«Yo siempre fui un rebelde; esa actitud germinó en mí por naturaleza». Así se definía Jesús Gilberto García Alonso, expedicionario del yate Granma, en una entrevista concedida a este diario pocos meses antes de su fallecimiento. Así será, sin duda, recordado.
Ayer, sus cenizas fueron depositadas en el Panteón de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, en la Necrópolis de Colón, con ofrendas florales del General de Ejército Raúl Castro Ruz, líder al frente de la Revolución Cubana, y del Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez.
En la ceremonia de honores militares –en presencia de José Ramón Monteagudo Ruiz, miembro del Secretariado del Comité Central del Partido y jefe de su Departamento Agroalimentario, junto a otras máximas autoridades–, César Hernández González, miembro del Buró del Comité Provincial del Partido, destacó que Gilberto fue un combatiente en el que «sobresalió siempre su humildad, sencillez y su lealtad absoluta a Fidel y Raúl».
Agregó que su ejemplo debe inspirar a las nuevas generaciones a defendernos con firmeza y empeño, para conservar la gloria conquistada bajo la guía del invicto Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz.



















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