La situación epidemiológica en Cuba, caracterizada por un brote de la fiebre chikungunya y la circulación simultánea del dengue, muestra una tendencia sostenida a la disminución de casos, resultado de un enfrentamiento en el cual la aplicación de la ciencia ha sido pilar fundamental.
La doctora Carilda Peña García, viceministra de Salud Pública, precisó que en la última semana analizada se reportó una disminución del 21 % en los casos de síndrome febril inespecífico y un 12,3 % en los casos confirmados de chikungunya, siendo la cuarta semana consecutiva con descensos.
Hasta el momento, se registran 55 decesos asociados a estas arbovirosis: 37 por chikungunya y 18 por dengue, siendo el mayor número de la categoría de menores de 18 años.
PROTOCOLOS CIENTÍFICOS EN TIEMPO REAL
La doctora Ileana Morales Suárez, directora de Ciencia e Innovación Tecnológica del Minsap, explicó que se ha trabajado con protocolos de investigación en tiempo real, perfeccionados constantemente. «En el caso de Cuba, el primer protocolo salió entre julio y agosto, versión que se ha ido mejorando a medida que van avanzando las investigaciones», detalló.
Actualmente, más de 30 proyectos de investigación están en marcha, enfocados en caracterizar la enfermedad, identificar signos de alarma y prevenir complicaciones. Se destacan ensayos clínicos con productos de la biotecnología nacional, como el uso de Jusvinza, el Curmeric y la intervención sanitaria con Biomodulina t en grupos de riesgo.
EL IPK: COLUMNA VERTEBRAL DEL DIAGNÓSTICO
La doctora Vivian Kourí Cardellá, directora del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK), explicó que el virus del chikungunya, causante del actual brote en Cuba, no es un patógeno nuevo y su comportamiento en la Isla se enmarca dentro de la experiencia acumulada por la región de las Américas. La experta recordó que el virus se identificó por primera vez en Tanzania en 1952, afectó principalmente a África y Asia, y llegó al continente americano alrededor de 2013. «La mayoría de los países han tenido epidemias grandes, muy grandes, pero hace muchos años», señaló, estableciendo una comparación directa con la situación cubana.
Destacó que, a diferencia de otras naciones del Caribe y Sudamérica que han enfrentado grandes epidemias, Cuba solo tuvo un pequeño brote con muy pocos casos en Santiago de Cuba en 2015. Kourí Cardellá mencionó que el Caribe ya pasó por la epidemia, «por eso a veces en el Caribe tienen casos, siempre tienen, pero no están todos susceptibles porque ya esto da inmunidad de por vida».
Esta dinámica, según sus palabras, explica los ciclos epidémicos. Puso como ejemplo a Paraguay, que tuvo una epidemia muy grande en 2023, mientras que, en Cuba, al no haber sufrido un brote significativo previamente, existía una población mayormente susceptible, lo que facilitó la transmisión ante la presencia del mosquito vector.
Explicó que el IPK actúa como laboratorio nacional de referencia para patógenos infecciosos, recibiendo muestras de toda la red de laboratorios del país. «En el caso de chikungunya, recibimos muestras de todas las provincias para diagnóstico molecular», afirmó. Fue precisamente el IPK el que detectó y confirmó los primeros casos del brote actual mediante técnicas especializadas, después de que muestras con síndrome febril dieran negativo para dengue. Kourí detalló que el sistema no busca diagnosticar a cada persona individualmente –algo clínicamente innecesario, por la evidencia de los síntomas–, sino monitorear la magnitud, distribución y características del virus.
ORGANIZACIÓN ASISTENCIAL Y PARTICIPACIÓN COMUNITARIA
Frente al desafío, se desplegó de inmediato el Plan para el Enfrentamiento a las Arbovirosis. La doctora Ailuj Casanova Barreto, directora general de Atención Médica del Minsap, destacó que «la fortaleza de la atención primaria de salud, con el médico y la enfermera de la familia como pilares, permitió una cobertura y organización médica amplia en los municipios».
En la atención secundaria se habilitaron más de 4 000 camas para síndromes febriles y 800 en terapias intensivas. Los expertos cubanos elaboraron y perfeccionaron hasta tres versiones de un protocolo clínico específico, capacitando a los profesionales.
La viceministra Peña García recalcó que la batalla decisiva se libra en la eliminación de los criaderos del mosquito e hizo un llamado a la responsabilidad individual y familiar. Las acciones han contado con la participación decisiva de las comunidades y han movilizado a más de 10 000 trabajadores de la lucha antivectorial.
Actualmente, las provincias de Las Tunas y Holguín son las que aportan el mayor número de casos, esta última ya con una disminución ostensible. Las autoridades sanitarias mantienen activas todas las medidas y protocolos, con el respaldo de la ciencia y la participación comunitaria, para consolidar la reducción de la transmisión.



















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