicación la define como un arma buena, porque «si hay un arma importante, esa es la palabra, para decir verdades, jamás mentiras».

«Yo tenía 20 años cuando se crearon los Órganos del Poder Popular y fui elegido. Andaba yo de político de una unidad militar cuando el primer mandato.

«Por la mañana, por la tarde y por las noches, a cualquier hora, usted recibe con la puerta abierta y una sonrisa de oreja a oreja a cualquier vecino que llegue a plantearle un problema.

«Un delegado necesita carisma y ser proactivo, como ha llamado el presidente Díaz-Canel, pero serlo de verdad, no fingirlo. Dar la respuesta oportuna, aunque no esté la solución. Siempre con la verdad en la mano. A la gente no le gusta que las pelotees y se rían de ella.

«Cuando triunfó la Revolución yo tenía tres años. Mucho que mi padre me hablaba de antes. Y ese antes era ilustrativo de niños que murieron de hambre, sin escuelas, sin atención médica. Aquí mismo, en Bolivia había uno o dos médicos. Piensas en eso y el corazón te salta y te deprimes.

«Por eso, para que no haya tiempo pasado, yo atiendo a mis electores, sin mirar el reloj o la hoja del almanaque. Me llaman: ¡Isasi! Y enseguida salgo a atenderlos; los entro para la sala y comienzan a ventilar el problema, y hasta compartimos el buchito de café, porque lo más importante del delegado es el vínculo con su pueblo, estar comprometido con el deber y aportar solución, siempre que sea posible.

«Y cuando no haya solución a un problema individual, estarán las manos de los vecinos. Lo que no tiene uno, lo tiene el otro. La situación siempre se resuelve».

—Cundele, Gardel dijo que 20 años no es nada. ¿Usted qué cree?

«El pobre Gardel… pero 46 como delegado, sí.

«Alto, de extremidades largas, manos grandes. A los 66 años no le duelen ni las muelas, ni padece de enfermedad alguna -ni diabetes ni hipertensión arterial, de moda a esa edad-. Le siguen gustando las fiestas, el traguito de ron al atardecer y el béisbol. ¡Y hasta dice que puede alcanzar las 80 millas en un lanzamiento! Eso es lo único que sus electores no le creen y el periodista, tampoco».

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