Tras la aprobación del Decreto-Ley 113 y de tres normas complementarias que establecen un nuevo mecanismo de gestión, control y asignación de divisas en Cuba, no pocas personas se preguntan hasta qué punto estas decisiones pueden modificar el escenario económico actual.
La duda es comprensible. Desde hace años, la economía nacional ha estado condicionada por el dólar y por la coexistencia de múltiples tasas de cambio: una tasa informal, manipulada y dañina, y también varias tasas oficiales, que igualmente han generado distorsiones.
Lo anunciado ha sido presentado como un instrumento clave para avanzar en la estabilización macroeconómica y, de manera más directa, como un paso necesario para crear las condiciones que permitan avanzar hacia un mercado cambiario oficial.
Sin embargo, la población vive urgencias muy concretas: alimentos, transporte, electricidad, medicamentos. Por eso, la pregunta surge de manera natural: ¿qué relación tienen estas decisiones con la economía doméstica de las familias cubanas?
Para contribuir a una mejor comprensión de estas medidas, Granma dialogó con Antonio Emilio Vallín García, director del Centro de Inmunología Molecular, adscrito a BioCubaFarma; científico, pensador económico y, sobre todo, un cubano que vive y siente la cotidianidad del país.
UN INSTRUMENTO DIRIGIDO A LAS EMPRESAS
Vallín es claro desde el inicio: la población no es el sujeto directo de estas normas.
Están dirigidas, fundamentalmente, a los actores económicos: empresas estatales, mipymes, trabajadores por cuenta propia, entidades importadoras y exportadoras.
Por ello, no cabe esperar efectos inmediatos en la canasta básica ni mejoras rápidas en el nivel de vida. No obstante –subraya–, en todas las sociedades ocurre algo similar: son las empresas las que generan el entorno económico.
Cuando una empresa produce más, reduce costos, accede a insumos o mejora sus servicios, ese impacto termina llegando, con el tiempo, a las personas. De ahí que estas normas se orienten a todo tipo de empresa, sin distinción de forma de propiedad, con el objetivo de alinear el entramado empresarial cubano hacia la exportación y el ingreso de divisas.
CUBA NECESITA INTEGRARSE AL MUNDO
Cuba –explica Vallín– no puede sostenerse únicamente con su mercado interno.
Por su tamaño, por la escasez de recursos naturales y por las condiciones actuales, está obligada a integrarse a la economía internacional.
El mundo funciona hoy a través de cadenas globales de valor: los bienes se diseñan en un país, se producen en varios y se ensamblan en otro. Pretender producirlo todo dentro de fronteras nacionales, como se intentó en otros momentos históricos, ya no es viable.
Por tanto, o Cuba logra insertarse de manera natural en la economía mundial, a través de exportaciones, servicios y encadenamientos productivos, o no podrá sostener su economía.
QUÉ BUSCAN LAS NUEVAS NORMAS
El espíritu de lo aprobado apunta a eliminar trabas y crear señales claras para que más empresas puedan incorporarse a cadenas exportadoras, trabajar con una moneda común y generar ingresos.
No se trata de normas perfectas –reconoce–, pero sí de pasos imprescindibles para destrabar obstáculos que hoy frenan la vocación exportadora de muchas entidades.
Estas medidas, por sí solas, no provocarán un boom exportador inmediato. Permiten «hablar el mismo idioma», pero todavía se necesitan más incentivos concretos para que exportar resulte más atractivo que importar.
DIVISA, REALISMO Y MONEDA NACIONAL
Vallín considera que el intento de sostener una moneda fuerte en una economía pequeña, sin suficientes condiciones productivas, fue un objetivo legítimo, pero prematuro.
La actual dolarización parcial no es un retroceso, sino un paso necesario para revitalizar el sector exportador y, en el futuro inmediato, crear las condiciones que permitan sostener una moneda nacional sólida.
MERCADO CAMBIARIO Y PRODUCCIÓN
Las transacciones en divisas –afirma– solo tienen sentido si van acompañadas de un mercado cambiario oficial. Ambos instrumentos son complementarios.
Sin embargo, advierte: ninguna tasa de cambio resolverá los problemas de la población si la economía no produce.
El valor de la moneda depende del valor real de la economía, y ese valor solo se crea produciendo bienes y servicios.
EL PAPEL CLAVE DE LA INVERSIÓN EXTRANJERA
Una parte esencial de los cambios necesarios –recordó– ya fue anunciada en la Feria Internacional de La Habana, cuando el Viceprimer ministro y titular del Comercio Exterior y la Inversión Extranjera se refirió a la inversión extranjera directa.
No habrá un cambio profundo en la economía cubana –subrayó– sin un rol fundamental y protagónico de la inversión extranjera, que no solo aporte capital, sino también infraestructura, conocimiento y nuevas formas de hacer.
En ese contexto, destacó la importancia de cambiar reglas del juego y mencionó el «silencio positivo» como una herramienta clave para combatir la burocracia.
¿CUÁNDO SE VERÁN RESULTADOS?
Los primeros efectos –estima– podrían comenzar a notarse en quienes estén vinculados a cadenas de exportación: trabajadores, productores, campesinos y proveedores de servicios.
No se trata solo del trabajador de una empresa exportadora, sino de toda la cadena de valor. No habrá bienestar inmediato para toda la población, pero el impacto puede expandirse gradualmente.
EXPORTAR MÁS, INCLUSO DESDE EL CAMPO
La sustitución de importaciones es importante, especialmente en la agricultura. Pero hoy Cuba necesita, con urgencia, equilibrar su balanza de divisas.
El ideal sería que productores agrícolas no solo sustituyan importaciones, sino que también aspiren a exportar, y que, como parte de ese esquema, abastezcan al mercado nacional.
EL DESAFÍO DE LAS MIPYME
Muchas mipyme se han orientado a importar y revender mercancías, lo cual ha contribuido a aliviar carencias. El reto ahora es que esa creatividad se traslade hacia la producción y la exportación, integrándose a cadenas de valor que dejen ingresos y conocimiento en el país.
CONFIANZA, RESULTADOS Y COMUNICACIÓN
La percepción de improvisaciones solo puede revertirse con resultados concretos, medibles y comunicados con transparencia.
Cuba ya ha superado momentos extremadamente difíciles. Hoy, nuevamente, el camino pasa por optimismo, implementación seria y decisiones valientes, aun cuando impliquen riesgos. (Redacción Nacional)



















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