
Nos es solo el dedicar sus esfuerzos al funcionamiento eficiente de la industria láctea cubana lo que hace que Fabián Jesús Echaide y Blas Castillo Rodríguez, aunque distantes geográficamente, compartan un objetivo común: negarse al concepto de lo imposible.
Fabián lleva 30 años de labor en la Empresa de Productos Lácteos y Confiterías Raúl Fornell Delgado, de Pinar del Río; mientras que Blas, luego de años de entrega en Ciegoplast, desde hace tres calendarios pone su talento en función de la Empresa de Productos Lácteos, de Ciego de Ávila.
Ambos son innovadores, cuyo talento permite que líneas productivas imprescindibles para la alimentación de millones de cubanos se mantengan activas y eficientes.
ECHAIDE NUNCA DA LA ESPALDA A LOS RETOS
Lo muestra lleno de orgullo, como si fuera un trofeo, y para que no quepa duda de la importancia del enorme aparato, explica que «este es el homogenizador, un equipo fundamental en la línea de helado. Sin él no hay producción»
Fabián Jesús Echaide cuenta que ya hace casi un año que se detuvo y que, gracias al ingenio de su brigada, se pudo echar a andar otra vez, en cuestión de un par de días.
«Uno lo dice fácil, pero esto es una pelota de hierro que tiene motor, tres pistones, cigüeñal, que hubo que desarmar completamente. Tuvimos que hacer maravillas inventando, adaptando, pero el resultado está», dice Fabián.
En sus 30 años de labor acumula decenas de anécdotas como esta. «Aquí todavía hay equipos de fabricación sueca, de cuando se creó la entidad en los años 70, que se han ido combinando con máquinas de muchas otras nacionalidades», relata.
Como en la mayoría de las industrias cubanas, explica que las innovaciones constituyen el pan de cada día.
«La línea de croquetas fue hecha completamente por nosotros mismos. No hubo que importar nada. Algo parecido ocurrió con la línea de hamburguesas: «Esa también la hicimos completamente aquí. En un primer momento conseguimos que saliera, pero de manera manual, y después la hemos ido automatizando».
Detrás de cada resultado –comenta–, está el trabajo conjunto de muchas personas.
«Nos debemos al pueblo, y no podemos dejarlo esperando».
UN HOMBRE DE GRANDES SOLUCIONES
Anda con la humildad a flor de rostro, a veces cubierta por el overol con señales de mucho trabajo. Lucha contra imposibles, en una industria en la que faltan recursos, pero existen muchos, muchísimos trabajadores como Blas Castillo Rodríguez, con dignidad y decoro repartidos en esfuerzos cotidianos.
«He tratado hacer de todo. Con las carencias de recursos, uno se ve obligado a moverse en todas direcciones.
«En las máquinas embolsadoras hemos tenido que inventar cuchillas, las planchas de sellado. En la máquina de leche en polvo hay sensores a los cuales les hemos adaptado resistencias; soluciones sencillas y de gran impacto. Gracias a nosotros, el Lácteo trabaja. El salario es bajo, de apenas unos 2 900 pesos, pero siempre hay quienes estamos dispuestos a ponerles el pecho y el corazón a las dificultades».
Si algo quiso aclarar Blas es que, en todas «mis inventivas está presente el concurso de mis compañeros de trabajo, de mi colectivo, porque desde que lanzas la idea de la posible solución, el resto se pone en función del trabajo, y hasta se perfecciona lo que pensaste inicialmente».
Seres humanos excepcionales como ellos hay muchos entre los trabajadores de la Industria Alimentaria, quienes hoy celebran su día. Fabián y Blas seguirán siendo un espejo, en el que se miren aquellos que ven en su país y en su pueblo incuestionables y motivadores compromisos.



















COMENTAR
Responder comentario