Mientras para distintas estructuras productivas y económicas, el 31 de diciembre y el primer día de enero marcan el fin y el principio de dos años consecutivos –coronación y partida desde cero en nuevos planes–, para la Salud de esta provincia es, sencillamente, continuidad natural de un empeño en defensa de lo más sensible y primordial para el ser humano: la vida.
La estabilidad de la provincia, durante años, en un programa tan importante como el materno infantil (PAMI), no responde a la improvisación, y exhibe indicadores como la tasa de 3,6 niños menores de un año fallecidos por cada mil nacidos vivos, la más baja del país en 2024.
Para especialistas de naciones desarrolladas puede resultar una incógnita tal cifra, en la situación extremadamente compleja de Cuba con sus recursos materiales y humanos: escaseces, constricción financiera, descenso productivo, inflación, éxodo de profesionales como consecuencia de un bloqueo económico, con la salud como blanco predilecto.
Para el doctor Francisco García González, jefe del programa, no hay misterio: «Varios factores tributan a dividendos así, con gran peso de la integración en la atención primaria y secundaria.
«Aun en esta adversa coyuntura, Sancti Spíritus tiene cobertura total de médicos y enfermeros de la familia en sus consultorios. Esa fortaleza permite atender mucho mejor a la embarazada y al recién nacido en la comunidad, en el consejo popular, donde es vital una intersectorialidad a favor de la salud y de la vida»
Ese requisito es decisivo para que la futura madre siga al pie de la letra orientaciones de su médico, asista a las consultas programadas, se realice los cuatro exámenes prenatales que, como mínimo, se le indican, o ingrese en el hogar materno con que cuenta ya cada municipio, con todas las condiciones para acoger a embarazadas con algún tipo de riesgo.
«También ha tenido gran valor que los ocho municipios cuenten con un responsable encargado de concretar un novedoso sistema para el seguimiento y atención longitudinal genética a la gestante y al neonato, conocido como Salgen, y otro denominado Precon, que tiene un enfoque preconcepcional, de manera que la mujer llegue lo mejor posible al embarazo.
«Bases así permiten entonces un desempeño más favorable de nuestros especialistas en la red secundaria, en la cual se trabaja intensa y apasionadamente. Una evidencia está en más del 98 % de supervivencia del paciente grave y crítico en las terapias neonatal y pediátrica. Eso es calidad en la atención».
Según Francisco García, también ha sido muy oportuno el apoyo de profesionales que laboran en la red primaria, para fortalecer la atención hospitalaria, así como la capacitación rectorada por la Universidad de Ciencias Médicas, sobre todo mediante posgrados acerca de los riesgos más frecuentes durante el embarazo y otros asuntos que inciden y determinan.
Lo cierto es que, si Sancti Spíritus cerró el año con esa tasa (a pesar de haber registrado 625 nacimientos menos), si ha reducido el embarazo en la adolescencia (aunque La Sierpe y Jatibonico deben mejorar); y si exhibe resultados por debajo de la media nacional en un indicador tan estratégico como el bajo peso al nacer (con 95 casos menos y un índice de seis), entonces no hay duda de que, para el universo infantil espirituano, la Salud no anda a la deriva… sigue marcando paso seguro.



















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