ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Granma

Superación, traspasar los límites para exigirle al cuerpo ir hasta lo más alto, ser el más rápido o el más fuerte, son pautas que definen al deporte, el cual, inexorablemente, es una expresión social. No se trata solo de batir récords, cuando se habla de lo deportivo es la batalla que cada individuo planta consigo mismo para mejorar, para alcanzar lo que se ha propuesto.

«El deporte tiene el poder de cambiar el mundo, e históricamente ha desempeñado un papel importante en todas las sociedades». Así lo califica la ONU, que, además, lo categoriza como «un derecho fundamental y una herramienta poderosa para fortalecer los lazos sociales y promover el desarrollo sostenible, la paz, el bienestar, la solidaridad y el respeto».

Son esos valores los que se recogen en la Carta Internacional de la Educación Física, la Actividad Física y el Deporte, de la Unesco, documento basado en los derechos humanos, que orienta y respalda el proceso de toma de decisiones y las políticas deportivas.

En ese texto se lee que «la Educación Física, la actividad física y el deporte pueden mejorar la salud mental, el bienestar y las capacidades sicológicas, al fortalecer la seguridad corporal, la autoestima y la confianza en uno mismo; disminuyendo el estrés, la ansiedad y la depresión, al aumentar la función cognitiva, y al desarrollar una amplia gama de competencias y cualidades, como la cooperación, la comunicación, el liderazgo, la disciplina, el trabajo de equipo, que contribuyen al éxito mientras se juega y se aprende, y en otros aspectos de la vida».

Cuba es un ejemplo de esa superación. Su obra revolucionaria, es decir, transformadora y por excelencia humana, construyó –casi de la nada– un majestuoso templo deportivo. La historia pasó, justamente, por el desarrollo del movimiento atlético a nivel de sociedad, con el objetivo de alcanzar una alta participación de la población, para llevarle a ella los beneficios de esta actividad.

La Mayor de las Antillas, que hoy asombra al mundo por sus éxitos, por ser el lugar 16 en el medallero histórico de los Juegos Olímpicos, creció deportivamente en la misma medida en que la sociedad se apropió del derecho a participar.

No ha sido fácil llegar tan lejos. Cuba tuvo que tatuarse ese espíritu de superación que el deporte es capaz de fortalecer. Lo ha hecho en lo colectivo, a nivel de país, porque en el universo deportivo tampoco han sido pocas las agresiones y los obstáculos para el desarrollo. Lo han expresado los deportistas, quienes han atravesado murallas para levantarse en lo más alto del podio.

No alcanzaría un periódico para recordar ejemplos como los de la corredora Ana Fidelia Quirot, la jabalinista María Caridad Colón, o la judoca Driulis González. Ellas, antes de alcanzar sus más grandes éxitos, presentaron serios problemas de salud que amenazaban con acabar sus carreras deportivas.

A Cuba le habían impedido llegar a la sede de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, en San Juan, Puerto Rico-1966, y entrenó a sus atletas en el mismo barco en el que llegaron a tierra boricua; tampoco dejaban aterrizar el avión que llevaba su comitiva a los Panamericanos de 1963, en Brasil, pero la aeronave lo hizo y su preciada carga humana volvió a brillar en el continente. Hoy son objeto de discriminación sus peloteros, sujetos a condiciones absurdas e ilegales para representar al país en el Clásico Mundial de Beisbol.

Son esos los rasgos de combatividad, y de no cejar en el empeño, que muestran los atletas cubanos en las principales competencias a nivel mundial, sin importar que el implemento no sea el idóneo, que no hayan podido ir a todas las lides preparatorias o que les falte determinado aseguramiento. Así somos.

El deporte deja ver esas imágenes, se obtenga o no una medalla, porque refleja valores básicos del entramado cultural en el que se desarrolla. Es por eso que, en la pista, en la cancha o con el bate en la mano, los deportistas son transmisores de su cultura.

Es un orgullo nacional ver cómo el deporte se parece a Cuba.

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