La Gala de Campeones de la lucha cubana marcó el adiós de este deporte en el 2014, un año fructífero en cosecha y eficiencia, pues con siete atletas se alcanzó un oro, una plata y tres bronces en el Mundial de Tashkent, Uzbekistán, por solo citar un ejemplo.
Pese a no haber incursionado en la cita del orbe, los santiagueros Miguel Martínez y Lissette Hechevarría se titularon en los recién finalizados Juegos Centroamericanos y del Caribe de Veracruz, y en el Festival Panamericano, ambos escenificados en suelo mexicano.
Tales desempeños pueden calificarse de consagratorios para ambos, pues en el caso de Martínez (66 kg del estilo grecorromano) asumió la titularidad en una división de poderío, en tanto la también indómita Lissette Hechavarría mantuvo inmaculado el casillero de puntos en contra en este 2014. Tanto uno como otro sentenciaron sus pleitos de la Kid Chocolate por la vía rápida: Martínez venció por superioridad técnica 11-0 a Heriel Martínez y Hechavarría pegó a Mabelquis Capote.
Lo cierto es que tanto uno como otro se ha dedicado a perfeccionar una técnica que consideran su principal recurso al ataque:
Miguel: “Desde los diez años comencé a luchar. Siempre he empleado la presa a los dos brazos o a uno como recurso de control del contrario y punto de partida para realizar otros movimientos técnicos. Ahora con 23 años, tengo ambiciones, pero soy un luchador que vence sus objetivos paso a paso. Los Juegos Panamericanos de Toronto constituyen mi primera escala, luego buscaré la clasificación olímpica y una presea mundial y el anhelo mayor será una medalla en Río 2016 o Tokio 2020”, sentenció el gladiador quizás más pausado y sereno que he visto en los últimos tiempos, reflejo fiel de su personalidad.
Lissette: “Siempre intento aplicar la llave al brazo después de un derribo o pase atrás como mi argumento en la búsqueda de la pegada. Es el arma más eficaz para resolver los combates antes del tiempo reglamentario y evitar desgaste excesivo.”
En tierras jarochas esa fue la apuesta dorada tanto de Lissette como de Miguel. Confiemos de cara a los Panamericanos de Toronto y los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, ante rivales de mucho mayor pedigrí, que la fórmula sea tan resolutiva y eficaz.

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