Los tres reveses consecutivos de la selección femenina cubana de voleibol en la Copa Panamericana, en República Dominicana, traen aparejado cuánto habrá que trabajar con esas muchachas –todas nacidas entre 2002 y 2003– para elevar su calidad.
Frente a México se anotaron más que en los dos partidos precedentes: Claudia Tarín (18 puntos), Yensy Kindelán (12) y por la capitana Thalía Moren (11), pero las altas y bajas en el rendimiento dieron parciales de 2-3 (25-22, 24-26, 25-17, 16-25 y 10-15), con una formación regular que completaron Amelia Moroso, Dayana Martínez, Yaimaris García y la líbero Ellemay Miranda, quienes perdieron el empuje mostrado en los tres sets iniciales.
La pandemia ha impuesto una manera de trabajar a intervalos, que sugiere aprovechar cada evento que aparece, aunque en este al conjunto le resulte en extremo difícil, pues se nota la baja ofensiva, los errores no forzados y otros de orden táctico que no van a la hoja de anotación, como acudir tarde al apoyo tras el bloqueo, lo que frustra las posibilidades del contragolpe.
Cuba, en 1993, fue la ganadora de la primera edición de los ya desaparecidos Grand Prix, sin embargo, por el gradual descenso del rendimiento, no se participó en 2014, cuando desde un par de años antes era notable la caída. Llevándonos por ese nivel de exigencia, si hoy las condiciones de vida fueran normales, ¿sería este el mismo elenco el que competiría en la Copa Panamericana?
La participación en esta lid es la única oportunidad que han tenido estas muchachas de probarse desde 2019, y si no compiten no se desarrollan.
COMENTAR
Manuel dijo:
1
16 de septiembre de 2021
09:34:20
Fernando Respondió:
18 de septiembre de 2021
16:02:26
Responder comentario