Con química espirituana

SANCTI SPÍRITUS.–Llama la atención cómo esta provincia sigue cosechando medallas en olimpiadas de Química, y en otros espacios que ponen a rigurosa prueba el conocimiento adquirido por estudiantes cubanos en esa asignatura.

La más reciente evidencia está en sendas medallas de oro ganadas durante la cita centroamericana y caribeña, en Guatemala, por Melissa Reyes Pérez y Osmani Lázaro Hernández Fiallo, estudiantes del Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas (IPVCE) Eusebio Olivera Rodríguez.

Semanas antes, Ernesto Alejandro Barrera Ramírez, del mismo centro, había logrado una medalla de bronce en la Olimpiada Iberoamericana de esa disciplina, celebrada en Costa Rica, a la que asistió casi medio centenar de estudiantes  procedentes de 13 naciones.

Por cierto, el muchacho es el primer alumno de décimo grado que integra el equipo Cuba (solo cuatro miembros) para concurrir al mencionado certamen.

El nexo con la Química, según explicó, le viene desde la secundaria básica, cuando un primo suyo le comentó que Agustín Placencia Calero, profesor de química del IPVCE, pretendía preparar a alumnos de ese nivel para presentarlos a concursos de preuniversitario.

«Mi amigo Carlos Manuel Hernández y yo fuimos a verlo y comenzamos a entrenar con él. Ese año, estando en octavo grado, participamos en el evento nacional, y los dos logramos medalla de bronce. Terminamos, incluso, integrando la preselección nacional».

A la pasión de Agustín, el territorio debe que un total de 19 estudiantes hayan conquistado medallas en distintos eventos de Química.

Con no menos cariño y gratitud, Ernesto habla acerca de Gerardo Manuel Ojeda Carralero, el entrenador nacional.

«Es muy joven –afirmó– pero tiene tremenda experiencia. Trabaja como profesor en la Facultad de Química de la Universidad de La Habana. Es un apasionado de la asignatura y de los concursos. Él prepara a los participantes, organiza los topes, interviene en la confección de los exámenes, dirige la preselección…y no cobra ni un centavo por todo eso».

Atenta a la conversación, Vivian Ramírez, la mamá de Ernesto, pide permiso y acota: «Pero Gerardo no es solamente un magnífico profesor de Química; es, al mismo tiempo, un educador integral, un pedagogo que transmite constantemente enseñanzas y valores humanos para toda la vida».

Cinco días en Costa Rica, comprobación teórica con cinco preguntas, tres más en examen de laboratorio, tiempo límite para responder o proceder, cada segundo cuenta, mucha concentración, cautela, seguridad. Al final… los cuatro concursantes cubanos logran medallas: una de oro, una de plata, dos de bronce.

–¿Y ahora?

–Nada… seguiré preparándome. Quiero continuar concursando en grado once y doce.

–Y «el viejo», ¿qué dice?

–Imagínate, es ingeniero químico…

–¿Tienes pensado lo que estudiarás en la Universidad?

–¡Claro que sí!: quiero estudiar Química pura.