Río Cauto, Granma.– Si la primera parte de la batalla se libra en la siembra, la definitiva se juega en la cosecha. Esta es la etapa de la verdad en los campos de arroz, en los que el destino de meses de trabajo lo deciden las plagas, el clima y el momento justo en que llegue la maquinaria de corte. Pero hoy, los productores no solo luchan contra la naturaleza.
Se enfrentan a una paradoja devastadora: tener agua acumulada en los embalses y no poder llevarla a los campos sedientos, mientras lidian con pérdidas, seguros que no responden y una burocracia que convierte cada jornada en una carrera contra el tiempo.
LA SOMBRA PERSISTENTE DE MELISSA
El fantasma del huracán Melissa no se fue con los vientos. Quedó instalado en los campos, en los canales destrozados y en la frustración de productores como Osvaldo Fernández Zamora. De pie frente a su arrozal, muestra con un gesto amargo su cultivo de la variedad Inca’lp5.
«Esto es un grano muy bueno», explica, señalando las plantas dobladas y pegadas al suelo, «pero gran parte está “acamada” o planchada por el viento. Esto es cuando la mata se acuesta y el grano entra en contacto con la tierra. Entonces ya no es cosechable, es pérdida».
Tras el desastre, Osvaldo confió en el seguro, por el que pagó cerca de 400 000 pesos para sus 48 hectáreas. La respuesta de la empresa aseguradora lo dejó en un limbo de impotencia.
«La respuesta que me dan es que… el viento no es un fenómeno. Ahora les estoy llamando a ver si vienen a ver los daños. Ya tengo arroz en contacto con la tierra y no le duele a nadie, compadre. Esto al final lo deben indemnizar», expone molesto, al sentirse atrapado en una burocracia que no dialoga con la urgencia del campo, y que con el arroz tocando tierra, cada día sin cosechar es dinero perdido.
EL COLAPSO DE LAS VENAS
El golpe de Melissa fue más profundo que los campos anegados; fracturó las arterias mismas del arroz: la extensa red de canales que distribuyen el agua desde los embalses hasta las parcelas. Hubert Mauricio Socarrás Pérez, director de Mantenimiento de la infraestructura hidráulica en la Empresa de Aprovechamiento Granma, conocida como Río Grande, detalla el daño con precisión técnica:
«Melissa afectó en gran medida los canales magistrales», afirma, enumerando las principales arterias cortadas: Bayamo, Buey, Yara. La paradoja que describe es triste:
«El agua está garantizada en los embalses. Melissa nos dejó bastante agua, pero tenemos dificultades para entregarla a nuestros usuarios. Hay un compromiso de sembrar en Granma un poco más de 40 000 hectáreas de arroz para el balance del consumo nacional, semilla y otras cuestiones. Y en estos momentos, las afectaciones no permiten todavía la entrega de agua».
El reto es monumental: «El canal derecho tiene siete averías importantes que vamos a demorar dos o tres meses en resolver… Es una zona demasiado baja, con mucho contenido de humedad. No tenemos acceso, porque los caminos están destruidos y los hombros de los canales están partidos en pedazos, literalmente.
«Pero bueno, la voluntad de los trabajadores está en resolver problemas y que el país pueda sembrar en la cosecha del frío, y aportarle a la población parte de ese arroz, para la cuota familiar normada».
Por el momento, la siembra de la campaña de frío avanza a medio andar, con variedades como La Reforma, Selección 1, Inca lp5, lp7, lp18 y otras variantes vietnamitas en fase de experimentación.
Odisnel Traba Ferrales, director agrícola de la Empresa Agroindustrial Fernando Echenique, reconoce que su entidad no cumplió el plan de siembra de noviembre, en parte por la lenta recuperación de los municipios más golpeados y por la indisponibilidad de combustible a tiempo; y aclara, que de mejorar el panorama, diciembre podría tener un mejor comportamiento en la siembra del especializado, porque el arroz popular sí ha tenido buen paso.
TENACIDAD
Frente a este panorama, la resiliencia adopta rostro de mujer. Naibis Tornes Lago, ingeniera y productora de semillas en La Gabina, encarna la capacidad y la determinación en un sector tradicionalmente masculinizado. A sus 49 años, su jornada comienza a las 6:00 a.m., recorriendo 15 kilómetros desde Cauto Embarcadero hasta la finca, donde supervisa el riego y dirige las operaciones, convencida de que «el ojo del amo engorda al caballo».
«Cuando emprendemos un ciclo de siembra, son unos 130 días sin descanso. Tenemos dos momentos críticos: la siembra y lograr que ese arroz germine; y la cosecha, en la que debemos proteger el grano, que tiene muchos enemigos», explica.
Su estrategia para enfrentar la escasez crónica de insumos es pragmática:
«Como productora, no puedo esperar a que llegue un crédito; siempre demora. Debemos contar con un fondo de reserva para adquirir los recursos con antelación, porque los trámites crediticios se dilatan y no llegan a tiempo, y el arroz no espera».
El año pasado, Naibis entregó al secadero 240 toneladas de arroz cáscara semilla, que luego se comercializaron entre los productores para garantizar la continuidad de la siembra. Productora desde 2009, su eficiencia fue reconocida con la extensión de cinco caballerías de tierra.
EL CUELLO DE BOTELLA DE LA MAQUINARIA
Incluso cuando el grano logra salvar todos los obstáculos, la batalla no termina. La cosecha depende de una flota de maquinaria para la siega envejecida e insuficiente.
La empresa ha arrendado más de 20 cosechadoras y tractores, pero el proceso es lento. «No porque se arriende el equipo ya se puede activar y dar valor de uso. Lleva un proceso», sentencia Traba Ferrales.
Lo cierto es que la entidad no cuenta con equipos suficientes para poner a cosechar a todos los productores a la vez; y debe supeditar el proceso a una organización más estricta.
Mientras, surge una nueva dinámica: productores con solvencia económica importan su propia maquinaria. Ya hay alrededor de ocho combinadas nuevas en la provincia gracias a esta vía, una respuesta pragmática.
«La solución pasa por una gestión colectiva del parque mecánico. Tenemos que articular un esfuerzo triple: la base productiva estatal, los arrendatarios y, crucialmente, los dueños de las más de 30 máquinas particulares que existen en la provincia.
«Como empresa, tenemos la responsabilidad de balancear y movilizar todo ese potencial. Con más de 7 000 productores dispersos en el territorio, no podemos permitir que la siembra sea simultánea. De lo contrario, la maquinaria –la misma que hoy es insuficiente– colapsaría», enfatiza Traba Ferrales.
El sector cooperativo y campesino es el principal actor en la producción arrocera de Granma. Los 7 600 productores de este sector, sumados a los vinculados a la empresa, concentran entre el 90 % y el 92 % de la superficie de arroz en la provincia.
EL AUTOABASTECIMIENTO, ¿UN ESPEJISMO?
Al final, todos los caminos conducen a la misma pregunta: ¿Podrá Granma autoabastecerse de arroz? Los números ofrecen un potencial esperanzador.
«La provincia necesita para autoabastecerse alrededor de 52 000 toneladas de arroz consumo. De lograrse la producción planificada para 2026, calcula Traba Ferrales, podríamos alcanzar 58 900 toneladas. Quiere decir que si todo ese arroz se quedara en Granma, estaríamos en condiciones de autoabastecernos».
Pero ese «si» es enorme. Una parte del grano se aporta al balance nacional de provincias como Guantánamo, Santiago de Cuba, Holguín y Las Tunas; otra se pierde en el mercado informal y, por otro lado, los rendimientos no están a la altura de las potencialidades que hoy día ofrecen las variedades, por las razones expuestas.
«Estamos hablando de un rendimiento de 3,4 toneladas por hectárea, cuando en esta provincia hemos logrado más de cinco. Granma tiene potencial para cubrir su demanda, y más; sin embargo, hoy produce a un 20 % de su capacidad real», subraya Traba Ferrales.
El potencial está ahí, latente, como el agua en los embalses. Pero entre el grano y la mesa hay un abismo de canales rotos, maquinaria escasa, trámites enrevesados y ciclones cuyas secuelas se miden en cosechas perdidas.
La tenacidad de Naibis, Osvaldo y miles de productores mantiene viva la posibilidad. No obstante, esta batalla crucial por el alimento no se ganará solo con sudor y voluntad. Necesita, con urgencia, que las soluciones lleguen a tiempo y por los canales correctos.



















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Sergio dijo:
1
17 de diciembre de 2025
05:55:17
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