ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
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Foto: Hernández Mena, Tony

«El voto de un pueblo entero, de todas las entidades constantes y visibles del pueblo cubano que puede emitir francamente su voz, es honra tal, que unge a quien lo recibe, limpia su corazón de las pasiones que lo pudieran perturbar, y agiganta, como por dispensación divina, las fuerzas juradas por sobre todas las obligaciones de la tierra, a la primera y fundamental de levantar al hombre casa segura y decorosa en el suelo independiente de la patria».

Tienen estas palabras de Martí la antigüedad de un siglo. El Apóstol logró aquilatar en toda dimensión tres premisas que serían entonces, fueron después y son hoy, la mayor verdad que nos conduce.

Primero: las revoluciones no pueden hacerse sin el pueblo; segundo: para que eso sea posible hay que hacer de la unidad un puntal indestructible; tercero: que aquellos que por libre y espontánea voluntad de ese pueblo lo representan deben vivir, sin miramientos, por y para él.

Quien represente al pueblo habrá de recoger en su persona toda la moral, dignidad, transparencia y humanismo que le hagan merecedor de un privilegio que es, en igual medida, la mayor responsabilidad que puede asumir un verdadero revolucionario.

Es esa la razón por la que los órganos del Poder Popular constituyen una de las mayores fortalezas de nuestro sistema político, y son, a la vez, la expresión suprema de representatividad, participación y unidad.

El mérito como método de elección, como requisito primero e inviolable, como exigencia indispensable que derogó para siempre el peso de cualquier posesión material para definir a los hombres y mujeres. Sumémosle a eso capacidad, entrega, constancia, sentido del deber, y podremos definir entonces, desde la sensibilidad y el apego a las bases de nuestra obra, lo que en Cuba socialista se entiende como delegado.

Es así que en la raíz del proceso electoral, es decir, en las asambleas de nominación, destacar esos valores constituye un paso imprescindible para la aprobación de los nominados; quienes, en definitiva, son personas del barrio, cuya actitudes, historial, cualidades de liderazgo y ética, los convierten en alguien a quien las personas reconocen y, sobre todo, alguien con quien se identifican para poder representarlos.

El mandato popular implica coherencia de acción y pensamiento, porque tendrán por delante como reto mayor, el de aunar voluntades, con su ejemplo como punto de partida, para hacer que cada comunidad descubra sus potencialidades, las aproveche y aplique, en función de sus propios problemas, más allá de recursos estatales.

Por eso, cualquiera que cumpla con los requisitos establecidos por la ley puede ser delegado, pero el delegado no es cualquiera y eso el pueblo lo entiende bien. Por eso elige con justeza, con madurez y sobre todo, con la convicción de que aquel o aquella a quien otorgue la responsabilidad de representarlo, deberá ser, en todos los sentidos, un ser humano ejemplar.

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Ana María Forti dijo:

1

28 de enero de 2023

13:49:18


Desde Uruguay saludamos al pueblo hermano de Cuba en esta importante tarea, les deseamos que encuentren los mejores delegados posibles para concretar sus objetivos.