
CONTRAPORTADA ECONÓMICA
Aunque se va de entre las manos, el agua, como el más tangible de los recursos, no escapa a la contabilidad y el balance económico. En cifras exactas o redondeadas se administra, mide o controla, conociéndose que, anualmente, el presupuesto del Estado destina alrededor de 660 millones de pesos a garantizar su disponibilidad.
La sequía prolongada del país, que ya alcanza los tres años, ha exigido el impulso de varias obras hidráulicas, algunas de gran envergadura que generan gastos de capital, y otras provisionales, cuyos gastos son corrientes. Para ambas modalidades, cada año se dedican, del presupuesto total, cerca de 255 millones de pesos.
«Los llamados gastos de capital se generan en inversiones nominales del Estado. Son gastos de gobierno en proyectos que rindan a futuro y buena parte de dichos montos son absorbidos, hoy, por soluciones que se implementan para mitigar la sequía», explicó Fernando Soria Pérez, director de Economía y Recursos Humanos del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH).
El especialista señaló que los trasvases constituyen las inversiones más grandes que tipifican esta modalidad. «En tales construcciones –que permiten trasladar grandes volúmenes de agua, mediante un sistema de conductoras, de lugares donde hay, hacia otros que no tienen fuentes de abasto propias o están deprimidas– se han invertido casi 500 millones de pesos en los últimos cinco años», argumentó.
Actualmente, precisó, se extienden en gran parte del territorio nacional y deben continuar ampliándose, en algunos casos.
Ahora bien, subrayó Ricardo Limias Díaz, director de gestión de las inversiones del INRH, para abastecer de agua a una población u otro sector se utilizan distintas variantes que se evalúan económicamente.
«Siempre se comienza empleando la variante de abastecimiento menos costosa, entre ellas el agua superficial o la construcción de pozos para obtenerla de la fuente subterránea, pero en condiciones generales de sequía como las que afectan al país, las anteriores fuentes se deprimen, y entonces tienes que valorar otras opciones, como el Programa de Plantas Desalinizadoras», aclaró.
Esta estrategia, observó, constituye otra partida de gasto capital cara como lo son los trasvases, que se implementa cuando cuesta menos, u oportunamente soluciona la necesidad en el tiempo en que hace falta.
De cualquier manera, subrayó el ingeniero, este tipo de tecnología tiene altos costos por importación y en su montaje. «La obra incluye estación de bombeo, pretratamiento inicial del agua antes del proceso de desalinización, y la infraestructura para llevar el agua hasta donde hace falta».
El costo específico, apuntó, depende del tamaño de la planta, una como la de Santiago de Cuba —que es de 50 litros por segundos y se encuentra actualmente en fase de montaje— está en el orden de los casi 15 millones de pesos.
Resaltó que después de haber invertido ese capital se suman los gastos por concepto energético. «Transformar el agua de mar en potable consume mucha energía. Las plantas desalinizadoras de alta tecnología como las que estamos montando generan un costo energético aproximado de 3,3 kilowatt hora/metro cúbico de agua, lo que significa en términos de dinero 0,46 euros/metro cúbico».
El costo total, añadió, oscila entre 2,50 y 3,00 pesos (moneda total) por metro cúbico de agua que se produce o desaliniza en este tipo de planta.
Por último, comentó, están los gastos de mantenimiento. En ese sentido, apuntó que es un equipamiento que opera mediante un sistema de filtros y membranas, los cuales deben reponerse o limpiarse con productos químicos cuyo valor no es nada despreciable.
De acuerdo con el especialista existe otro grupo de inversiones de gasto capital, asociadas también a la sequía, que son las obras para interconectar diferentes circuitos de los sistemas de abasto. Este método permite que los usuarios reciban el servicio de otra fuente cuando la propia se deprime.
Por su parte, Fernando Soria Pérez mencionó dentro de gastos de capital, los 40 millones de pesos promedio que anualmente se utilizan en planes de preparación de proyectos, el 60 % de ese monto dispuesto para resolver problemas relacionados con la sequía.
La sequía también exige año tras año la intervención del presupuesto del Estado para solucionar situaciones estacionales, previstas o no en el plan. Los valores que se destinan con este fin forman parte de los denominados gastos corrientes.
Un por ciento de ellos se utiliza para transferir en efectivo a empresas de Acueducto o Aprovechamiento Hidráulico que, por afectaciones de la sequía, tienen un resultado económico desfavorable.
Al respecto, Soria Pérez insistió que se trata de un financiamiento de gobierno para entidades que tuvieron una contracción violenta en su venta de agua e ingresos, como consecuencia del déficit que genera la sequía y los altos costos de bombear el agua desalinizada o de los trasvases.
En estos casos, advirtió, en que se reducen utilidades y aumentan las pérdidas, la solución directa para arreglar la rentabilidad de la empresa y mantener el servicio sería modificar la tarifa, poner una especial, mucho más alta, que afectaría a la población. «Es por lo cual el Estado cubano opta por el subsidio. El subsidio es un gasto corriente típico de la sequía».
Igualmente, indicó, se emplean sumas considerables de dinero –estimadas como gastos corrientes– en administrar, balancear, controlar y medir este recurso natural, lo que se llama servicio de gestión hídrica del balance de agua restringido; funciones que corresponden a las empresas de Aprovechamiento Hidráulico.
Refirió que dentro de esta modalidad de gastos se incluyen además, los que se generan por alternativas como el suministro de agua a través de carros cisternas (40 millones o 45 millones de pesos cada año); los mantenimientos del Grupo de Acueducto y Alcantarillado en sistemas de abasto y redes, estaciones de bombeo y plantas potabilizadoras y los mantenimientos de las empresas de Aprovechamiento Hidráulico en la activación de canales, diques, trasvases, presas y otros (50 millones de pesos al año).
No deja de preverse también, el financiamiento de ciencia y técnica para trabajos de solución a situaciones estacionales.
LA QUE NO SE PAGA, TAMBIÉN CUESTA
Las tarifas de abasto y saneamiento de agua que se establecen para la población, son subsidiadas.
Fernando Soria Pérez explicó que las empresas de Acueducto y Alcantarillado, y de Aprovechamiento Hidráulico –usufructuarias de la infraestructura hidráulica, donde se invierten millones de pesos– no registran en su contabilidad gastos por este concepto.
Quiere decir, esclareció, que la inversión en esta área es totalmente presupuestada por el Estado. «Lo que correspondería cada año facturar a la población, para reponer ese dinero no está en las tarifas, ya que estas se basan en los costos que tienen las empresas que prestan el servicio, y ellas no registran este tipo de gastos».
Ese es el primer gran beneficio para las personas –remarcó el especialista– y el segundo es que sus tarifas están diferenciadas de los usuarios estatales. «Para estos últimos son seis veces mayores. El metro cúbico de agua que se le factura al sector empresarial es a 1,55 pesos y el que se le factura a la población tiene un precio de 25 centavos aproximadamente», precisó.
En tercer lugar, resaltó que en las tarifas el componente importado no se tiene en cuenta en un cambio al uno por uno.
«Cada metro cúbico de agua como promedio cuesta 0,67 centavos, valor que tiene un por ciento alto (0,28 centavos) en divisa por los componentes importados. Si tenemos en cuenta ese valor en CUC, y lo multiplicamos según el cambio de Cadeca, pasaría a ser 7,20 pesos por metro cúbico de agua. En otras palabras, hay un alto nivel de susidio por parte del Estado, en el agua que consume la población», reflexionó. Aunque se va de entre las manos, el agua, como el más tangible de los recursos, no escapa a la contabilidad y el balance económico. En cifras exactas o redondeadas se administra, mide o controla, conociéndose que, anualmente, el presupuesto del Estado destina alrededor de 660 millones de pesos a garantizar su disponibilidad.
La sequía prolongada del país, que ya alcanza los tres años, ha exigido el impulso de varias obras hidráulicas, algunas de gran envergadura que generan gastos de capital, y otras provisionales, cuyos gastos son corrientes. Para ambas modalidades, cada año se dedican, del presupuesto total, cerca de 255 millones de pesos.
«Los llamados gastos de capital se generan en inversiones nominales del Estado. Son gastos de gobierno en proyectos que rindan a futuro y buena parte de dichos montos son absorbidos, hoy, por soluciones que se implementan para mitigar la sequía», explicó Fernando Soria Pérez, director de Economía y Recursos Humanos del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH).
El especialista señaló que los trasvases constituyen las inversiones más grandes que tipifican esta modalidad. «En tales construcciones –que permiten trasladar grandes volúmenes de agua, mediante un sistema de conductoras, de lugares donde hay, hacia otros que no tienen fuentes de abasto propias o están deprimidas– se han invertido casi 500 millones de pesos en los últimos cinco años», argumentó.
Actualmente, precisó, se extienden en gran parte del territorio nacional y deben continuar ampliándose, en algunos casos.
Ahora bien, subrayó Ricardo Limias Díaz, director de gestión de las inversiones del INRH, para abastecer de agua a una población u otro sector se utilizan distintas variantes que se evalúan económicamente.
«Siempre se comienza empleando la variante de abastecimiento menos costosa, entre ellas el agua superficial o la construcción de pozos para obtenerla de la fuente subterránea, pero en condiciones generales de sequía como las que afectan al país, las anteriores fuentes se deprimen, y entonces tienes que valorar otras opciones, como el Programa de Plantas Desalinizadoras», aclaró.
Esta estrategia, observó, constituye otra partida de gasto capital cara como lo son los trasvases, que se implementa cuando cuesta menos, u oportunamente soluciona la necesidad en el tiempo en que hace falta.
De cualquier manera, subrayó el ingeniero, este tipo de tecnología tiene altos costos por importación y en su montaje. «La obra incluye estación de bombeo, pretratamiento inicial del agua antes del proceso de desalinización, y la infraestructura para llevar el agua hasta donde hace falta».
El costo específico, apuntó, depende del tamaño de la planta, una como la de Santiago de Cuba —que es de 50 litros por segundos y se encuentra actualmente en fase de montaje— está en el orden de los casi 15 millones de pesos.
Resaltó que después de haber invertido ese capital se suman los gastos por concepto energético. «Transformar el agua de mar en potable consume mucha energía. Las plantas desalinizadoras de alta tecnología como las que estamos montando generan un costo energético aproximado de 3,3 kilowatt hora/metro cúbico de agua, lo que significa en términos de dinero 0,46 euros/metro cúbico».
El costo total, añadió, oscila entre 2,50 y 3,00 pesos (moneda total) por metro cúbico de agua que se produce o desaliniza en este tipo de planta.
Por último, comentó, están los gastos de mantenimiento. En ese sentido, apuntó que es un equipamiento que opera mediante un sistema de filtros y membranas, los cuales deben reponerse o limpiarse con productos químicos cuyo valor no es nada despreciable.
De acuerdo con el especialista existe otro grupo de inversiones de gasto capital, asociadas también a la sequía, que son las obras para interconectar diferentes circuitos de los sistemas de abasto. Este método permite que los usuarios reciban el servicio de otra fuente cuando la propia se deprime.
Por su parte, Fernando Soria Pérez mencionó dentro de gastos de capital, los 40 millones de pesos promedio que anualmente se utilizan en planes de preparación de proyectos, el 60 % de ese monto dispuesto para resolver problemas relacionados con la sequía.
La sequía también exige año tras año la intervención del presupuesto del Estado para solucionar situaciones estacionales, previstas o no en el plan. Los valores que se destinan con este fin forman parte de los denominados gastos corrientes.
Un por ciento de ellos se utiliza para transferir en efectivo a empresas de Acueducto o Aprovechamiento Hidráulico que, por afectaciones de la sequía, tienen un resultado económico desfavorable.
Al respecto, Soria Pérez insistió que se trata de un financiamiento de gobierno para entidades que tuvieron una contracción violenta en su venta de agua e ingresos, como consecuencia del déficit que genera la sequía y los altos costos de bombear el agua desalinizada o de los trasvases.
En estos casos, advirtió, en que se reducen utilidades y aumentan las pérdidas, la solución directa para arreglar la rentabilidad de la empresa y mantener el servicio sería modificar la tarifa, poner una especial, mucho más alta, que afectaría a la población. «Es por lo cual el Estado cubano opta por el subsidio. El subsidio es un gasto corriente típico de la sequía».
Igualmente, indicó, se emplean sumas considerables de dinero –estimadas como gastos corrientes– en administrar, balancear, controlar y medir este recurso natural, lo que se llama servicio de gestión hídrica del balance de agua restringido; funciones que corresponden a las empresas de Aprovechamiento Hidráulico.
Refirió que dentro de esta modalidad de gastos se incluyen además, los que se generan por alternativas como el suministro de agua a través de carros cisternas (40 millones o 45 millones de pesos cada año); los mantenimientos del Grupo de Acueducto y Alcantarillado en sistemas de abasto y redes, estaciones de bombeo y plantas potabilizadoras y los mantenimientos de las empresas de Aprovechamiento Hidráulico en la activación de canales, diques, trasvases, presas y otros (50 millones de pesos al año).
No deja de preverse también, el financiamiento de ciencia y técnica para trabajos de solución a situaciones estacionales.
LA QUE NO SE PAGA, TAMBIÉN CUESTA
Las tarifas de abasto y saneamiento de agua que se establecen para la población, son subsidiadas.
Fernando Soria Pérez explicó que las empresas de Acueducto y Alcantarillado, y de Aprovechamiento Hidráulico –usufructuarias de la infraestructura hidráulica, donde se invierten millones de pesos– no registran en su contabilidad gastos por este concepto.
Quiere decir, esclareció, que la inversión en esta área es totalmente presupuestada por el Estado. «Lo que correspondería cada año facturar a la población, para reponer ese dinero no está en las tarifas, ya que estas se basan en los costos que tienen las empresas que prestan el servicio, y ellas no registran este tipo de gastos».
Ese es el primer gran beneficio para las personas –remarcó el especialista– y el segundo es que sus tarifas están diferenciadas de los usuarios estatales. «Para estos últimos son seis veces mayores. El metro cúbico de agua que se le factura al sector empresarial es a 1,55 pesos y el que se le factura a la población tiene un precio de 25 centavos aproximadamente», precisó.
En tercer lugar, resaltó que en las tarifas el componente importado no se tiene en cuenta en un cambio al uno por uno.
«Cada metro cúbico de agua como promedio cuesta 0,67 centavos, valor que tiene un por ciento alto (0,28 centavos) en divisa por los componentes importados. Si tenemos en cuenta ese valor en CUC, y lo multiplicamos según el cambio de Cadeca, pasaría a ser 7,20 pesos por metro cúbico de agua. En otras palabras, hay un alto nivel de susidio por parte del Estado, en el agua que consume la población», reflexionó.
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Hasta en Miramar, Playa. dijo:
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