ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Cuba entera rinde tributo cada año a sus héroes internacionalistas, a Maceo y a Panchito Foto: Pastor Batista Valdés

A lo largo de tres lustros Fidel no le perdió pie ni pisada a lo más importante de la epopeya escrita por más de 300 000 cubanos en suelo angolano: la vida de cada internacionalista.

Si fuimos –ante el llamado de Neto y de su pueblo– a ayudar a preservar la justa independencia, el derecho a la vida, ¿cómo íbamos a descuidar la de un solo hombre o mujer dispuestos a ofrecerla allí?

Raúl había sido diáfano: «De Angola nos llevaremos la entrañable amistad que nos une a esa heroica nación, el agradecimiento de su pueblo y los restos mortales de los queridos hermanos caídos en el cumplimiento del deber».

Por eso, aquel 7 de diciembre (un día antes de conmemorar la caída heroica del Titán de Bronce, Antonio Maceo, y de su incondicional ayudante, el capitán Panchito Gómez Toro) Cuba no acogía en su tierno regazo restos mortales, sino a más de 2 000 héroes repletos de vitalidad, con rostros, nombres, orígenes, residencias y genuino sello de pueblo.

Así, el 7 de diciembre devino una de esas tradiciones que nada puede impedir; ni huracanes, ni pandemias, ni adversidades, ni limitaciones, ni el odio visceral de quienes nos bloquean y pretenden asfixiarnos, sencillamente porque no soportan nuestra historia, la que nunca tendrán tan limpia y rica dentro de su territorio.

Con el séptimo amanecer de diciembre, la familia cubana avanza en hermosa peregrinación hasta los panteones donde yacen aquellos restos inmortales que no dejan de darle cuerpo y forma concreta a valores humanos muy arraigados, cuya perdurabilidad debemos mantener. A la historia no se renuncia, se le robustece.

Este domingo volvió a ser expresión de ello; expresión de amor contra todo tiempo, contra todo «posible» olvido.

Lo había adelantado Fidel aquel día, desde El Cacahual: «Los cientos de miles de cubanos que cumplieron misiones internacionalistas militares o civiles contarán siempre con el respeto de las presentes y futuras generaciones».

Por eso volvimos a ver a madres, hermanos, hijos, padres, abuelos y vecinos detenerse frente al nicho del ser querido, obsequiarle la flor o el ramo más bellos del mundo, contemplar la imagen sin muerte, recordar momentos de mucha vida y reafirmarles, en un susurro, que ninguno está solo, porque aquí estamos con ellos, dentro del pecho.

COMENTAR
  • Mostrar respeto a los criterios en sus comentarios.

  • No ofender, ni usar frases vulgares y/o palabras obscenas.

  • Nos reservaremos el derecho de moderar aquellos comentarios que no cumplan con las reglas de uso.