Máximo Gómez, de español venía tu sangre, pura como añejo vino, pero acaso el espíritu taíno, vagaba por Quisqueya todavía, y reencarnó en tu cuerpo. Bien podría ser Hatuey, cuyo amor ultramarino supo que bajo el mar son el Turquino y el Cibao la misma orografía, y contigo volvió a tierra cubana.
Entonces no volvía con macana ni flecha –propia para un ave errante– hasta morir por Cuba en una hoguera, sino con un machete fulgurante de donde nacería una bandera.
Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí



















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